jueves, 30 de agosto de 2012

La búsqueda de los elementos #2


                                                                  La Princesa

Pedro se dirigió hacia la cocina y empezó a desayunar unos bollos de pan. Cuándo terminó cogió una bolsa, que estaba  encima de la mesa, y lanzó un hechizo sobre ella para que fuera más ligera y otro para aumentar su capacidad de guardar cosas de modo que, aunque pusiera muchas cosas, el espacio interior seria más grande por muy pequeña que se viera la bolsa desde fuera. Acto seguido, abrió su despensa y cogió comida y algunas botellas de elixir mágico para restaurar su magia cuándo se le acabara. Se puso la bolsa en el hombro y se dirigió hacia  la puerta para salir, pero de repente se acordó de que se le olvidaba algo muy importante.


-¡El mapa! ¡Se me ha olvidado cogerlo!-dijo Pedro y empezó a abrir armarios y cajones buscándolo. Empezó a preocuparse por que no lo encontraba-¡No puedo haberlo perdido! ¿Dónde estará?
De repente la puerta de su casa se abrió bruscamente y entró una chica morena con el pelo hasta el pecho vestida con una túnica oscura con capucha. Tenía el pelo castaño claro, era un poco mas baja que Pedro y tenía los ojos verdes “Que guapa es” pensó Pedro.
-¡Rápido, escóndeme en algún sitio!-dijo la chica nerviosa.
-¿Cómo? ¿Quién eres? ¿Que haces aquí?-preguntó Pedro sorprendido.
-Luego te lo explico. Ahora escóndeme.
-Vale, vale. Métete en ese armario-le señaló Pedro.
-¡Gracias!-le dijo la chica y se metió en el armario.
Pedro estaba perplejo. ¿Quién era esa chica? Y, ¿Por qué había entrado en su casa de esa manera? ¿Sería alguna ladrona? pensó Pedro. Unos segundos después alguien llamó a la puerta de Pedro y Pedro fue a abrirla.
-¡Voy!
Abrió la puerta y dos soldados del castillo de Mudia le saludaron y entraron en su casa.
-¡Un momento! ¿Qué quieren?-preguntó Pedro nervioso.
-Solo venimos a inspeccionar la casa. Queremos saber si se ha escondido aquí una chica-dijeron los dos soldados.
-¡Aquí no se ha escondido nadie!-mintió Pedro con un leve tono de nerviosismo que los dos soldados advirtieron.
-No creo que le importe que miremos por si acaso ya que, como usted dice, no tiene nada que esconder-dijo uno de ellos con una expresión burlona.
-Cla…claro que no-murmuró Pedro a punto de desmayarse de los nervios.
Los dos soldados comenzaron a buscar por los armarios, buscaron por debajo de la cama de Pedro y al final llegaron al armario donde se había escondido la chica.
-¡Bueno! Este es el último armario-dijo uno de ellos-Espero que este aquí, porque si no…
El soldado lo abrió y no vio nada fuera de lo normal. Miró a ver si había alguna trampilla o conducto por el que escaparse, pero no vio nada. Pedro no lo sabía y estaba mordiéndose las uñas por el nerviosismo.
-Sentimos las molestias que le hayamos podido causar. Tenía usted razón aquí no hay nadie-dijeron y se fueron dejando a Pedro sorprendido y sudando por el nerviosismo.
Se dirigió hacia el armario y vio que no había nada y pensó que solo había una razón para este fenómeno.
-¡Sal de ahí ya, maga!-gritó Pedro furioso por lo que le había hecho pasar.
De repente en el aire se empezó a materializar la figura de la chica, que era una maga al igual que Pedro.
-¡Menos mal que me he acordado del hechizo de invisibilidad!-dijo la chica suspirando  y saltó del armario-Por cierto, me llamo Mudi y aparte de ser maga también soy una invocadora.
-Yo me llamo Pedro. ¿Quién eres? ¿Por qué te perseguía la guardia real?
-Un momento. Primero prepara un conjuro insonoro. No quiero que nos oigan con hechizos localizadores-protestó Mudi.
-Está bien. Sígueme-le dijo Pedro y se fue hasta el cuarto de prácticas.

Mudi lo siguió y entró en el cuarto de prácticas, que estaba vacío. Pedro se concentró y un brillo gris salió de sus manos.
-Ven aquí-le dijo Pedro.
Mudi se acercó y Pedro tocó el suelo con la mano abierta y gris. El brillo gris se fue trasmitiendo de la mano hasta el suelo y unas ondas expansivas salieron de su mano y se expandieron lentamente hasta llegar un poco más lejos de Mudi. Entonces una semiesfera gris empezó a crecer alrededor de ellos hasta alcanzar la punta.
-¡Ya está hecho! Mientras no salgamos de esta esfera insonora nadie nos oirá aparte de nosotros.
-Ah, una cosa, no soy ninguna ladrona, si es lo que tu piensas, soy la princesa de Mudia -dijo ella.
-¡¿Quééééééééé?!-gritó Pedro sorprendido por tener delante de sus narices a la mismísima princesa de Mudia y se avergonzó de no haberla reconocido al instante.
-¿Estás sordo? ¿O es que quieres que te lo repita?
-¡Pero si no pareces una princesa! Primero, la ropa que llevas no es digna de una princesa…-dijo Pedro haciendo que Mudi se enfadara.
-¡La ropa es para no llamar la atención!!!-contestó ella interrumpiendo  Pedro.
-Ah bueno, pues perdón, pero…
-¿Pero qué? Acaba la frase.
-Tu forma de hablar tampoco es que sea muy formal y culta, vamos, eso es lo que yo pienso- observó él haciendo que se enfureciera mas todavía.
-Me viene perfecto para explicarte por que estoy aquí. La razón por la que entrado en tu casa es por que he huido del castillo-le explicó ella tan tranquila.
-¿Y por que has huido del castillo? Si yo viviera con todas esas riquezas no huiría…
-No sabes el rollo que es aguantar todo el día a los profesores y a mis padres. “Que si haz esto, que si haz lo otro” “Estúdiate esto, estúdiate lo otro…”-dijo Mudi imitando a sus profesores y a sus padres.
-Si, vale. Comprendo que es un rollo, pero aún no me has explicado por que huiste del castillo- replicó él.
-Como verás soy un poco rebelde y no hablo como una princesa y encima como mi padre no me dejaba salir del castillo…
-Decidiste salir por ti misma, ¿verdad?
-Si, pero dejé una carta encima de mi cama relatando mi huida. Después me entere de que mi padre había contratado a unos magos para localizarme y encontré una casa protegida de conjuros localizadores que, por pura casualidad, fue la tuya.
-Si, y por poco tiempo vas a quedarte aquí-dijo él apenado.
-¿Eh, por  que?-dijo ella con cara de perro abandonado.
-Justo ahora mismo iba a salir en la búsqueda de las criaturas elementales, aunque si quieres…- y esto lo dijo un poco sonrojado- puedes venir conmigo.
-¿De verdad?-dijo ella incapaz de contener la emoción y abrazándole al verle a el asentir-¡Gracias!
Pedro se sonrojó aún  más e intentó zafarse de ella pero ella se abrazó aun más a él. De lo colorado que estaba buscó una excusa para que le dejara y vio a Chesnir persiguiendo su propia cola.
-¡Mira a mi perro!-exclamó él señalándolo.
-¿Tienes un perro?-preguntó ella con brillo en los ojos y  dejando de abrazarlo-¿Dónde está?  
 -Ahí…- dijo Pedro sorprendido y un poco decepcionado por la rapidez con la que había dejado de abrazarle.
-¡Qué mono!- dijo acariciándolo.
-Aún no me has dicho que es una invocadora.
-¡Ah es verdad! Los invocadores son  personas que nacen con el poder de invocar monstruos a través de amuletos, como este- le explicó ella sacando del bolsillo de su túnica un medallón rojo con un perro, envuelto en llamas, dibujado-Es un perro-bestia llamado Krintia. Seguro que si viajo contigo encuentro muchos más.
-¡Que guay es ser un invocador! Ah, por casualidad no tendrás un mapa contigo del continente, ¿verdad?
-Si…-respondió a la exclamación de Pedro con un tono un poco triste-¿Por qué necesitas un mapa?
-Por que yo he perdido el mío…
-Tranquilo yo te presto el mío. Toma, míralo-dijo ella dándole el mapa del continente Tona.
-¿Por qué no vamos primero a Grui, el pueblo de la tierra?
-Pero para eso habría que atravesar Húrluyu que es uno de los países derrotados por Almagnon y como nos capturen…
-¡Bah, da igual! Andaremos con cuidado y punto- dijo él seguro de si mismo y devolviéndole el mapa.
-Para ir mas rápido podemos coger caballos del establo de mi padre-dijo ella.
-Si, será mejor que cojamos dos.
-Pues, ¡rumbo al castillo!

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