domingo, 13 de noviembre de 2011

Su último retrato.

 No recuerdo bien lo sucedido aquel día, sólo imágenes inconexas de luces, música a todo volumen y muchas caras conocidas y no tan conocidas, pero recuerdo perfectamente el momento en que tomé aquella foto.

Era una de esas tantas fiestas que se daban con cualquier excusa, no recuerdo el motivo, pero sí que se acercaba el final de curso y que yo era el encargado de tomar las fotos para hacer el album de la promoción, por eso traía mi cámara conmigo. Estaba ya mareado de tanto ruido así que decidí salir al patio a tomar el aire pero el ruido del interior persistía allá fuera, y allí estaba ella. Abie siempre fue una chica que había admirado, la primera en clase, no era la persona más bella que pudieras encontrarte, pero tenía un encanto y una elegancia en sus gestos que hacía que el acto más vulgar y rutinario pareciera una sutil caricia. Todos querían estar cerca de ese aura suyo tan peculiar. Al parecer estaba muy ensimismada con su mirada perdida en algún punto del cielo porque se sobresaltó al sentir mi presencia. Parecía azorada por algo que aún hoy no adivino qué podría ser. Nunca habíamos mantenido una conversación pero esa noche hablamos largo y tendido, el ruido de la fiesta parecía haberse silenciado para que pudiéramos mantener aquella conversación. Hablamos de todo, desde el detalle más banal de la clase hasta el último concierto al que habíamos asistido, aunque no consigo recordar la mayor parte de esa conversación. Creo que pasamos horas hablando, empezaba a amanecer y ya todos volvían a sus casas como su lamentable estado les permitía hacerlo. Ya era hora de despedirnos por el momento pero antes quería tomarle un retrato. Ella simplemente asintió con la cabeza. A través del visor encuadré su sonriente rostro y apreté el botón para tomar la foto. Fue una sonrisa que me transmitió un sosiego tal que sentí que mi pecho se hacía más liviano. 

Al día siguiente me enteré que se había suicidado ese mismo día al llegar a casa. Fue una noticia que desconcertó a todos. Fue el funeral más triste al que he asistido en mi vida, nadie se atrevía a pronunciar palabra alguna, todos atesoraban sus recuerdos de ella, era como si temieran que al dejarlos fluir hacia fuera se perdieran y dejaran un gran vacío en el interior.

No fue hasta una semana después que revelé el carrete que terminé aquella noche y me topé con la última foto que hice. A pesar de ser un carrete a color, la sonrisa de ese rostro era tan taciturna y llena de angustia que tuve la sensación de que la foto iba perdiendo el color conforme iban pasando los segundos e iba pasando de blanco y negro a completamente negro, entonces sentí las lágrimas asomar por  mis ojos y, por primera vez en mucho tiempo, lloré.

He aquí mi primera historia, espero que les haya gustado =)
BleedingDoll

4 comentarios: