La Princesa
Pedro se dirigió hacia la cocina y empezó a desayunar unos
bollos de pan. Cuándo terminó cogió una bolsa, que estaba encima de la mesa, y lanzó un hechizo sobre
ella para que fuera más ligera y otro para aumentar su capacidad de guardar
cosas de modo que, aunque pusiera muchas cosas, el espacio interior seria más
grande por muy pequeña que se viera la bolsa desde fuera. Acto seguido, abrió
su despensa y cogió comida y algunas botellas de elixir mágico para restaurar
su magia cuándo se le acabara. Se puso la bolsa en el hombro y se dirigió hacia
la puerta para salir, pero de repente se
acordó de que se le olvidaba algo muy importante.
-¡El mapa! ¡Se me ha olvidado cogerlo!-dijo Pedro y empezó a
abrir armarios y cajones buscándolo. Empezó a preocuparse por que no lo
encontraba-¡No puedo haberlo perdido! ¿Dónde estará?
De repente la puerta de su casa se abrió bruscamente y entró
una chica morena con el pelo hasta el pecho vestida con una túnica oscura con
capucha. Tenía el pelo castaño claro, era un poco mas baja que Pedro y tenía
los ojos verdes “Que guapa es” pensó Pedro.
-¡Rápido, escóndeme en algún sitio!-dijo la chica nerviosa.
-¿Cómo? ¿Quién eres? ¿Que haces aquí?-preguntó Pedro
sorprendido.
-Luego te lo explico. Ahora escóndeme.
-Vale, vale. Métete en ese armario-le señaló Pedro.
-¡Gracias!-le dijo la chica y se metió en el armario.
Pedro estaba perplejo. ¿Quién era esa chica? Y, ¿Por qué
había entrado en su casa de esa manera? ¿Sería alguna ladrona? pensó Pedro.
Unos segundos después alguien llamó a la puerta de Pedro y Pedro fue a abrirla.
-¡Voy!
Abrió la puerta y dos soldados del castillo de Mudia le
saludaron y entraron en su casa.
-¡Un momento! ¿Qué quieren?-preguntó Pedro nervioso.
-Solo venimos a inspeccionar la casa. Queremos saber si se
ha escondido aquí una chica-dijeron los dos soldados.
-¡Aquí no se ha escondido nadie!-mintió Pedro con un leve
tono de nerviosismo que los dos soldados advirtieron.
-No creo que le importe que miremos por si acaso ya que,
como usted dice, no tiene nada que esconder-dijo uno de ellos con una expresión
burlona.
-Cla…claro que no-murmuró Pedro a punto de desmayarse de los
nervios.
Los dos soldados comenzaron a buscar por los armarios,
buscaron por debajo de la cama de Pedro y al final llegaron al armario donde se
había escondido la chica.
-¡Bueno! Este es el último armario-dijo uno de ellos-Espero
que este aquí, porque si no…
El soldado lo abrió y no vio nada fuera de lo normal. Miró a
ver si había alguna trampilla o conducto por el que escaparse, pero no vio
nada. Pedro no lo sabía y estaba mordiéndose las uñas por el nerviosismo.
-Sentimos las molestias que le hayamos podido causar. Tenía
usted razón aquí no hay nadie-dijeron y se fueron dejando a Pedro sorprendido y
sudando por el nerviosismo.
Se dirigió hacia el armario y vio que no había nada y pensó que
solo había una razón para este fenómeno.
-¡Sal de ahí ya, maga!-gritó Pedro furioso por lo que le había
hecho pasar.
De repente en el aire se empezó a materializar la figura de
la chica, que era una maga al igual que Pedro.
-¡Menos mal que me he acordado del hechizo de invisibilidad!-dijo
la chica suspirando y saltó del
armario-Por cierto, me llamo Mudi y aparte de ser maga también soy una
invocadora.
-Yo me llamo Pedro. ¿Quién eres? ¿Por qué te perseguía la
guardia real?
-Un momento. Primero prepara un conjuro insonoro. No quiero
que nos oigan con hechizos localizadores-protestó Mudi.
-Está bien. Sígueme-le dijo Pedro y se fue hasta el cuarto
de prácticas.
Mudi lo siguió y entró en el cuarto de prácticas, que estaba
vacío. Pedro se concentró y un brillo gris salió de sus manos.
-Ven aquí-le dijo Pedro.
Mudi se acercó y Pedro tocó el suelo con la mano abierta y
gris. El brillo gris se fue trasmitiendo de la mano hasta el suelo y unas ondas
expansivas salieron de su mano y se expandieron lentamente hasta llegar un poco
más lejos de Mudi. Entonces una semiesfera gris empezó a crecer alrededor de
ellos hasta alcanzar la punta.
-¡Ya está hecho! Mientras no salgamos de esta esfera
insonora nadie nos oirá aparte de nosotros.
-Ah, una cosa, no soy ninguna ladrona, si es lo que tu
piensas, soy la princesa de Mudia -dijo ella.
-¡¿Quééééééééé?!-gritó Pedro sorprendido por tener delante
de sus narices a la mismísima princesa de Mudia y se avergonzó de no haberla
reconocido al instante.
-¿Estás sordo? ¿O es que quieres que te lo repita?
-¡Pero si no pareces una princesa! Primero, la ropa que
llevas no es digna de una princesa…-dijo Pedro haciendo que Mudi se enfadara.
-¡La ropa es para no llamar la atención!!!-contestó ella
interrumpiendo Pedro.
-Ah bueno, pues perdón, pero…
-¿Pero qué? Acaba la frase.
-Tu forma de hablar tampoco es que sea muy formal y culta,
vamos, eso es lo que yo pienso- observó él haciendo que se enfureciera mas
todavía.
-Me viene perfecto para explicarte por que estoy aquí. La
razón por la que entrado en tu casa es por que he huido del castillo-le explicó
ella tan tranquila.
-¿Y por que has huido del castillo? Si yo viviera con todas
esas riquezas no huiría…
-No sabes el rollo que es aguantar todo el día a los
profesores y a mis padres. “Que si haz esto, que si haz lo otro” “Estúdiate
esto, estúdiate lo otro…”-dijo Mudi imitando a sus profesores y a sus padres.
-Si, vale. Comprendo que es un rollo, pero aún no me has
explicado por que huiste del castillo- replicó él.
-Como verás soy un poco rebelde y no hablo como una princesa
y encima como mi padre no me dejaba salir del castillo…
-Decidiste salir por ti misma, ¿verdad?
-Si, pero dejé una carta encima de mi cama relatando mi
huida. Después me entere de que mi padre había contratado a unos magos para
localizarme y encontré una casa protegida de conjuros localizadores que, por
pura casualidad, fue la tuya.
-Si, y por poco tiempo vas a quedarte aquí-dijo él apenado.
-¿Eh, por que?-dijo
ella con cara de perro abandonado.
-Justo ahora mismo iba a salir en la búsqueda de las
criaturas elementales, aunque si quieres…- y esto lo dijo un poco sonrojado-
puedes venir conmigo.
-¿De verdad?-dijo ella incapaz de contener la emoción y
abrazándole al verle a el asentir-¡Gracias!
Pedro se sonrojó aún más
e intentó zafarse de ella pero ella se abrazó aun más a él. De lo colorado que
estaba buscó una excusa para que le dejara y vio a Chesnir persiguiendo su
propia cola.
-¡Mira a mi perro!-exclamó él señalándolo.
-¿Tienes un perro?-preguntó ella con brillo en los ojos
y dejando de abrazarlo-¿Dónde está?
-Ahí…- dijo Pedro
sorprendido y un poco decepcionado por la rapidez con la que había dejado de
abrazarle.
-¡Qué mono!- dijo acariciándolo.
-Aún no me has dicho que es una invocadora.
-¡Ah es verdad! Los invocadores son personas que nacen con el poder de invocar
monstruos a través de amuletos, como este- le explicó ella sacando del bolsillo
de su túnica un medallón rojo con un perro, envuelto en llamas, dibujado-Es un
perro-bestia llamado Krintia. Seguro que si viajo contigo encuentro muchos más.
-¡Que guay es ser un invocador! Ah, por casualidad no
tendrás un mapa contigo del continente, ¿verdad?
-Si…-respondió a la exclamación de Pedro con un tono un poco
triste-¿Por qué necesitas un mapa?
-Por que yo he perdido el mío…
-Tranquilo yo te presto el mío. Toma, míralo-dijo ella
dándole el mapa del continente Tona.
-¿Por qué no vamos primero a Grui, el pueblo de la tierra?
-Pero para eso habría que atravesar Húrluyu que es uno de
los países derrotados por Almagnon y como nos capturen…
-¡Bah, da igual! Andaremos con cuidado y punto- dijo él
seguro de si mismo y devolviéndole el mapa.
-Para ir mas rápido podemos coger caballos del establo de mi
padre-dijo ella.
-Si, será mejor que cojamos dos.
-Pues, ¡rumbo al castillo!
Historia escrita por @Bakajoder.
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