¿Cuántas
horas llevaría ya? Ni se molestaba en mirar el reloj, tenía que seguir. Había
hecho algunas pausas y estudiado bien la llama azul que le guiaba. No era cómo
la llama negra que vio en la entrada, esta estaba hasta… fría. Pero lo más
impresionante, es que podía no solo moverse, sino también transportar cosas y entender
las intenciones de la gente sin necesidad de decir nada. Era cómo si tuviera un
cuerpo y una mente…
De
hecho, cuándo Paul tenía hambre, esta desaparecía y volvía con algunas bayas.
Nada más constatar este hecho, el adolescente le pidió a la llama que llevara
también comida a sus hermanos de vez en cuando. Ahora solo le faltaba salvarlos…
Unos
pasos empezaron a oírse a lo lejos, junto con silbido. Lentamente, Paul miró lo
que era. Vio un gigante a lo lejos, cantando, con un gran palo gigante. Y valga
la redundancia, porque desde luego, hacen falta dos adjetivos juntos para
describir la inmensidad del garrote del gigante. Lo raro de ese gigante, era
que llevaba una venda en los ojos…
Paul
intentó evitar a ese mastodonte, lo rodeó de lejos. El peligro ya estaba casi
pasado, menos mal que el gigante llevaba los ojos tapados…
“Te
oigo andar desde lejos, sucia rata. No creas que el sigilo te va a salvar de
mí.” El gigante alzó su brazo armado y lo dirigió hacia Paul, fallando el golpe
de poco.
“¡Ajá,
estás cerca, he oído cómo te asustabas! Y con el miedo, localizarte será una
tarea aún más fácil…” Dijo el gigante, sonriendo.
Paul
no podía negarlo. Estaba muerto de miedo. Y dentro de poco, estaría muerto de
verdad. Muerto en los Infiernos ¿Qué ironía, no? Pero no tenía pensado morir
hoy, desde luego que no. Pero sus acciones parecían decir lo contrario. El
joven, en todo acto de gloria, corrió del gigante y de un salto, se agarró a la
pierna de este, agarrándose de los pelos con fuerza.
“¡¡¡AAAAAAGH!!!”
El gigante lanzó una patada y Paul voló unos cuantos metros hasta caer al suelo
rodando. Con ese acto tan brusco, la venda se cayó, dejó a la vista un ojo. Un
solo ojo. Con un agujero en el centro.
“Polifemo…
Con razón tenía pinta de estar cabreado…” pensó Paul, al verlo. Por eso podía
encontrarlo tan fácilmente, tras enfrentarse a Ulises y terminar ciego,
desarrolló su oído y su olfato para poder seguir viviendo…
“¡Maldito
humano, no sabes cómo duele eso! AAARG. Ahora el aire me molesta en el ojo. NO
SABES LO QUE JODE ESO, ENANO. Te voy a aplastar, a descuartizar, a MASTICAR
LENTAMENTE. ¡¡¡VAS A SUFRIR!!!”. No, rectificó Paul. Ahora, está cabreado. Y
ahora, yo tengo un problema bien gordo. Y ciego.
Ahora
sí que tenía miedo. El cíclope lo oía respirar, así que tenía que estar en
constante movimiento, no intentando esconderse, y cambiar de dirección para
evitar los golpes o que encuentre un patrón. ¿Cómo podía librarse de esa cosa?
Entonces, pensó en el regalo de Hades… Miró sus puños mientras corría. “¿Qué debería
de hacer?” Sin pensarlo, cómo si hubiese tenido una revelación, juntó los
anillos y los separó. En una mano, saliendo del anillo, tenía un arco de luz,
de la otra mano, tenía una flecha, de luz también. Reaccionando todo lo rápido
posible, se giró un momento hacia Polifemo y disparó sin apuntar. La flecha
dejó una estela plateada por donde pasó y se clavó de lleno en el ojo de
Polifemo, y desapareció segundos después. Paul no sabía cómo reaccionar. En
primer lugar, porque había disparado una flecha hecha de luz, con un arco hecho
de luz, que salen de unos anillos y que podían hacer daño. En segundo lugar,
porque la flecha había dado en el blanco. Podría no parecer raro, si no fuera
porque la estela plateada había mostrado una desviación demasiado grande. La
flecha había cambiado el rumbo para dar en el blanco. Era una flecha que nunca
fallaba. Una de las flechas de Dafne y Apolo.
Unos
gritos sacaron a Paul de sus pensamientos. Concretamente, estos:
“SUCIA
RATA APESTOSA, ESTO SI QUE ES DOLOR, JODER, ESTO ES UN PUTO MARTIRIO, QUE ES
PEOR QUE SI ME DESPELLEJARAN VIVO, JODER. PERO QUE MIERDAS SE TE PASAN POR LA
CABEZA, MIRA QUE DISPARARME EN EL OJO CON LO JODIDO QUE ESTÁ, JODER, CON ESTO
YA ME HAS CABREADO. VAS A DESEAR MORIR.”
No
tenía más tiempo para pensar, levantó el arco y disparó varias flechas
seguidamente. Todas acertaron en el ojo. Polifemo no tuvo tiempo ni de gritar,
cayó inconsciente en el acto por culpa del dolor.
Paul
no se demoró, sería mejor estar lejos cuando recobrara la consciencia. Bajó los
brazos y al estar lejos el uno del otro la magia de los anillos desapareció.
Apareció la llama. ¿Dónde se habría metido durante la pelea? A Paul no le
interesaba realmente, solo era una llama. Una llama azul, sí, pero nada más que
eso. Él sólo quería ayudar a sus hermanos, y con el arco y las flechas la tarea
que le había encomendado Hade se facilitaría en gran parte.
Soy la única que con los gritos y depotriques de Polifemo se ha imaginado a Spark? xD
ResponderEliminarPues no lo había pensado xD
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