viernes, 7 de marzo de 2014

El reino maldito

Todas las historias de caballeros, princesas, reinos y brujos malvados que conocéis acaban con un final feliz, ¿verdad? Pues no siempre es así. No todas las historias tienen un final feliz. Por mucho que se quiera, por mucho que se luche por uno, a veces es simplemente imposible. Y esta vez es una de ellas.


El reino era un lugar en calma, todos los habitantes vivían en paz y no había problemas. La paz reinaba y el rey era benevolente y sabio, pero un día, venido del cielo desde muy muy lejos, un meteorito alcanzó las tierras y el mal se extendió. Nada bueno pasaba desde que llegó. Era un azote de puro caos. Miles de caballeros se enfrentaron a él pero nadie pudo. Todo parecía perdido, el reino sucumbió y se convirtió casi en un páramo yermo lleno de ruinas, pero gracias a la reina y a su sabiduría y magia supo contener aquel terror que había acabado con su reino. El precio no fue bajo, pero no dudo en pagarlo. Ella sería el candado que mantendría aprisionado a aquel mal dentro de un libro cuyo poder mágico era inconmensurable.



Los años pasaros y todo fue volviendo poco a poco a la normalidad. La pequeña princesa creció fuerte y sana y pareciéndose cada vez más a la reina, su madre, no solo en aspecto y belleza, si no en sabiduría.

Pero la paz no es eterna.  Bajo el castillo, varios kilómetros bajo tierra, donde se había decidió encerrar al mal, este comenzaba a librarse de las cadenas que lo aprisionaban. Con el tiempo lo logro y el libro e incluso la propia reina sucumbieron a él.

Nuevamente se libraron batallas. Guerras que no se ganaron y que como única solución dejaron el sacrificio de la princesa que tuvo la difícil tarea de encargarse de acabar con lo que un día fue su madre. Fue duro, pero consiguió vencerla y siguiendo los pasos fue el sello que impediría que la oscuridad una vez más se propagase.

El reino volvió a erigirse una vez más, pero su triste historia, repetida una vez más hizo que ninguno de sus habitantes volvieran a sonreír y creer en la paz, pues si la historia se había repetido dos veces, ¿por qué no lo haría una tercera?

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