miércoles, 12 de febrero de 2014

Venas de tinta

-¿Qué deseas?
Estaba indeciso, no por lo que pedir, si no por el hecho de que fuese a cumplirse aquello que anhelaba. ¿Qué pasaría después? ¿Si alcanzaba lo que quería que meta le quedaría? ¿Para que vivir?
-Deseo convertir mis escritos en obras maestras y que todos las alaben.
-Qué así sea. -aquel misterioso encapuchado chasqueó los dedos y en su mano apareció una pluma. Con formas rectas y estilizadas, del color del ébano y con motivos dorados. -He aquí tu deseo.

-Pero… si no es más que una pluma.
-Es más que eso, que no te engañen tus ojos.
-¿Y cual es el pago?
-Ya está hecho, no te preocupes por él.
La cogió con cierta desconfianza y se quedo observando cada milímetro de aquella misteriosa herramienta.
-¿Y cómo la recargo? -alzó la vista y descubrió que el misterioso hombre había desaparecido.
Sin ninguna indicación más ni ninguna directriz de como usarla solo le quedaba experimentar con la pluma y descubrir como le daría la fama aunque primero trato de encontrar la forma de abrirla y ver así como recargarla, pero fue inútil así que dándose por vencido comenzó a escribir.
No noto nada distinto, la única diferencia era el color de la tinta, está escribía de un color rojo brillante.
 El escritor fue perseverante y durante un largo tiempo escribió hasta ver su obra terminada.
Cuando la presentó esta fue acogida con gran aceptación. El escritor viendo el exito comenzó a escribir su siguiente idea.

Las obras se fueron sucediendo una tras otra y a cada cual más famosa que la anterior así como los fans del escritor lo presionaban más para que escribiera. La presión llegó a tal punto que el escritor tenía que pasarse todo el día escribiendo si quería poder contentar a sus seguidores.
Los días pasaban y aunque nada en su vida diaria había cambiado cada vez se sentía más débil y cansado.
No mucho tiempo después cayó en que lo que le estaba arrebatando las fuerzas era la pluma. Su tinta roja que mágicamente nunca se acababa no era otra cosa que su sangre.
Con este descubrimiento entendió que las largas sesiones de escritura solo para conseguir la fama le estaban quitando algo más importante que el reconocimiento, la vida.
Aunque intentó remediarlo su fin estaba próximo. Agotado y  y exhausto pensó que el precio por la fama había sido demasiado elevado.

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