viernes, 21 de febrero de 2014

Ruinas de un lugar llamado mundo

Ha pasado ya mucho tiempo desde que el mundo cambió y poco pudo hacer el hombre para evitar el cambio. Desde hace mucho tiempo, este venía maltratando el planeta que era su hogar, hasta que un día, este no pudo aguantar ningún ataque más y colapsó. La tierra se abrió, los cielos lloraron lagrimas dañina, de las entrañas de la tierra salió fuego y humo y la mayoría del agua se contaminó.

Todo esto provocó que aquello a lo que llamaban ciudades se vinieran abajo, mucha gente murió y otros sobrevivieron. Esos tuvieron el trabajo más difícil, sobrevivir en un mundo viejo e inhóspito en el que todos los recursos estaban prácticamente agotados o eran inaccesibles. También murieron muchos, pero otros sobrevivieron perpetuando a la raza que le hizo el daño a la tierra, condenando a sus descendiente a una mala vida deambulando en busca de sustento.



Podría haber acabado mal, pero el hombre aprendió a valerse por si mismo y aunque le costase, fue haciéndose sitio en el nuevo mundo.

La chica pelirroja cerró el libro y miro a los otros chicos que estaban alrededor del fuego mirándola.

-¿Y eso fue lo que paso? -le preguntó una de las chicas, castaña y con gafas más joven que ella.
-Eso fue. Tú… no, nuestros bisabuelos, que digo, nuestros tataratatarabuelos con su egoísmo produjeron una gran hecatombe que nos dejó en este estado.

Todos los chicos miraron a su alrededor: restos de basura de todo tipos, cristales, cosas que no reconocían  piedras, trozos de lo que que alguna vez se llamo “edificio”. Ellos no sabían mucho de esas cosas, solo lo que aquella chica les había contado de lo que ponía en el libro.

Terminaron lo poco que tenían para comer, apagaron la hoguera y todos los chicos marcharon a dormir a los lugares que habían encontrado más cómodos en aquel refugio improvisado que entre todos habían construido. Todos se durmieron rápido, sabían que en aquel nuevo mundo, si no se estaba lo suficientemente descansado y no se estaba al 100%, la supervivencia no estaba garantizada.

El dibujo es cortesía de Gifte

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