Atrapado por cadenas que no son reales, un mundo oscuro, líquido y tan infinito como la mente lo es. Un creador nunca es libre del todo, siempre es preso de las palabras, sin ellas estaría mudo e impotente, incapaz de crear aquello que imagina. Tendría que guardar para si todo aquello concibe, sus ideas moriría en algún rincón de su mente.
Como un cantante que no puede cantar o una bailarina que no puede bailar, condenado a la tristeza, pues sin aquello que ama no es feliz.
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