viernes, 28 de febrero de 2014

La llama

Aquella llama era la culpable. Poco después de que apareciera los volvió locos, los convirtió en lo que ahora eran. Al principio, todo los hombres se alegraron de su aparición. Nadie sabía de donde había salido, pero su mágica aparición fue un milagro que los salvó de la extinción. Rodearon a la llama. Aprendieron a usarla. Les dio el poder para evolucionar, para ser mejores.

No hay nada que traiga solo cosas buenas. Pronto, demasiado tal vez, las personas vieron el gran poder que la llama poseía, por ello trataron de acapararla para ellos. Con esto, una guerra estalló. Una guerra donde el equipo era rudimentario y las formas de matar rudimentarias. Todo se decidió pronto y unos pocos hombres, unidos bajo un pacto hecho a espaldas de todos los demás se hicieron con la llama, que dividieron para que cada uno tuviera un poco.



Tras conseguir el botín cada uno marchó por su camino. Cada uno dominó a los hombres de las tierras en la que se asentaron y formaron reinos alrededor de ese fragmento de llama que poseían.
Los años pasaron y  la humanidad creció y evolucionó bajo la tutela de estos hombres. No había guerras, solo paz, una ficticia y forzada que se rompió cuando uno de los poseedores de la llama se  rebeló contra los demás para conseguir la llama. Un plan que ideo desde el momento en el se acordó el pacto en el que se unirían para conseguir la llama. El nunca había tenido intención de compartirla, solo los usaba para su fin.

Las guerras se alargaron, costaron muchísimas vidas, aquel loco traidor fue venciendo poco a poco a cada uno de sus antiguos compañeros y consiguiendo sus llamas, aumentando con ello su poder. Cuando el poder residió en él solo, un oscuro reinado comenzó para todas las tierras, que se vieron inmersas en una esclavitud que solo traía beneficios para el que se había proclamado como rey.

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