Una camioneta nos atropelló y perdí el sentido, malditos domingueros. Nada tenía que ver que fuera en sentido contrario.
Con el choque salí volando y llegué a un plató de televisión.
-Bien, ya está aquí nuestro invitado de hoy para el programa "Mi madre es una lagarta y no me lo ha contado". Víctor, ¿cómo te sientes?
-Errrm... ¿aturdido? -aún estaba confuso por el golpe.
-Claro, lógico. Pobrecito. -dijo el presentador. -¡¡Aplaudan, hombres!!
Un vitoreo instantáneo me aclamó, me ruboricé mientras Jabón seguía volando, por cierto.
-Una pregunta...
-Espera, espera, con la E, adjetivo que viene a significar que no se le ha contado la verdad a alguien, que se le ha mentido.
-¿Engañado?
-¡Cooorrecto! ¡Así has estado tú! -empezó a reírse de mí.
Corrí a golpearle con el rosco de letras que había aparecido a mi alrededor, pero Jabón cayó en el suelo y resbalé al pisarlo.
Se escuchó de nuevo las risas enlatadas, el presentador continuó:
-Veo que has querido usar el comodín del público, veamos que nos dice.
Una señora se levantó.
-Le compadezco. Llevo diez año con el mismo marido y hasta hace un par de días no me enteré que usaba jabón de lagarto.
Todo el mundo soltó un "Oh" largo, sonoro y sentimental. La señora no pudo evitar llorar.
-Emocionantes palabras, pero un servidor tiene algo que comentar. -el presentador se guardó el micro y se quitó el disfraz. -Soy un saltamontes.
Todo el público intentó pillarlo ya que empezó a saltar por todo el decorado.
La cosa se estaba desmadrando. Me fui a otro plató, quién sabe, mi hermano podría estar por allí.
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