miércoles, 20 de noviembre de 2013

Lullaby #Día6 Gods of War (mediodía) #El Ángel Caido

Nota:

No sé si alguna vez habéis estado en una batalla campal a tres bandas pero si lo habéis estado, seguro que sabéis que no es fácil orientarse, ni menos saber lo que está pasando en todas partes a la vez, así que no puedo relatar con detalle todo lo que pasó aquel día si solo me remonto a los hechos que yo recuerde, así que no me queda otra que acudir a mis amigos para que cuenten sus propias versiones de la batalla, para dar una visión más aproximada posible de lo que pasó.  Debo reconocer que me cuesta decidir desde donde empezar mi parte, pero supongo que lo mejor será empezar desde la primera carga de caballería...
_____________________________________



El viento me golpeaba la cara; debíamos ir por lo menos a doscientas millas por hora y el traqueteo de la moto, fruto de ir a semejante velocidad por terreno sin asfaltar, había hecho que se me durmiera la rabadilla. Estaba ocupado pensando en como iba a apañarmelas para blandir mi espada en el sidecar cuando los vimos por primera vez. Eran el ejercito de Nightcore; una autentica horda de demonios y dioses del caos encarnados en cuerpos de hombres y mujeres de carne y hueso. Aquellas personas, probablemente, habían renunciado totalmente a su humanidad, simplemente dejando que criaturas ajenas a este mundo; ya no eran personas para mi, solo monstruos que debían ser erradicados, antes de que su presencia en nuestro plano destruyera la estabilidad entre nuestros mundos... Noté como poco a poco, mi respiración se normalizaba, intentando mantener la cabeza fría, me puse de pie en el sidecar, empuñando mi arma, ahora envuelto por mi armadura de Karma, formando una katana larga, negra como la noche y tan solida como si fuese verdadero acero. Podía notar el poder de Bell recorriendo mis venas, pero, otra vez, sentí algo extraño, como la primera vez que me transforme en Quimera... Como si para hacer sitio al poder de mi padre, estuviera arrancando algo de mi interior. Poco importaba ya, la batalla había empezado y en mi cabeza había una determinación implacable; Podía dudar, podía sangrar, pero incluso si olvidaba todo lo demás; Pero vencería aquella batalla; Era de lo único que no podía dudar.

En cuanto estuvimos suficientemente cerca, me puse en posición, el filo de mi espada tan cerca de mi rostro que casi podía oírla gritar, clamando por sangre; pronto calmaría su deseo. Mi instinto hizo el resto del trabajo, nada más entraron en el rango de nuestras espadas, su desorganizada horda de infantería fue casi triturada. Sabía que aquellos solo eran demonios menores, pero aun así, sentí el calor en mi pecho, el delirio asesino que me invadía al entrar en plena comunión con Bell; mi espada desgarrando carne, rompiendo huesos... Mi cara bañada en sangre de mis enemigos, mientras la motocicleta corría a toda velocidad; hasta que nos alcanzó un proyectil, probablemente un misil. Tanto Styx como yo nos las apañamos para saltar justo antes del impacto y salimos rodando hacia adelante; No habíamos sufrido gran daño, pero ahora nos encontrábamos en el corazón de las filas enemigas, rodeados por cientos de demonios. El primero en atacarnos, fue el autor del disparo que nos había derribado; un hombre alto, vestido con una especie de traje lleno de mecanismos con una especie de visera que cubría todo su rostro. Parecía sacado de una película de ciencia ficción, pero, por muy poderoso que pareciese, un solo corte de la espada de Arthur y tanto él como todo lo que había en su dirección voló en pedazos. Era como si por cada corte de Excalibur, lanzase millones de cortes simultáneos, que cercenaban todo a su paso, como una trituradora.

-Yo te cubro la espalda -Dijo Styx, con su voz deformada por la posesión. Sonaba mucho más oscura y cuando le vi de cerca, hasta yo tuve miedo. Parecía la mismisima Parca, allí plantado con la gran espada cruciforme clavada frente a él- Tu ocúpate de encontrar al médium de Satán y luego, sigue con nuestro plan.

-Sí, pero, Arthur... -Sabía que no era necesario decirlo, e incluso estupido... pero lo dije de todos modos- Intenta que no te maten...

-¿Con quien crees que estás hablando...? -Dijo, con una macabra sonrisa. Mientras me alejaba, pude escuchar como se giraba y gritaba para que todos a su alrededor le escuchasen- Esto es una pelea demasiado injusta ¡Tendríais que haberos traído al menos mil más!


Intenté ignorar la carnicería a mis espaldas y concentrarme en buscar a mi presa, si lo encontraba, sería carne picada antes de que le diera tiempo a transformarse; o eso pensaba. Pensé que era yo quien le estaba cazando, pero más bien fue al revés; Ya me había adentrado unos kilometros en el bosque que rodeaba el gran capo de batalla, cuando me tropecé con él... Al principio, pensé que le había encontrado, pero, nada más lejos de la realidad; él había dejado que lo encontrara. Le eché una ojeada; parecía duro, pero no demasiado rápido, un solo corte y creí que todo había terminado... Tenía su cabeza... solo que aquel no era el verdadero médium de Lucifer, solo que eso no lo supe hasta que bajé la guardia y algo me golpeó como un martillo en la mandíbula. Joder, me duele solo de recordarlo... Tuve que desincrustarme la cara del barro antes de poder mirar que me había golpeado y, cuando alcé la mirada, le vi por primera vez. Un chico alto y delgado, de pelo rojo como la sangre y ojos dorados como los míos, al menos el ojo que tenía abierto, pues el otro estaba cerrado, probablemente por la cicatriz que le surcaba la cara, desde la mandibula izquierda a la ceja derecha. Sus rasgos eran finos y elegantes, pero en su mirada había un mal indescriptible; una maldad fría pero salvaje a la vez. En aquel momento solo pude pensar algo horrendamente estúpido "Tiene el mismo pelo que Alice".

-Bueno, primo, es hora de que acabemos con esto... -Sus ojos estaban clavados en los míos pero no le estaba haciendo caso; la cabeza me daba demasiadas vueltas para decir nada- Rindete...

-Antes muerto... -Contesté, mientras me levantaba, como podía. realmente estaba al borde del desmayo pero no podía dejar que aquello terminase así.- Si me quieres un poco de mi... ¡Ven por él!

-Como gustes... -No vi, cuando desenvainó; ni siquiera vi donde estaba su espada. Pero antes de que me diera cuenta, mi brazo bueno; el izquierdo, estaba volando para aterrizar pesadamente en el suelo.- ¿Te sirve ese pedazo? -Dijo mientras recogía mi brazo inerte del suelo. Podía parecer una burla, pero su voz era totalmente desapasionada.

El dolor no me dejó contestarle... La elegante chaqueta blanca, ahora estaba bañada con mi sangre, mi espada había ido a parar al suelo y mi vista estaba cada vez más nublada. Sabía que el medium de Lucifer sería fuerte, pero ni me imaginaba hasta que punto. Sin embargo, no estaba acabado todavía; Me negaba a admitir que toda aquella batalla se redujese a aquello; mis compañeros debían estar luchando en aquel momento; Contaban conmigo para contener a aquel cabrón hasta que llegase la caballería pesada. No podía fallarles; así no.

Mi mano palpó el suelo en busca de mi espada y en cuanto la encontré, hice lo posible por levantarme. Mi enemigo ni siquiera había entrado en posesión y yo estaba en estado de Quimera, así que no podía perder, al menos, no de una forma tan humillante. Puse todo mi poder en la hoja, intentando alcanzarle, pero aquel hombre era como un fantasma; cuanto más intentaba cazarle, más me costaba acercarme. Pude notar como los cortes iban apareciendo por mi piel, aunque él seguía sin tener ninguna espada en las manos, hasta que, por fin, cedí. Había perdido demasiada sangre como para moverme; la espada se me resbaló de los dedos y un corte me surcó la cara, cegando mi ojo derecho. Con una rodilla hincada en el suelo, me giré y vi el único ojo de mi rival. Estaba preparado para matarme y cerré los ojos, maldiciéndome a mi mismo por mi debilidad... por haberles fallado a todos y esperando que mi muerte fuera rápida. Pero la muerte no llegó; abrí los ojos y allí estaba, un chico alto, de cabellos rubios y piel morena, parando el golpe que habría sido mi final; pese a que había reemplazado su camisa hawaiana por una armadura dorada completa, no había forma de que no le reconociese.

-¿Charlie...? -Murmuré, semi inconsciente.

-Parece que te han dado un buen rapapolvo... -Dijo en tono burlón, pero, enseguida, la seriedad volvió a su rostro, mientras miraba a su enemigo- Tú, pedazo de mierda... Estás muerto...

-Mis constantes vitales siguen en perfecto funcionamiento... -Dijo el chico pelirrojo, con voz mecánica.

-No lo entiendes -La voz de Charlie desprendía una ira que nunca antes había escuchado. Su Armadura de Karma ya había empezado a formarse; un aura dorada como un sol incandescente.- Caminas, respiras y hablas, pero estabas muerto en el instante en el que decidiste poner un dedo sobre Luca...

1 comentario: