miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mall Adventure 2 Travel 10

-¿¡Nunca hemos ido a comprarme unos pantalones!?
-Mírate...

Estaba en calzoncillos.
Abracé a Jabón.

-Pensaba que te había perdido.
-¿Qué dices?



Le conté todo lo que al parecer soñé.

-Tienes que ir al psicólogo, a fin de cuentas estás hablando con un jabón.
-Ya...

Unos golpes cerca de mi habitación me asustaron.
-¿Qué ha sido eso?
-¡Nada! -dijo mi madre de repente. Lo había dicho tan rápido que me pareció sospechoso.

Fui hasta mi cuarto. Sonaba en mi armario. Algo daba golpes.
Abrí el armario y allí estaba... una radio puesta.

-¿Ves lo que te dije? No hay nada. -dijo mi madre que todavía iba por el salón con el andador.

Golpes de nuevo. Me acerqué. Venían del fondo del armario, de detrás de la radio. Le di una fuerte patada y cayó. Y sí... ahí estaba una televisión encendida.
Golpeé otra vez el fondo y apareció una videoconsola. Ruidos detrás de ella, un cine. Ruidos, niños jugando. Ruido, un ordenador. Ruido, un portátil. Ruido...

-¡Despierta!

Me levanté de un bote. Jabón estaba encima mía. Le conté la pesadilla y la pesadilla de la pesadilla.

-Pues esto no es mejor. -me dijo.

Estabamos metido dentro de una olla, mi madre se estaba haciendo un puchero con nosotros. Y al lado estaba mi hermano.

-¡Hermano!
-Un placer, pero no es el momento Víctor.
-Tengo hambre. Y os pienso comer. -nos dijo mi madre.

Miré a mi hermano y a Jabón. Ambos supieron lo que quería decirles y asistieron.

-Vuestro padre me supo a poco, quiero más. -troceaba cebolla. Jabón le daba consistencia al puchero.

Los tres nos cogimos de las manos y los lancé a los dos. Jabón le dio en la cara y la cegó. Mi hermano la tiró al suelo.

Mientras cogí harina, rebocé a la lagarta de mi madre y la metimos en el horno unos 30 minutos. Rico, rico.

Cuando salió del horno el rico olor de lagarto inundó la cocina.
Nos comimos la lagarta y unas perdices por eso del tópico de los finales felices.

Por fin con mi hermano, teníamos una nueva mascota, Jabón y la casa ahora era nuestra.

Todo parecía calmado y que la paz reinaba, pero los restos de la lagarta de nuestra madre estaban reviviendo en la olla en las que no metió, pero eso es otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario