miércoles, 13 de noviembre de 2013

Lullaby #Día6 Gods of War (por la mañana)

Mi sueño fue turbulento, pero muy vivido, sin embargo, al despertar no lo recordaba solo sabía que había soñado algo horrible. Me desperté mucho antes, en mi cama, junto a Alice. No pude evitar pararme a contemplarla un momento. Nuestra relación había sido tan corta y, a la vez, tan intensa... No podía parar de pensar, una y otra vez "Ha valido la pena". Me levanté intentando no despertarla y me fui a duchar. El agua fría me recorrió la piel, terminando de despertarme. Una vez así, bajé a la cafetería del hotel, donde encontré a Styx, sentado, afilando su gran mandoble plateado, como si fuera lo más normal del mundo. Estaba allí con Nerya y Atlas; probablemente hablando de la próxima batalla. En cuanto me vieron, Styx me saludó y me hizo un gesto para que me acercase.

-Bueno, bueno, por fin despiertas... -Dijo Arthur, sonriendo. Pude ver que había algo extraño en su mirada, sus ojos ya no se me antojaban tan frios y amenazantes como siempre, sino, más bien, como los ojos de un hombre que espera a ser ejecutado.- Hoy es el gran día. Nos lo tenemos que jugar a todo o nada...

-Mi hermano y yo hemos preparado algo especial para ti -Susurró Nerya, señalando una bolsa de deporte junto a ella.- Pensamos que te vendría mejor que la armadura gastada que tienes... -a penas me costó percatarme del rubor de sus mejillas- Krim y Atlas nos ha ayudado mucho y Arthur nos ayudó con las medidas, porque tenéis más o menos la misma complexión... -En cuanto abrió la bolsa pude ver en su interior una larga chaqueta de cuero blanco, acorazada con exquisitas piezas de acero plateado, tan pulido que parecía un espejo.- ¿Quieres que te ayude a ponértela? -Preguntó, casi muriéndose de la vergüenza.

-No, gracias, me la pondré luego. -Dije, intentando declinar su oferta lo más amablemente posible- ¿como vamos con los preparativos?

-Krim a pedido un par de favores a sus amigos europeos y la empresa de mi madre nos ha facilitado un autentico arsenal de guerra, tenemos cientos de armas legendarias y material militar a nuestra disposición. -Dijo Styx, señalando a unos camiones aparcados en el exterior.- Tambien tenemos vehículos de varias clases, pero por desgracia, no hemos conseguido tanques pesados.

-¿De verdad pensabais traer tanques? -Me quedé a cuadros al escucharlo, hasta que vi como todos se empezaban a reir- Vale, gracias por hacerme quedar mal, Styx... -Miré alrededor un segundo- Hablando de tanques ¿Donde está Charlie?

-Debe de estar en Oniria... Tiene un trato a medias... -Dijo Atlas- Su espíritu ha roto su contrato y le ha devuelto su pago... No sabría decirte porqué, pero ahora lo importante es que encuentre otro antes de la batalla.

Me quede algo sorprendido frente a la noticia. No conocía muy bien al espíritu de Charlie, pero sabía que era uno de los protegidos de Bell. ¿Que le habría llevado a dejar tirado a su medium en un momento tan importante? Sea como fuere, yo no podía hacer nada al respecto. Intenté desayunar con los demás, pero ninguno hablaba demasiado. Todos, incluido Styx, estaban preocupados por lo que sucedería en a penas unas horas. Cuanto más probaba a despejar mi mente, más turbios se volvían mis pensamientos; ¿Y si no ganábamos?¿Y si moría alguien?¿Y si era la última vez que veía a mis amigos?

El resto de la madrugada fue bastante movido, todos estaban de un lado para otro, preparándose, afilando sus armas, puliendo sus armaduras, comprobando que todos sus dispositivos funcionaban correctamente... Yo me pasé casi todo el tiempo hablando con los capitanes de cada equipo, asegurándome de que todos tenían claro cual era el plan de ataque. Tuve especial tacto con los que irían en la vanguardia, intentando quedarme con todas sus caras y nombres. Yo mismo iría en primera linea, con Styx, junto a las unidades de "caballería". En realidad, no sabría si es correcto llamarlas así, ya que no usábamos caballos, sino motocicletas de combate. Como yo aun no sabía conducir, iría en el sidecar de Arthur.

Cuando finalmente se acercaba la hora, todos estábamos enfundados en nuestros trajes de combate y armados hasta los dientes. Los camiones blindados que había traído la señora Stormkind, nos servirían para llegar hasta el lugar acordado. Todos los generales íbamos en el mismo, así que al menos pude estar rodeado de caras conocidas. Allí estaba Styx, con su pintura de guerra sobre el rostro y su atuendo habitual, solo que un poco modificado; bajo la chaqueta, llevaba una armadura que imitaba un costillar humano y unos guanteletes que le cubrían todo el antebrazo. Luaccyan no llevaba ningún refuerzo de acero, o metal, pero su ropa se ajustaba aun más a su cuerpo gracias a un centenar de correas de cuero negro, cerradas con hebillas doradas, además, el mecanismo de sus espadas estaba por fuera de la ropa, plena mente visible; realmente eran una preciosa obra de ingeniería, seguramente, obra de Krim. Nerya llevaba una armadura griega color azulado sobre la ropa, exquisitamente adornado, andole un aire de suirena; Tenía una gran faldar de escamas reluciente y el lugar de un penacho, su yelmo de estaba coronado por una gran aleta; A su espalda, llevaba un.gran tridente dorado, con varios zafiros engarzados. Por su parte, Alas llevaba una armadura mucho más modesta, de acero, un "externum" más parecido a una armadura romana que griega, sin a penas ningún adorno; Como arma parecía llevar solo un anillo con el sello del Olimpo grabado. A mi lado, Alice estaba enfundado en una armadura de cuero rojo endurecido y seda; una armadura ligera y flexible, que le dejase moverse con libertad, con dos cintos repletos de cartuchos de dinamita colgados de su cadera. También estaba allí Vladik, el chico que había conocidos unos días atras, aunque a mi me parecía casi una vida. No me lo habían dicho antes, pero Slepnier, había sido una Alianza de tamaño considerable antes de unirse a Lullaby y aquel chico era nada menos que el medium del poderosos dios del trueno Thor. Él no llevaba armadura, sino que iba con el torso desnudo, repleto de tatuajes con la unica defensa de un gran cinto de cuero con una gran hebilla de acero, que cubría casi todo su vientre, con el signo del ciclo eterno gravado. Empuñaba un pesado martillo, con el mango algo corto, pero con la cabeza surcada por bellos gravados.

Sin embargo, habían dos personas que faltaban; Charlie y mi madre... Ninguno de los dos había aparecido por ninguna parte en toda la mañana, pero no había tiempo para esperarles. Solo nos quedaba esperar a que todo saliese bien y llegasen en el momento adecuado. "Eso sería muy propio de Charlie" pensé "Seguro que dice algo como que los héroes siempre llegan en el último minuto". Sonreí para mi mismo; era increíble como en a penas seis días había cambiado toda mi vida. Pensé en mi aburrida vida antes de todo aquello y en como llegaba todos los días a casa, aburrido, sin nada que hacer, pensando una y otra vez que nunca podría dejar mi huella en el mundo. Y allí estaba, en un camión lleno de semidioses para enfrentarme al diablo en persona. Era peligroso, podíamos morir todos aquel día, pero, por alguna razón, me sentía más vivo que nunca.

Cuando el camión se paró, empezamos a descargar todo. Todo fue muy rápido y preciso, todos sabíamos lo que hacer y como. Aquella sería una dura batalla; no cabía duda y sabía que en los corazones de mis compañeros se asomaban las sombras de la duda, pero yo estaba allí para evitar justo aquello. Cuando todos estuvieron en sus puestos, me adelanté y alcé la voz todo lo que pude, para que toda aquella horda de gente me escuchase.

-Hoy nos reunimos aquí para enfrentarnos a las tinieblas... -dije, intentando ser solemne. No había preparado ningún discurso, pero en el fondo, sabía que era lo que tenía que decir.- Sé que a vuestro lado veis caras de algunos que un día os traicionaron, o fueron enemigos... sé que algunos lleváis años peleando en causas contrarias, pero... Hoy, ¡aquí y ahora! todos nosotros somos hermanos. -Hice una pausa para coger aire- Nosotros ya no somos Guillotine, Requiem o Lullaby... Somos, Cerberus, los guardianes del Infierno... y esos hijos de puta se creen que pueden escaparse delante de nuestras narices... -Dije, con una sonrisa sarcástica- ¡Así que vamos a devolverlos al agujero del que salieron, a sangre y fuego!

Pude oir el rugido de la multitud, todos tenían sonrisas en sus caras. Me sorprendí a mi mismo sonriendo y bromeando con la gente, mientras me dirigía a mi puesto. Le íbamos a enseñar al diablo una lección de humildad, costara lo que costara. En cuanto me senté en el sidecar de la moto de Styx, adornada con cráneos, demasiado realistas para ser de pega, sentí como el diablo de mi interior rugía. La guerra había comenzado.

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