Corríamos a los escaparates de las tiendas buscando televisiones, pero solo tenían muñecos rechonchos de peluches con una antena en la cabeza y una pantalla en el estómago. Daban miedo, esas caras... Pero todos estaban fuera de servicio.
-¡Cojones, que susto me ha dado el Sol-bebé psicópata! -exclamé.
El sol no dejaba de sonreír.
-Déjalo en paz, es muy chico. -me dijo Jabón.
Dejé de arañar la pantalla y seguí buscando un indicio de mi hermano. Me di la vuelta y vi un cartel publicitario de una película en el cine. Salía una rana, pero ¿sería él? Con lo lagarta que es mi madre capaz que sí.
-¡Nos vamos al cine!
Fuimos al cine y compramos palomitas, jabón compró una caja de detergente para picar.
La película fue genial, pero no nos dio ninguna pista. Solo conseguimos empacharnos y yo ponerme malo, sin querer piqué del detergente de Jabón. Estaba bueno, pero muy espumoso.
Eructé y una pompa gigante salió de mi boca, cobró vida.
-Soy pomposo, me uno a vuestra aventura. -duró poco, estalló a los dos segundos.
-¡Noooooooooooooooooooooooooooo!
No pude evitar llorar, le había cogido mucho cariño.
-Era un buen chico, ese mocoso.
-Pomposo. -me corrigió Jabón.
-¡Eso!
Salimos tristes del cine en busca de otra pista.
Me caí por una alcantarilla abierta, una pista era...
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