martes, 29 de enero de 2013

Escapando


¿Cuanto tiempo llevo aquí? ¿Días? ¿Años? ¿Meses? ¿Horas? Ya no sé. Me trajo aquí porque me quería. O eso dice él siempre. Al principio todo eran mimos, caricias, inclusos besos. Pero cuando vio que rechazaba todo de él, cuando vio como temblaba cuando el llegaba y que no paraba hasta que él se fue, su amor se retorció sobre si mismo y se transformó. Ahora no importa si él esta o no, siempre tiemblo. Tiemblo por no saber cuando llegará, tiemblo por todos mis recuerdos en los que él está. Tiemblo de terror.


La pequeña luz que filtra el hueco entre la pared y el suelo cobra vida, se mueve, tintinea, desaparece, luego se escucha como la cerradura gira sobre si misma y chilla avisándome. Él me llama por mi nombre de forma cariñosa, se nota ternura en la voz, pero no es más que un cordero con piel de lobo.
La puerta chirría, se abre y ahí esta aquel que dice amarme, aquel que me encerró entre cuatro paredes y hace florecer en mi piel marcas purpuras. Dice que no he de temerle, pero es difícil no hacerlo.

Levanto la mirada lentamente, me duele todo el cuerpo al hacerlo. Y ahí esta. Esa mirada.... Lo que con la voz dice, con los ojos lo desmiente. Todo cuanto veo en ellos es locura y obsesión pero, ¿no habría que estarlo para hacer lo que me hace?

Hoy ha llegado el día, todo el miedo y dolor que me ha infligido se ha acumulado, mi determinación ha crecido y hoy pienso ser un ave que es escapa de su jaula.
Se acerca a mi con lentos pasos. No aparto mi mirada de la suya. Se relame. Se lo que quiere. Mi mente revive los recuerdos y tiemblo un poco más. Mi decisión crece. Cuando lo tengo enfrente, cuando se ha agachado para estar a mi altura, cuando con un simple gesto y un par de dedos apoyados en mi mentón alzan mi cara para verme, aprovecho y me lanzó sobre él. Como esperaba no me se lo esperaba y su cara de satisfacción se rompe y aparece la sorpresa. Forcejeo con él. Escucho lo que me dice. Nada nuevo, viejas palabras de desprecio usadas cuando su muñeca no hacía lo que quiere. Palabras que usaba para amaestrar y vejar. Ahora las usa nuevamente como armas, pero ahora no sirven de nada.

El forcejeo termina cuando su cabeza se encuentra con la pared y se queda quieto. Inmóvil. No hay respuesta, solo unos ojos entre sorpresa y locura.
Cuando la pared tras él poco a poco se tiñe carmesí, mi mente se da cuenta de lo que ha pasado. Se que he ganado, ¿pero a que precio? Tengo miedo. Mucho, pero soy libre.

Con pasos inseguros me acercó hacia la puerta, aún abierta. No soy capaz de creer aún lo que esta pasando. No es más que un sueño más de los muchos que he tenido durante las noches en estas cuatro paredes. Sueños febriles que desaparecen al abrirlos ojos, pero esta vez parece que no todo se desmoronará, esta vez todo parece real. Y lo es. Soy consciente de ello cuando al fin consigo poner un pie fuera de mi prisión y respiró con unos ajados pulmones una bocanada de aire fresco que hacía mucho tiempo que no probaba. Había sido capaz de superar sus miedos y liberarse de aquel terrible carcelero.

1 comentario:

  1. Gu-a-u. Y sé que se pronuncia en una sílaba pero lo separo porque si no no se puede expresar adecuadamente mi sorpresa.
    Aterradoramente precioso. Un diez.

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