Esta estampa observaba sin preocupaciones un chico puesto de pie el borde de un muro. Pese a lo inverosímil de su postura, estaba cómodo, pues sus movimientos eran dignos de un gato. Igual que sus ojos, de pupilas rasgadas, que miraban el cielo de aquella selva mesoamericana, rodeados de unos iris del color del jade.
-¡Eh, Felino! ¿A cuántos machacarás hoy?- le dijo un viandante.
El Felino era un luchador callejero. Como gladiadores de un submundo oculto y arcano, peleaban al caer la noche, a espaldas de la ley, para ganarse el pan y, con suerte, poder llegar algún día a una liga de lucha profesional o a una vida mejor al menos.
-Tranquilo, tron, esta noche sólo voy a entrenar. El Jefe me ha seleccionado para un combate muy importante mañana
“El Jefe”. En estos 16 años sólo le habría llamado por su nombre un par de veces, y ya lo había olvidado. Era su mannager, y también su protector. Y prácticamente su único padre todos estos años, pues no recordaba tener familia.
-¿Y eso?
-¡Si gano tal vez pueda ser por fin luchador profesional en la liga americana!
Precisamente este Jefe le había entrenado su potencial y sus… Rarezas. Y le había prometido que al cumplir los 18 años haría lo posible por enviarle a Norteamérica. Y dentro de un día era su decimoctavo cumpleaños.
-¿Contra quién combatirás?
-Contra “El Deslumbrante”…
-Ay madresita, te ha tocado uno gordo… ¡Creo que vas a necesitar un poquito de suerte esta ves!
Tal y como su jefe le había prometido le dio la oportunidad de salir de su vida. Si ganaba a un tipo tan famoso como el Relámpago, conocido en todos los antros de lucha callejera, tenía asegurado el pasaporte. Pero debía ganar.
-¡Ningún problema! Puedes estar tranquilo. No será diferente esta vez ¡Sólo necesito entrenar! ¡Y a eso que me voy!
Con soltura y garbo se despidió e hizo un salto mortal hacia atrás, con el que se subió a las ramas de un cercano árbol de mango. Se colgó de la rama y se impulsó hacia arriba, terminando agarrado a una cornisa de una casa. Subió y se alisó su chándal de deporte antes de seguir caminando por los tejados.
Entenderéis porqué le decían que era “como un gato”.
Su “paseo” le llevaba a la selva. No os equivoquéis, disfrutaba de la ciudad tanto como puede disfrutarla cualquier gato callejero, pero una ocasión especial requería un entrenamiento especial. Y sólo la selva, caótica y salvaje, podía ofrecerle un gimnasio de entrenamiento a la altura de la ocasión y sus aptitudes.
Llegó al bosque tropical cuando el sol ya se había escondido. En el cielo se mezclaban estrellas y nubes violetas, además de la luz de la ciudad, todavía no muy distante. Iba de rama en rama, como un mono, buscando un lugar apropiado.
De repente encontró un río que no había visto nunca.
-¿Hum? ¿Y eso?- dijo colgado boca abajo
Bajó de su “atalaya” y se acercó a inspeccionar el riachuelo. Conocía bien la selva y sabía que nunca había habido tal hilillo de agua allí, y además estaban en la estación de secas. ¿Cómo se había formado entonces?
-Bueno, da igual, tampoco es que sea gran cosa- dijo para sí
Lo saltó con desdén y siguió su camino
****
La noche ya había caído en la selva. Felino llevaba un rato corriendo, pegando puñetazos a los árboles y haciendo acrobacias imposibles. Estaba concentrado, se sentía capaz de todo. Era imposible perder.
Pero justo iba saltando cuando encontró en medio de la selva una roca enorme que le deshizo toda la seguridad
-¿Eh…? ¿¡Pero qué..!?
Era una enorme cabeza humana hecha en piedra, más alta que él incluso. Miles de lianas la aprisionaban como una red.
-¿¿Cu… Desde cuando está esto aquí??
Bajó de la rama a inspeccionarla. Los ojos del rostro, severos, parecían mirarle con desprecio.
-Hmmm… Parece un hallazgo arqueológico…- miró a los lados, esperando ver alguna clase de campamento de excavación -Me pregunto cómo no habrán encontrado esto antes… Es enorme
El rugido de un jaguar en la noche le contestó la pregunta. Se giró sobresaltado. No había nada.
-Será mejor que me vuelva a la ciudad…- se dijo, volviendo a su monólogo. Se empezaba a sentir muy solo en ese sitio perdido
Se encaramó a una rama y empezó a saltar de nuevo de árbol. Empezaba a sentirse cansado. Tenía ganas de dormir. Pero tenía que volver.
En un determinado momento se dio cuenta de que no sabía hacia dónde iba. ¿Perdido? Imposible. Se dejaría guiar por sus finos oídos y olfato, le llevarían al ruido y el olor de la ciudad.
Pero su oído y olfato parecían traicionarle, igual que la vista. Sólo oía insectos nocturnos chirriando y el olor de la selva tropical, extrañamente picante aquella noche.
Empezaba a ponerse nervioso, así que buscó un lugar menos poblado de vegetación. Y entonces encontró un claro en la selva. Saltó sin dudar al suelo y salió al aire libre.
No esperaba para nada lo que se encontró allí.
Era una extensión enorme de hierba contra la noche. Enormes cabezas como la que encontró en la selva miraban hacia las estrellas, contra las que se recortaba una especie de pequeña montaña de tierra.
-¿Qué…? ¿¿Qué diantres??
Empezó a pensar si era producto de alguna picadura de bicho. O si alguien que no quería que ganase mañana le había administrado alguna droga de alguna forma…
Mañana. No sabía dónde estaba pero debía volver a la ciudad para mañana. Decidió subirse a la montaña, a ver si así la divisaba.
Cuando llegó a su pie no pudo evitar quedarse bocabierto: ¡Era una pirámide! Estaba hecha de tierra apisonada, como si fuera una obra de algún niño gigante en algún cenagal cósmico. La hierba la cubría entera, ocultándola, pero su forma geométrica y escalonada no llevaba a dudas.
-¿¿Co… Como no he sabido nunca que esto estaba aquí??- gritó con las manos en la cabeza. Creía volverse loco.
Un jaguar en la lejanía volvió a contestarle su retórica. Se sentía asustado y desvalido, un mero gatito en medio de una jungla de depredadores.
Vio que había una entrada a la pirámide. Era como la boca de un monstruo que le miraba como si fuera devorarle. La flanqueaban dos imágenes de ¿Hombres? Eso parecían, aunque su rostro y su postura recordaban a las de un félido preparado para atacar.
Otro rugido ¿Iría a por él? Empezó a decirse que no quería morir devorado, empezaba a darse cuenta de que estaba muy nervioso. Decidió que esconderse era lo mejor que podía hacer, al menos de momento.
Y se metió en la boca del monstruo.
Mientras, alguien con cabellos blancos le observaba desde lo alto de una de las monumentales cabezas.
****
¿Cuánto tiempo
llevaba bajando escalones? ¿Un segundo, una hora, un día o un siglo? Cuando
entró se encontró una escalera que bajaba hacia un fondo desconocido. Estaba a
mucha profundidad ya, al principio las paredes eran regulares y estaban hasta
recubiertas de piedra labrada. Ahora tenían las irregularidades típicas de
cualquier caverna. Además ya no escuchaba nada. Sus finos oídos le dolían por
el silencio tan absoluto.
¿Porqué seguía
bajando? Ya no lo sabía ¿Curiosidad, acaso?
-La curiosidad mató al gato, Felino- se dijo para “animarse”
-Tu sigue que lo estás haciendo muy bien…
Las paredes se
ensanchaban. Parecía que llegaba a algo.
No se equivocaba.
Aunque desearía estar equivocándose. Porque al fondo de las escaleras apareció
una luz.
-¿Luz? ¿¿Aquí??
Se imaginaba lo peor.
Paró en seco. No quería morir…
Un rugido de felino
justo detrás de él. Se giró.
Un jaguar le miraba
con unos ojos brillantes 5 o 6 escalones más arriba.
-¡AY MI MADRE!
Huyó escalones abajo.
Le daba igual ya la luz, si era la muerte ya tenía la muerte en todos lados. Se
despidió del mundo que conocía, aunque no era mucho. A fin de cuenta jamás
había visto a sus padres. El Jefe había sido su único familiar.
Y cruzó el umbral.
Sus ojos se entornaron ante la luz repetina. Del silencio más aboluto pasó al ruido de una lejana selva, con sus cascadas, sus animales y sus lluvias torrenciales. Del frío de la humedad al calor del sol. De lo opresivo de la caverna, al aire libre y la brisa. Del olor a muerte al olor a vida exuberante, picante y dulce a la vez
Lo que encontró no
era para nada lo que esperaba, aunque tal vez sí. ¿Acaso era aquello el cielo?
Contra un cielo de
rosa pastel y rojo guindilla se recortaban, enormes, árboles tan grandes y tan
anchos como torres, o como rascacielos, o incluso montañas. De las ramas de
algunos caían enormes cascadas, que se convertían en lluvia al llegar a la
selva interminable que crecía junto a sus raíces.
-Absurdo…
Quiso volverse, pero
se encontró que tal cosa era imposible, pues el agujero por dónde había entrado, la cueva, la montaña y todo su mundo habían desaparecido. Era como si se hubiera teletransportado a otra dimensión al cruzar el umbral.
-Debo estar alucinando... ¿Que diantres llevaban esas tortas del mediodía?
Se resignó ante su
destino final y echó a andar. Al menos quería enterarse como era la vida en el
Más Allá. Y quería ver a sus padres si podía.
****
Tal vez llevaría
horas andando. O tal vez días o tal vez incluso siglos. Aunque también podrían haber sido
segundos. Había perdido la noción del tiempo y el espacio. Pero por fin encontraba algo.
Eran dos grandes columnas de piedra,
lisas, que daban la entrada a una galería de selva extrañamente empedrada.
Parecía que era por ahí.
Tomó el camino. Al
principio bien. Se escuchaban pájaros e insectos. Y entonces, tras un árbol de
cacao apareció un jaguar.
-¡Oh mierda, otra vez…!
Iba a huir en
dirección contraria, pero algo le dijo que no había peligro. Había algo en la
mirada de ese felino. Era como sumisión, como respeto. Parecía casi inclinarse
ante él, pese a que era mucho más majestuoso. Pero lo más impresionante es que Felino parecía entenderse con él. Era como estar con sus semejantes. Como estar con un familiar incluso, aunque no conocía esa sensación.
Pronto Felino se
percató de que no era él único. Toda clase de félidos le miraban desde los
lados de la galería. Leones, tigres, ocelotes, pumas, panteras, leopardos…
Incluso un tigre siberiano de esos blancos o un gato doméstico, que se le acercó y se le restregó contra una pierna con cariño y zalamería. Todos le
miraban con la misma expresión.
-Hola bonito,- le dijo al minino, al que se agachó a acariciar -¿Tu sabes dónde estoy?
-Estás en el hogar de tu alma- le dijo una voz poderosa
Al alzar la vista vió que el que le había hablado era un hombre
alto y moreno, de pelos blancos como los del tigre siberiano, que parecían de plata al reflejar la luz. Felino se percató de
que sus orejas eran peludas, alargadas y blancas como las de un animal, y que
tenía una cola peluda, blanca también; que le salía de detrás, pero no se
sorprendió. Bastante había visto ya esa ¿Noche? Porque había perdido la noción
del tiempo.
-¿Qué es este lugar?- pudo preguntar al fin
-Este es el lugar dónde tu origen y tu destino se
encuentran- le respondió misterioso -Es a la vez sólo tuyo y de todo el mundo a
la vez. Este…- levantó los brazos -Es tu secreto tú
-¿Y qué hago aquí? ¿He…?
-No, Felino, no- escuchar su voz le asustó, aunque le
tranquilizó a la vez -Precisamente este es el lugar dónde vas a empezar una
nueva vida. Y tu auténtica misión.
-¿Mi auténtica misión?
-Felino, he venido a buscarte por voz y orden suyo.
Ella te ha traído aquí para que contemples su poder y comprendas tu misión.
-¿Pero qué misión? ¿De qué me hablas? ¿Y quién es “ella”?
Pájaros graznaron, como indignados ante la pregunta
-Tu madre, la mía y la de todos estos
animales, la misma Madre Tierra, mi señora y la de todos. Te ha convocado para que seas mi sucesor en la misión de mantenerla a
salvo de los peligros que la acechan.
-¿La Tierra está viva?- dijo incrédulo
-¿Acaso puede nacer plantas de un terreno yermo? ¿O puede
una gata muerta tener cachorros? Por supuesto que está viva, respira y piensa,
y quiere que seas su protector conmigo.
-Pero…- Felino estaba desubicado -¿La Tierra un ser vivo?
¿Ser su protector? Yo…
-Comprendo tu miedo. Desde el león al escarabajo todo lo que nace y muere en la Tierra tiene miedo alguna vez. Pero sólo los fuertes sobreviven. Necesito que seas fuerte y aceptes tu destino.
-Pero... Es que irme así... Tan de golpe... ¿Y a entrenar además? Bueno yo ya lucho no creo que...
-Lo necesitarás. Hay cosas que no controlas ni dominas y dominarlas deberás si quieres cumplir lo que Madre te ha ordenado.
-Pero... Tengo una vida aquí y eso...
-¿Acaso hay algo que te ata, niño felino?
Se acordó de algo
importante
-Tengo un… Trabajo. Bueno, no es un trabajo en el sentido
estricto del término pero funciona casi que así… Bueno, el caso es que…
El personaje le
detuvo con la mano
-Tranquilo, lo entiendo. Sabía que me dirías algo así, aunque felino en parte, también eres humano en otra y tienes ataduras, como todos los hombres. No te preocupes, te daré un día completo, con su noche, para liberarte de esas redes. Se que puede ser duro, pero confío en que escojas el camino correcto
-Bueno no voy a despedirme aunque si tengo que hacer algo importante maña...- se acordó del tiempo que
llevaba allí -¿Cuánto tiempo llevo aquí metido?
-¿Metido? Este y todos los lugares que has visto están
dentro de ti. No estás metido en ningún sitio, sigues siendo tú.
-Ya pero… Creo que llevo mucho tiempo aquí y tenía que hacer
algo importante… Además, ¿Cómo gatos se sale?
-Confío en que seas mi alumno así que será mejor que vayas
aprendiendo algunas cosas… Dime, ¿Cuánto dura un pensamiento?
-Pues…- Felino empezaba a impacientarse con tanto misticismo
-¿Nada?
-Exacto. Cierra los ojos y deja de pensar… Y nada habrá
pasado.
Probó. Cerró los ojos
e intentó olvidar que estaba allí. La selva, el riachuelo, las cabezas, la
pirámide, la cueva, los árboles gigantes, los gatos… “Nada ha pasado, nada” se
repetía una y otra vez como un mantra…
Como no conseguía
nada fue a abrir los ojos para pedirle a su “maestro” alguna idea pero… Ya no
estaba. Ni los árboles gigantes, ni el cielo rosa, ni los gatos.
Estaba en el borde de
la selva, al lado de la ciudad. Era todavía de noche y sintió que era cierto. El aire, su aroma, el sonido... Todo había vuelto a ser lo que conocía.
-Qué extraño…- se dijo. Y tras echar unas ojeadas hacia
atrás volvió a su ciudad, aliviado.
¿Había sido real o sueño? Si el tipo blanco y lo que decía eran reales mañana lo sabría.
Pero antes pensaba ganar su combate.
Bueno, aquí está, el primer spin-off hecho por el porpio autor para Hooded Heroes. El protagonista Felino, de quien quiero mostraros lo que le pasó antes de convertirse en miembro de los Héroes Encapuchados.
ResponderEliminarUn texto un poco experimental, cierto, pero espero que os guste ^^
Interesante, mucho, poco a poco vamos sabiendo más de los integrante de los Hooded Heroes :) P.D: Se nota que estas estudiando aztecas y tal xD
ResponderEliminarWaw, quiero ver ya la pelea O_o" Aunque ya sabemos que pasará algo y se volverá aprendiz del albino personaje... Y me ha encantado el lugar en el que pasa todo, con las pirámides y la jungla *O*
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