Mis padres, Milla y todos a los que había conocido estaban alrededor mía.
Todos me echaban la culpa de su estado. De haber muerto. Todos eran zombies.
-Lo siento.-dije con un hilo de voz.
Se acercaban.
-Lo siento.-dije mas alto.
No paraban de andar.
-¡Lo siento!
No se detenían.
-¡¡Lo siento!!
Estaban ya muy cerca mía
-¡¡LO SIENTO!!-grité incorporándome.
Estaba en la enfermería, tumbado en una camilla. Me habían quitado la camiseta y puesto un paño húmedo en la frente.
-Por fin despiertas.-dijo Milla saliendo de detrás de las cortinas que separaban las camillas.
-¡Milla! -le dije sorprendido al verla.
Estaba como siempre, con ojos azules y el pelo negro echado a un lado en un tirabuzón perfecto.
Intenté levantarme a abrazarla, pero no me dejó.
-Al menos acércate para que pueda abrazarte.
Se acercó y la abracé. Ella me lo devolvió.
-Te has pasado todo el día durmiendo. Ya es de noche.
-¿Y Nadia?Una chica pelirroja.
Negó con la cabeza.
-Así que no lo he soñado..... De verdad la han.....
-Lo más probable. Tenías una fiebre muy alta. Seguro que debido a la herida del brazo.
-Ya veo.¿Dónde estabas?
-En una de las aulas del final del pasillo de la planta de abajo. Pero me descubrió un monstruo de esos muy altos, así que subí a la planta de arriba y me escondí en otra clase.
-Entonces eras tú la que vi subir las escaleras.
-Lo mas probable.
No sabía que mas decirle. Estaba encantado con que estuviera bien y que al fin la hubiese encontrado.
-¿Cómo te ha ido a ti?- me preguntó sentándose en la camilla.
-Espero que tengas tiempo, porque no es corta.
-Tenemos tiempo.
Le conté con pelos y señales lo que pasó en mi casa, como huí, la llegada al hotel y mi encuentro con el loco y Nadia, como llegamos al estadio gracias a Thomas y conocimos a todos, la huida al centro comercial y como finalmente llegamos al instituto.
Milla acabó llorando.
-No me lo puedo creer. Dianne ha....
-Si...
-Aún nos queda una oportunidad. Aún estamos nosotros. Tenemos que salvarnos. Por todos.
Asintió y se limpió las lágrimas.
Milla me dio mi camiseta y me ayudó a ponérmela.
-Gracias.
-De nada.
Me acerqué a ella, acercamos mi cara a la suya y la besé.
Milla me apartó.
-¿¡Por qué lo has hecho!?
Me extraño bastante, hacía tiempo que salíamos juntos.
-No deberías haberlo hecho.
-¿Pasa algo?
-No es nada....
-Puedes contármelo.
-No es nada. En serio...
Su cara no decía lo mismo. Estaba preocupado por algo.
-Esta bien. Como quieras. -le dije dando mi brazo a torcer finalmente.
Cogí la pistola que estaba en la mesa.
-¿Lista?
-Si...
No hay comentarios:
Publicar un comentario