jueves, 13 de septiembre de 2012

Outbrak XXVII

Mis padres, Milla y todos a los que había conocido estaban alrededor mía.
Todos me echaban la culpa de su estado. De haber muerto. Todos eran zombies.

-Lo siento.-dije con un hilo de voz.

Se acercaban.

-Lo siento.-dije mas alto.

No paraban de andar.

-¡Lo siento!

No se detenían.

-¡¡Lo siento!!

Estaban ya muy cerca mía

-¡¡LO SIENTO!!-grité incorporándome.

Estaba en la enfermería, tumbado en una camilla. Me habían quitado la camiseta y puesto un paño húmedo en la frente.

-Por fin despiertas.-dijo Milla saliendo de detrás de las cortinas que separaban las camillas.

-¡Milla! -le dije sorprendido al verla.

Estaba como siempre, con ojos azules y el pelo negro echado a un lado en un tirabuzón perfecto.

Intenté levantarme a abrazarla, pero no me dejó.

-Al menos acércate para que pueda abrazarte.

Se acercó y la abracé. Ella me lo devolvió.

-Te has pasado todo el día durmiendo. Ya es de noche.

-¿Y Nadia?Una chica pelirroja.

Negó con la cabeza.

-Así que no lo he soñado..... De verdad la han.....
-Lo más probable. Tenías una fiebre muy alta. Seguro que debido a la herida del brazo.

-Ya veo.¿Dónde estabas?
-En una de las aulas del final del pasillo de la planta de abajo. Pero me descubrió un monstruo de esos muy altos, así que subí a la planta de arriba y me escondí en otra clase.
-Entonces eras tú la que vi subir las escaleras.
-Lo mas probable.

No sabía que mas decirle. Estaba encantado con que estuviera bien y que al fin la hubiese encontrado.

-¿Cómo te ha ido a ti?- me preguntó sentándose en la camilla.
-Espero que tengas tiempo, porque no es corta.
-Tenemos tiempo.

Le conté con pelos y señales lo que pasó en mi casa, como huí, la llegada al hotel y mi encuentro con el loco y Nadia, como llegamos al estadio gracias a Thomas y conocimos a todos, la huida al centro comercial y como finalmente llegamos al instituto.

Milla acabó llorando.

-No me lo puedo creer. Dianne ha....
-Si...
-Aún nos queda una oportunidad. Aún estamos nosotros. Tenemos que salvarnos. Por todos.

Asintió y se limpió las lágrimas.

Milla me dio mi camiseta y me ayudó a ponérmela.

-Gracias.
-De nada.

Me acerqué a ella, acercamos mi cara a la suya y la besé.
Milla me apartó.

-¿¡Por qué lo has hecho!?

Me extraño bastante, hacía tiempo que salíamos juntos.

-No deberías haberlo hecho.
-¿Pasa algo?
-No es nada....
-Puedes contármelo.
-No es nada. En serio...

Su cara no decía lo mismo. Estaba preocupado por algo.

-Esta bien. Como quieras. -le dije dando mi brazo a torcer finalmente.

Cogí la pistola que estaba en la mesa.

-¿Lista?
-Si...

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