11 de Enero de 1468
-Enhorabuena, es un niño sano.
Me
sentía aturdido y mareado. No sabia donde estaba y cuando intente decir
algo lo único que salio de mi boca fue un berrido inarticulado. Estaba
tan aterrorizado que no paraba de intentar pedir ayuda pero no conseguía
nada más que berrear.
Fue entonces cuando note un agradable calor
que me rodeaba y me reconfortaba y supe que era mi madre. Pero cuando
por fin conseguí abrir los ojos no vi a mi madre, al menos no la que yo
conocía, pero una parte de mi me decía que si lo era.
(No se recree demasiado, Sr. Rogers, no es su madre de verdad.)
(Oh, cállate) Estaba demasiado a gusto como para hacer caso de ese doctor pirado.
-Firo-
Dijo la mujer que yo creía que era mi madre- Firo Serra da Firenze, ese
será tu nombre- Se giro hacia un hombre con mascara blanca que debía
ser el doctor- Gracias por venir, Gaspar, siento haberte metido en todo
esto, pero no conocía a otro doctor de confianza.
(Ese es Gaspar Malfattore di Russo más tarde conocido como Malfato, quédate con su nombre, puede que te sea útil más adelante)
-No
te disculpes, mujer. Os lo debía a ti y a Marco- Se interrumpió y se
giro bruscamente hacia la puerta- Son ellos ¿Cómo nos han encontrado?
Oía
voces al otro lado de la puerta, eran voces de hombre, había tres que
querían pasar y por lo que parecía el otro hombre se lo impedía. Poco
después oí el ruido de metal contra metal y supe que estaban luchando.
-Tenemos
que irnos, Matilda- dijo el doctor mientras atrancaba la puerta de la
habitación- Marco los detendrá un tiempo pero no para siempre.
-Yo no pudo, Gaspar, lo sabes- me miro un momento y dijo- Llévate a Firo contigo, por favor. Se que solo te retrasara pero…
-No te preocupes, no dejare que le pase nada malo, Matilda.- respondió el galeno cogiéndome en brazos.- Ciao, bela
No hay comentarios:
Publicar un comentario