lunes, 14 de mayo de 2012

El mundo subterráneo #4


“Si vamos hacia abajo, nos cansaremos menos.- Razonó Herc.
-Cierto, cojamos el camino hacia la luz blanca.” Paul no estaba tan seguro y, tras mirar un rato los dos caminos, comentó:
“Pero si cogemos ese camino y termina por ser el equivocado, tendríamos que subir una cuesta para volver aquí, y otra para seguir el siguiente camino. Yo opino que deberíamos ir por el camino hacia la luz roja, que si es el incorrecto, solo tendríamos que bajar.” Dicho esto, los tres hermanos se dispusieron a ir cuesta arriba.


Un muro de zarzales impedía ver lo que había dentro, y un hueco era lo único que permitía ver y entrar, aunque solo se observaba un camino. Al lado de esta entrada, alguien había situado un círculo con un dibujo de un hombre tachado por una “X”. Era posible que fuese la entrada hacia los aposentos de un Dios, así que a Herc y a Jules les pareció lógico este recibimiento.
Aunque Paul tenía sus dudas, pero sus hermanos ya estaban en camino.

Unos minutos después las dudas se aclararon. Vieron en su camino a gente en una rueda dando vueltas una y otra vez, otro no podía beber ni comer, puesto que el agua y las manzanas por las que estaba rodeado se alejaban, otro intentaba subir una roca gigante por una montaña sin conseguirlo, siendo aplastado cada vez que se le resbalaba de las manos a escasos metros de la cima.
No podían perder tiempo y siguieron el camino, aunque los gemelos tenían inmensas ganas de salvar a esos pobres. Paul conocía a todos y cada uno de ellos, y no pensaba de la misma manera, pero no había tiempo.
Llegaron ante una gran cueva. La entrada debía medir 10 metros de diámetro como mínimo, y varios pies gigantes defendían a esta de los intrusos. Los gigantes tenían incontables manos. “Por algo son llamados Centímanos” pensó Paul. Antes de poder advertirles, Herc salió volando al interior de la cueva.
“¡NO!” gritó el joven, pero era demasiado tarde, solo pudo detener a Jules. Herc ya estaba dentro.

Unos gigantes estaban encadenados en el interior de la cueva y parecerían estar muertos, de no ser por los quejidos. No había ninguna salida, así que dio media vuelta y se dispuso a salir. Un pie gigante se lo impidió.
“No podemos dejar a nadie salir. Ningún ser aquí encerrado saldrá nunca.- Rugió un centímano.
-Intenté detenerte. Aquí están encerrados los Titanes, y los Centímanos no dejan escapar a nadie.- Le explicó Paul a su aterrorizado hermano.
-Pero tengo que salir… ¡TENGO QUE SALIR DE AQUÍ!- grito sollozando Herc.
-Solo se me ocurre una manera… hemos de buscar a Hades.” Respondió Paul. Los dos hermanos libres partieron sollozando hacia el otro camino.

3 comentarios:

  1. Buena historia, con mucha acción e interesante. Sigue así :D

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  2. Dios! Hades! Muero de la emoción!! Sigue YA!!
    Desde el punto de vista estilístico, podrías extenderte muchísimo más teniendo en cuenta lo buenísima que es la historia y que tienes un buen estilo. Aunque también es cierto que a veces lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero en este caso... No tan breve! Nos dejas siempre demasiado ansiosos por saber cómo sigue xD

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    1. Es que intento hacerlos breves para no tardar demasiado, que después me cuesta ponerme a escribir xD En teoría este capítulo iba a ser más largo, pero lo corté en dos. Ahora me pongo a seguir con la historia.

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