Todo
estaba repleto de árboles y flores. Parejas muertas danzaban y charlaban, otras
se besaban y algunas estaban escondidas en los arbustos, muy agitadas. Paul
aparto la mirada y buscó algún lugar donde pudiera encontrarse el Dios del
submundo, pero no vio nada. Al final del camino, había un acantilado que
encerraba todo el valle.
Paul,
asustado, se dio media vuelta. ¿Dónde estará Hades? ¿De qué manera llegó Orfeo
hasta él? ¿Acaso utilizó su lira para que apareciese? Ningún mito era claro, y
muchos trozos se perdieron. Era imposible averiguar dónde se encontraba Hades
de manera concreta. El joven genio estaba sudando. ¿Se quedarían allí
eternamente? Casi ni se dio cuenta de que Jules no estaba a su lado.
Corriendo
alrededor de todo el valle, pegado a las rocas del acantilado para ver si había
alguna entrada, Jules también sudaba. Pronto se cansaría, pero no podía parar,
tenía que encontrar a ese tal “Hades” que su hermano dijo que podría salvar a
Herc. Tenía que hacerlo, pero no podía. Estaba demasiado cansado y asustado.
Los
fantasmas parecían no enterarse de nada, seguían con sus cosas sin ver al
ajetreado joven.
Paul
corría jadeando en busca de su hermano. No podía perderlo a él también, se
había olvidado de advertirle sobre otro problema de este lugar y era demasiado
peligroso dejar a alguien con tan poco conocimiento. Terminaría por dejarse
llevar…
Jules
se paró, llorando, contra las rocas. No encontraba nada y no podía hacer nada.
Vio a una pareja de sonrientes muertos compartir granadas de un árbol. Al instante,
se oyó el rugido de un estomago vacío. Jules no podía aguantar más su hambre,
alargó la mano y cogió una granada.
Unos
minutos después, Paul lo vio tumbado contra un árbol, granada en mano, mordida.
Ya era demasiado tarde, y lo sabía, pero lo intentó, no podía pensar en nada.
“¡Jules!
¿Qué has hecho?”
-No
lo sé.- Al girar su cabeza, se pudo observar su cara llena de lágrimas.- ¡Pero
no puedo separarme de este árbol desde que le he dado un mordisco a esta
granada!
-Estas
granadas son del inframundo. ¡Sin el acuerdo de Hades, ya no puedo sacarte a ti
tampoco de aquí! Una vez que has comido algo del inframundo, ya no puedes
salir. ¡Iré a buscar a Hades y os salvaré a los dos, tu espérame aquí!” Paul
partió sollozando de nuevo hacia la bifurcación.
“¿Qué
otra cosa puedo hacer?” Pensó Jules, con las manos sobre la cabeza.
Paul
estaba sentado contra unas rocas pensando en qué hacer. Ninguno de los dos
caminos lo llevaría ante Hades y no harían nada más que recordarle su
desesperada situación. Entonces, una luz se encendió en el interior de su
cabeza, se levantó rápidamente y dio media vuelta. ¿Cómo no había pensado en
eso? “Será duro, pero he de hacerlo.” Se dijo.
Acto
seguido, se puso a escalar las rocas de la montaña escarpada que separaba los dos
caminos. Era su última esperanza.
Wow!! Cada vez más emocionante! Eso sí, que hermanos más patosos y torpones, en serio xD Pobre Paul, le toca todo a él xD
ResponderEliminarMe siento orgullosa de que sigas con esta rapidez, sí sí :D