“Si
vamos hacia abajo, nos cansaremos menos.- Razonó Herc.
-Cierto,
cojamos el camino hacia la luz blanca.” Paul no estaba tan seguro y, tras mirar
un rato los dos caminos, comentó:
“Pero
si cogemos ese camino y termina por ser el equivocado, tendríamos que subir una
cuesta para volver aquí, y otra para seguir el siguiente camino. Yo opino que
deberíamos ir por el camino hacia la luz roja, que si es el incorrecto, solo
tendríamos que bajar.” Dicho esto, los tres hermanos se dispusieron a ir cuesta
arriba.
Un
muro de zarzales impedía ver lo que había dentro, y un hueco era lo único que
permitía ver y entrar, aunque solo se observaba un camino. Al lado de esta
entrada, alguien había situado un círculo con un dibujo de un hombre tachado
por una “X”. Era posible que fuese la entrada hacia los aposentos de un Dios,
así que a Herc y a Jules les pareció lógico este recibimiento.
Aunque
Paul tenía sus dudas, pero sus hermanos ya estaban en camino.
Unos
minutos después las dudas se aclararon. Vieron en su camino a gente en una
rueda dando vueltas una y otra vez, otro no podía beber ni comer, puesto que el
agua y las manzanas por las que estaba rodeado se alejaban, otro intentaba
subir una roca gigante por una montaña sin conseguirlo, siendo aplastado cada
vez que se le resbalaba de las manos a escasos metros de la cima.
No
podían perder tiempo y siguieron el camino, aunque los gemelos tenían inmensas
ganas de salvar a esos pobres. Paul conocía a todos y cada uno de ellos, y no
pensaba de la misma manera, pero no había tiempo.
Llegaron
ante una gran cueva. La entrada debía medir 10 metros de diámetro como mínimo,
y varios pies gigantes defendían a esta de los intrusos. Los gigantes tenían
incontables manos. “Por algo son llamados Centímanos” pensó Paul. Antes de
poder advertirles, Herc salió volando al interior de la cueva.
“¡NO!”
gritó el joven, pero era demasiado tarde, solo pudo detener a Jules. Herc ya
estaba dentro.
Unos
gigantes estaban encadenados en el interior de la cueva y parecerían estar
muertos, de no ser por los quejidos. No había ninguna salida, así que dio media
vuelta y se dispuso a salir. Un pie gigante se lo impidió.
“No
podemos dejar a nadie salir. Ningún ser aquí encerrado saldrá nunca.- Rugió un
centímano.
-Intenté
detenerte. Aquí están encerrados los Titanes, y los Centímanos no dejan escapar
a nadie.- Le explicó Paul a su aterrorizado hermano.
-Pero
tengo que salir… ¡TENGO QUE SALIR DE AQUÍ!- grito sollozando Herc.
-Solo
se me ocurre una manera… hemos de buscar a Hades.” Respondió Paul. Los dos
hermanos libres partieron sollozando hacia el otro camino.
Buena historia, con mucha acción e interesante. Sigue así :D
ResponderEliminarDios! Hades! Muero de la emoción!! Sigue YA!!
ResponderEliminarDesde el punto de vista estilístico, podrías extenderte muchísimo más teniendo en cuenta lo buenísima que es la historia y que tienes un buen estilo. Aunque también es cierto que a veces lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pero en este caso... No tan breve! Nos dejas siempre demasiado ansiosos por saber cómo sigue xD
Es que intento hacerlos breves para no tardar demasiado, que después me cuesta ponerme a escribir xD En teoría este capítulo iba a ser más largo, pero lo corté en dos. Ahora me pongo a seguir con la historia.
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