domingo, 26 de febrero de 2012

El Demonio y la Princesa. Acto XI

 Hakoti paseó pensativo por las sábanas de la cama

-En cualquier caso sabemos que Nethu’ran tiene planes peligrosos. Y que Jastian ha ido en su búsqueda. Y probablemente eso sea precisamente lo que su hermano quiere que haga.
-¿Crees que puede caer en una trampa?
-No lo creo. Más bien lo sé.

 La princesa se quedó cavilando. Después de lo que Jastian le había hecho sentir compasión por el demonio era lo último que quería que se pasase por su cabeza, pero le preocupaba el hecho de que, muy seguramente, sin él Nethu’ran tendría el camino libre para lo que tuviese planeado. Y, bueno, realmente estaba sintiendo compasión por él, le preocupaba que le pudiera pasar algo. El problema es que no quería admitirlo.

-Si al menos pudiéramos saber dónde se encuentra Jastian tal vez…

 El comentario de Markus hizo aparecer una idea en la cabeza de Vicky

-¡Un momento! ¿Que Jastian se haya ido no implica que el pacto esté roto, verdad Hakoti?
-No. Si ambas partes no acuerdan romperlo el pact… ¡Ouch!

 La princesa se había levantado de golpe, haciendo caer al diablillo

-¡Pues entonces le invocaré y listo! ¡Así le traeremos de vuelta!
-¡No es tan sencillo, princesa! Si está muy lejos la invocación requerirá de una fuerza mágica superior.
-¿Y cómo la obtenemos?
-En eso puedo ayudarle...

 La voz provenía de la puerta de la habitación. Era uno de los sumos sacerdotes del templo.

-En nuestro templo hay libros de magia negra. Tal vez podamos preparar un ritual.
-Maestro, se lo agradezco, yo… ¿Está bien Orashi?
-Perfectamente. Pero ha rechazado que lo visites. Está de retiro espiritual en una de las capillas. Dice que no quiere que le vuelva a pasar algo como lo de ayer.
-Si le sirve de consuelo para su alumno, venerable, mi señor Jastian es muy poderoso. Probablemente ni usted podría con él.
 -Lo sé diablillo. Pero el mal suele volverse contra sí mismo.
-¿A qué viene eso?
-No os preocupéis ahora por eso. Levantaos y vestíos, princesa. Cuanto antes hagamos esto mejor.

 Markus, Hakoti y el maestro abandonaron la sala. Antes de salir la princesa llamó al sirviente de su demonio.

-Oye, Hakoti ¿Me permites una pregunta?
-¿Qué os preocupa princesa?
-¿Preocuparme? ¡Ah, no! Quería preguntarte… ¿Cómo haces para estar aquí? Quiero decir… A Jastian le costaba estar en este templo y él es mucho más poderoso que tú… Creo, vamos…
-Sí, es cierto princesa, es muchísimo más poderoso que yo, el problema es que él entró por voluntad propia. Y en este templo las voluntades de los demonios están condenadas.
-Ya ¿Pero entonces como has entrado tu?
-Ahí está la diferencia. Jastian entró por voluntad propia. A mí me invitaron. Y si se invita alguien no se le puede rechazar la entrada.

 La princesa se vistió con sus ropas de aventurera y fue hasta una sala de entrenamiento del monasterio. Allí unos monjes encapuchados pintaban en el suelo un círculo lleno de extraños símbolos y runas mágicas a la luz de unas velas en candelabros decorados. Acabado el dibujo arcano el aire de la sala pareció recargarse repentinamente, a causa de la magia que se acumuló en el lugar. El maestro comprobó complacido que el rito se cumplía a la perfección con lo indicado en el libro.

-El círculo está listo princesa. Colocaos en el centro. La princesa obedeció al maestro y se puso de pie en el centro del dibujo. Al pasar un pie por encima del borde de la circunferencia sintió como se le erizaban los pelos.
-Ahora debéis repetir lo que yo. Procurad hacedlo con fuerza y claridad, y deteneos a coger aire sólo cuando yo lo haga. Ya os he explicado cuando deberéis decir su nombre.
-De… De acuerdo…

 Le latía el corazón muy rápido. Jamás había hecho un ritual. Tuvo miedo de que saliera algo mal y ocurriese algo horrible. Pero también tenía miedo de que saliera bien y volverle a ver a él.

-Allá vamos. Coge aire…

 La princesa asintió. Hakoti, Markus y los monjes miraban en silencio. El maestro se sumió en las escrituras del grimorio que llevaba.

-Escúchame viento, escúchame fuego, escúchame sombra…
-Escúchame viento, escúchame fuego, escúchame sombra…
-Soplad el nombre que exhalaré. Hacedlo elevarse como humo. Llevadlo hasta lo más profundo…
-Soplad el nombre que exhalaré. Hacedlo elevarse como humo. Llevadlo hasta lo más profundo… 
-Traedlo con o sin su voluntad. Porque su voluntad es la mía…
-Traedlo con o sin su voluntad. Porque su voluntad es la mía... 
-Escuchad su nombre… Su nombre es…
-Escuchad su nombre… Su nombre es…
-¡Vamos decidlo!

 El tiempo parecía detenerse. Le venían recuerdos. Sombras se arremolinaban en torno a ella, pero sólo ella podía verlas. Pero no debía tener miedo, debía luchar por su reino, y si necesitaba estar junto a él lo estaría. Ya le daba igual todo. Sólo quería ser feliz. A cualquier precio.

-¡Jastian!

****

 Notó como algo invisible le tomaba. Sombras que sólo él pudo ver bailaron frente a sus ojos, susurrando su nombre a su oído, de una forma tan imperceptible que podría haber sido su propia respiración. Notó que esa misma fuerza invisible quería llevarle, pero por alguna razón no podía hacerlo. Entonces el repentino trance se apagó y notó como si le hubiesen tirado su esencia contra el suelo. Se retorció de dolor y le vinieron arcadas.

-¡Jajajaja! Veo que tu chica ha sido bastante inteligente. ¡Una lástima! ¡Debió ser más rápida!
-Jodida niña…- Notó como la hiel le subía al gaznate. Le dio un escalofrío -A punto de suicidarse por mí y ahora me intenta invocar…
-Pues espero que no lo haga otra vez porque gastará fuerzas para nada. He preparado este sitio especialmente para que ningún demonio pueda escapar. Es una cárcel perfecta… ¡Y una tumba!
-Uff… Pues alégrame el día y mátame de una vez. Acabo de reencontrarme contigo y ya estoy harto de oírte hablar- sonrió -¿A qué diantres esperas? ¡Vamos! ¿O es que no puedes hacerlo?

 Nethu’ran le devolvió la sonrisa. En contra de la suya, irónica y salvaje, la suya era repulsiva y estaba llena de malicia.

-Podría hacerlo…- Le acercó la hoja al cuello. Jastian notó la esencia de la hoja silbar de emoción ante la proximidad de sangre -¡Sí! ¡Podría hacerlo ya y acabar aquí y ahora tantos años de sufrimiento! Pero…- bajó la hoja -¡Eso no tendría gracia! Si yo he sufrido tanto no sería equitativo que yo te diese una muerte rápida ¿No crees?
-¿Y qué vas a hacer entonces? ¿Matarme a besitos?
-No. Quiero un duelo. Pero no uno cualquiera. Quiero un duelo en los que Ellos estén presentes… ¡Para contemplar la gloria de mi victoria!

 **** 

-¿Qué ha pasado?- Hakoti revoloteaba en torno al círculo -No parece que haya ningún fallo en el conjuro.
-Tal vez algo nos haya impedido traerle aquí…
-¿Qué ha podido ser? No será que…
-Sí. Probablemente su hermano ya le ha encontrado…
-¿Y qué hacemos ahora? Si alguien pudiera decirnos dónde está…

 El portón de la sala de entrenamiento se abrió ruidosamente. Un monje apareció tras ella.

-¡Sensei! ¡Ha aparecido una extraña mujer en la puerta del monasterio! ¡Es otro demonio!

**** 

-¿Tú estás mal de la chota, no? ¿Se puede saber porqué tienes que meterles en esto?
-Jastian, tras este duelo voy a cambiar para siempre el mundo. Nada volverá a ser igual ¡Por eso quiero que juzguen nuestro combate! ¡Para que puedan darme la gloria que me merezco!
-No, si ya te faltaba invitar a papá y todo…
-Jeje, si no fuera porque pienso quitarle de en medio después de ti no dudaría en haberlo hecho ¡Pero da igual! Jastian…- sacó un aro de su faja. Un humano lo habría descrito como un pendiente o un anillo, pero no era eso lo que era. Además no parecía hecho en un material precioso, sino que más bien parecía forjado en hierro. -¡Te reto a un Duelo Sagrado, en el nombre de los Dioses del Inframundo! Puedes aceptarlo…- el aro crepitó con energía violeta -o sufrir su furia inmortal…

 Jastian conocía bien ese rito. Entre los demonios (y más entre los demonios de la guerra) el luchar es algo habitual, pero a veces los combates pueden “santificarse” en el nombre de las fuerzas divinas que controlan el inframundo, para que así el derramar sangre sea debidamente recompensado. El mismo ya había participado en varios Duelos Sagrados (ganando en todos, evidentemente) y sabía que negarse a uno suponía no sólo humillarse ante toda su raza y cometer un acto impío a ojos de los dioses, sino además ser castigado por las propias fuerzas mágicas que se ponían en acto durante el desafío. Por eso no le tembló la voz, ni dudó ni un instante su respuesta.

-Acepto
-¡Que así sea! ¡El dónde será la arena de este castillo! ¡El cuándo será mañana al mediodía! ¡Y el cómo será un duelo a muerte! ¡Yo Nethu’ran invoco a los Dioses del Caos a contemplar con sus ojos nuestro duelo, para premiar a su ganador con su gloria! ¡Que este eslabón sea la cadena que marque nuestro juramento de muerte!

 El aro brilló con una arcana luz púrpura. Unas horrible figuras inmateriales surgieron de él y recorrieron los brazos de Nethu’ran y Jastian. Al disolverse unas marcas negras sinuosas quedaron sobre la piel que habían tocado, como símbolo del juramento.

-¡El juramento ha sido lanzado! Ahora descansa hermanito… Lo vas a necesitar…
-¡Espera! ¡Si voy a luchar contigo quiero descansar y comer! ¿¿Me vas a tener aquí toda la noche pegado a la pared hasta mañana??

 Nethu’ran se giró ignorándole y abrió una puerta. Unas escaleras que conducían hacía arriba podían verse desde la posición de Jastian. Antes de cerrar tras de sí su hermano le miró y le dedicó una maliciosa sonrisa.

-Nadie dijo que fuera a ser un duelo justo…

1 comentario:

  1. Genial!! Ahora me has dejado con ganas de él siguiente.... Malo eres xDD

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