sábado, 14 de enero de 2012

Chapitre 04

Cuando me desperté no sabía donde estaba, solo sabía que era una pequeña sala, enfrente mía había unos barrotes y al otro lado, justo enfrente había otra igual.
Hacía frío y todo estaba muy oscuro.

Me levanté e intenté acercarme a los barrotes, pero al dar un par de pasos tropecé y caí al suelo. Algo había tirado de mis brazos y pies.
Me levanté y vi que estaba encadenado a la pared. Estaba sujeto por grilletes.
Tiré y forcejeé de todas las maneras posibles, pero no cedieron ni un ápice.


Abatido y confuso me acerqué a la pared y me dejé caer lentamente.

No se cuanto tiempo pasó, ni si me dormí, pero tras lo que pareció una eternidad se escuchó el eco de unos pasos lejanos que poco a poco se iban acercando.
Eran de el que me ayudó en la torre. Llevaba un candil con una llama azul en la mano.

Me levanté de un salto.

-¿¡Qué haces aquí!?¿¡Dónde estamos!?¿¡Vas a ayudarme a salir de aquí!?
-La liaste buena.-me dijo con una sonrisa.
-¿ Sabes que pasó?¿¡Fui yo!?
-¿Quién si no?
-Ta...Taggart, se llamaba así, ¿no?
-Si. Le dejaste para el arrastre.
-¿Yo?¿Cuando?
-Lástima que no sea permisivo.
-¿Quién?¿Por qué?¿Qué ha pasado?
-No acepta un error y claro, él debía de haberte traído, sin embargo.... Así que...

Se pasó el dedo índice por el cuello.

-No entiendo nada. Respódeme a algo. ¿Taggart ha muerto?
-Si. Pero no por tus heridas.
-¿Cómo? ¿Quién lo ha matado?
-Ahora eso no tiene importancia.
-¿Y qué la tiene?
-Sabes, lo hiciste bien y para haber estado descontrolado, mantuviste bien el control. La lástima es que no fue completa. Si todo lo que hiciste fue con el poder del brazo, imagínate lo que serías capaz de hacer manteniendo el control y cien por cien liberado.

No entendía nada. Parecía estar hablando de lo que había hecho, pero no era capaz de entenderlo completamente.
De repente se me vino a la mente una idea. Tenía que probarla, igual salía bien.

-Me dijiste que si sobrevivía me responderías a las preguntas.

Se lo pensó un momento.

-¡Es verdad!-dijo en un tono muya alegre. -Espera un momento.

Dejó el candil en el suelo. Se descolgó la guadaña de la espalda y buscó algo en el bolsillo e la gabardina.

Abrió la celda y entró.

-Pregunta cuanto quieras.
-¿Quién eres?¿Por qué me ayudas?¿Por...?
-Despacio. De una en una. Me llamo Xenos. Y digamos que me has caído bien.

Se sentó en el suelo. Hice lo mismo.

-¿Pero por qué?¿Qué he hecho?
-Nada.Simplemente me caes bien.

Intenté preguntarle de nuevo por lo mismo, pero vi el gesto de "no voy a contestar otra vez a lo mismo", así que desistí.

-¿Qué pasó en el pueblo?¿Qué eran todas esas marionetas? Taggart dijo algo de...
-Taggart se fue de la lengua... No tiene sentido ocultarlo más. El pueblo se creó a partir de las ruinas de otro. Se pretendía esconderte y, a la vez, vigilarte.
-¿Por qué?
-Eso es algo que no voy a contestar. No sobreviviste lo suficiente.
-¿¡Cómo!? ¿Es por lo que dijo Taggart de mis poderes?
-Y las marionetas eran sus creaciones. Mantenían una forma humana para que no supieras nada. Todo hubiera salido perfectamente de  no ser por lo que pasó hace ya algunas noches.

Estaba evitando la pregunta, pero no iba a darme por vencido.

-¿Es por lo de los poderes demoníacos?
-Solo te diré que tú ojo es el núcleo de...
-Por eso me hicieron esto,¿verdad?-le dije enseñándole el ojo izquierdo.
-Tú lo has dicho.
-¿Entonces soy...?
-¡Tengo que irme!-dijo poniéndose de pie de un salto.
-¡Espera!¡Una pregunta más! Por favor.

Se paró unos instantes y se dio la vuelta.

-Pero una y no más.

Se acercó hasta mi.

-¿Dónde estamos?
-En la torre Dämon, mismo centro del Underworld.
-¿Underque?
-Lo siento, pero no. Acordamos que solo una pregunta más y con esa ya serían dos.

Se dispuso a irse, pero antes de que le diese tiempo a reaccionar le di un golpe en la nuca y se desplomo en el suelo fulminado.

Le busqué en los bolsillos las llaves. Una vez las encontré,probé las distintas llaves que había para abrir los grilletes.

Cuando conseguí abrirlos salí corriendo. Atravesé el pasillo de celdas. Algunas estaban vacías y otras tenían restos de lo que fueron antiguos prisioneros.

Empujé la puerta y salí. Me encontraba en medio de una calle. No se distinguía el cielo, ni el sol, ni la luna. No había nada que iluminase las calles, pero misteriosamente no estaba todo a oscuras.

Las casas de piedra se sucedía una detrás de otra hasta donde mi vista alcanzaba.
Las calles estaban vacía y abandonas. No se veía un alma.

Ande cautelosamente, no sabía donde estaba o si habría alguien. Además de que el lugar no inspiraba ninguna confianza, sino todo lo contrario.

El ojo volvía a dolerme.

Tras atravesar varias calles se escuchó un ruido. Era como un lamento. Cuanto más avanzaba más fuerte era el sonido y más reverberaba el sonido.
Cada vez se distinguía mejor, era un llanto.

Eché a correr en la dirección de la que provenía. Izquierda, luego derecha, seguí de frente, otra vez a la derecha, no izquierda. Finalmente distinguí a alguien a lo lejos.

-¿Estas bien?

No respondía. No sabia si me había escuchado.
Le pusé la mano en el hombro y se giró.

Era un niño. Vestía de forma desaliñada y llevaba un gorro que le tapaba hasta los ojos, pero se veía como algo le caía por la cara.

No respondió.

-¿Estas bien?

Dejó de llorar.

Me arrodillé y le levanté el gorro.
Me aterrorizó lo que ví: no tenía ojos, las cuencas estaba vacías. Y lo que le caía por la cara era sangre.

Antes de que pudiera reaccionar se lanzó sobre mi gruñendo y gritando. Intentaba morderme con los colmillos que le crecieron al instante.

No sabía que hacer. No era capaz de defenderme, tenía más fuerza que yo.
Conseguí darle una patada en el estómago y quitármelo de encima. Me levanté rápidamente y salí corriendo, pero antes de poder alejarme mucho, delante mía aparecieron multitud de niños, que en seguida dejaron ver que eran igual al que me había atacado.

Rodeado y sin escapatoria solo se me ocurrió meterme en una casa colándome por una ventana. Aún así me seguían. Estaban entrado también.

Subí las escaleras y me encontré enfrente mía a Xenos. Parecía molesto.

-Has sido demasiado impaciente. Si solo hubieras esperado unos minutos ahora no estarías en esta situación.

Me dio al espada.

-Entenderé que como has sido capaz de escaparte por ti mismo que no necesitas mi ayuda. Solo te diré dos cosas.

Uno de los niños apareció por las escaleras. Antes de que pudiera reaccionar, Xenos  había acabado con él cortandole la cabeza a la altura de la boca.

-Uno. Estos son demonios menores. Su apariencia no es más que para engañar a sus víctimas. Y dos, esta pequeña ciudad esta dentro de la torre.

Se fue hacia la ventana.

-¡Espera!¿Una pregunta?
-Si has sido tan inteligente para escapar tú solo, respóndete tú solo.

Saltó por la ventana.

Se le notaba que estaba resentido, pero no podía pretender que supiera que venía a ayudarme. Además, en medio de este caos no podía fiarme de nadie. Y él no estaba ayudando con tanto misterio, precisamente. Sentía haberle molestado si realmente pretendía ayudar.

Esos demonios con forma de niños seguían llegando así que decidí seguir el ejemplo de Xenos y salté por la ventana.
Clavé la espada en la pared y baje poco a poco hasta el suelo.

Tenía que huir de esos monstruos, pero ¿cómo huir de una ciudad que esta dentro de una torre?

1 comentario:

  1. Muy chulo. Cuando leo este capítulo no puedo evitar escuchar "In The Hall of the Mountain King" en mi cabeza xD

    "¿Underqué?"

    ResponderEliminar