martes, 1 de noviembre de 2011

Pumpkins, skulls and death

El día se acercaba y las casas iban engalanando sus fachadas y ventanas con fantasmas, calabazas, zombies, esqueletos y cualquier otra cosa que pudiera dar miedo.
Un año más la misma parafernalia, tonterías para intentar asustar allá donde vayas, todas las tiendas decoran sus escaparates y las noticias se hacen eco de que halloween cada vez pega más fuerte.

Hace años que dejo de entretenerme y empezó a parecerme algo estúpido, pero creo que eso solo me pasaba a mí. Pensaba que era de mal gusto e infantil disfrazarse de algo que debería asustar pero no lo hacía y pedir caramelos.



En todo esto estaba pensado en clase cuando de repente me llegó una nota a la mesa.

"Mañana a las 22.00 kedada en la entrada del cementerio!
Fiesta de Halowin. Vevida, comida y todo lo ke se t pueda ocurrir. No t olvids de traer algo!
La fiesta durara todo lo ke podamos aguantar!Se nos uniran asta los muertos!No t la pierdas!"

Faltas ortográficas y estupideces, todo junto.... no cabía en mi de gozo... Cogí el papel y un rotulador rojo que tenía. Estaba tentado de poner un "Gilipollas", pero me contuve. Sería mejor así. Pasé la nota a otro y me olvidé de ello.

La sirena, sonido celestial. Recogí las cosas y salí rápido, pero como siempre Al me cogió y me paso el brazo por el hombro y salió conmigo.
Es un buen tipo, pero muy pegajoso y pesado para mi gusto.

-¿¡Qué pasa!?
-Bien, no me puedo quejar.
-Mañana fiesta de halloween. Vendrás, ¿¡Verdad!?
-No, paso de semejante chiquillada y más siendo en el cementerio.
-¡Ya veo lo que pasa!¡Te da miedo ir al cementerio de noche!

Tocó el botón. Me quité su brazo de encima y me puse enfrente a él.

-¡No tengo miedo!¡Solo me parece una estupidez todo eso de halloween!
-No si te creo.

Su sonrisilla denotaba su ironía.

-¡Qué no me da miedo!
-Claro,claro. Solo tienes que demostrarlo.
-¡Está bien!¡Iré a a esa estupidez y te cerraré esa bocaza!
-¡Bien! ¡Te veo allí!- me dijo mientras se marchaba.

¿¡Qué acababa de hacer!?  Me había comprometido a ir a una fiesta. Genial... Al siempre conseguía lo que quería de mi.Siempre consigue picarme y mi mente deja de funcionar lógicamente, sin meditar. Mierda...

Volvía a mi casa tranquilamente enfadado conmigo mismo cuando una musiquilla me sacó de mis pensamientos. Saqué el móvil. Tenía un mensaje de..... Genial... Al, ¿que querrá ahora?
"Se me olvidaba decírtelo. Ven disfrazado.Cagueta!"
¡Lo que me faltaba!¡Ahora encima tengo que ir haciendo el ridículo! Pero es capaz de montarme una buena si no lo hago.... ya veré que hago... pero no pienso vestirme por completo, espero que eso lo tenga claro.

Llegué a mi casa y me fui rápidamente a mi habitación escapando de la que se avecinaba: preparar mi casa para los niños que vendrían mañana a pedir.

Al día siguiente me desperté tarde, eso es lo bueno de que sea festivo, así que desayuné y prepararé algo para ir a la fiesta. Tras unos minutos decidí hacer una pequeña máscara con forma de calabaza que me taparía el ojo izquierdo, como a aquel personaje de videojuego, sí. Y si hacía el suficiente frío me pondría los guantes con los huesos dibujados.
Nuevamente la misma musiquilla ¿Quién sería esta vez?...Al otra vez.¡Qué pesado!
"Trae algo de beber!Cualquier cosa con alcohol vale!"
¡Ah!¡No!¡Hasta aquí habíamos llegado!¡Me obliga a a ir a la fiesta,vale!¡Pero no pienso beber!¡No me gusta y no entiendo en esa estúpida moda!¡Me niego!

La noche cayó y salí. Todas las calles estaban llenas de niños disfrazados de todo lo imaginable y por imaginar, las calles estaban todas iluminadas y los niños iban de casa en casa pidiendo caramelos con la consabida frase de "truco o trato"

Llegué a la puerta del cementerio. Solo estaba Al. Llevaba la ropa rota y cosida, se había pintado varias cicatrices y se había puesto un tornillo gigantesco en la cabeza y se había pintado sangre.

-¡Qué soso tío!
-No pensaba ponerme mucho más.
-Lo dicho, un soso.¿Y la bebida?
-Que le peten. No quiero beber así que...
-Estas muy borde.
-No quería venir.
-Nadie te obligaba.
-Ya claro....

Al cabo de un rato llegaron más gente, todos disfrazados. Uno de ellos llevaba una mochila.

-¿Para qué trae una mochila?
-De alguna forma habrá que entrar,¿no?
-Pensaba que nos íbamos a saltar.
-Naaa...

Me fijé en la puerta del cementerio: una puerta alta de metal con barrotes y en el medio tenía un candado que cerraba una cadena que cerraba las puertas.

-¿No irán a...?
-¡Sí!

El que traía la mochila sacó de ella un martillo y un cincel. Puso el cincel sobre el candado y con unos fuertes golpes dados con el martillo el candado se abrió y cayo. Quitó las cadenas y abrió la puerta.

Entramos. El ambiente estaba cargado, todo en silencio y hacía un frío que erizaba los pelos de la nuca y, no sé los demás, pero el ambiente me imponía respeto.

Pusieron un enorme equipo de música sobre una tumba y lo conectaron a una batería que traían. Una música típica de discoteca inundó el silencio, Un punto más en contra de este tipo de fiestas.

-¡¡Me voy!!
-¿¡¡Ya te rajas!!?
-¡¡No aguanto esta música!!
-¡¡Excusas!!¡¡Cobardes!!
-¡¡¡¡Me quedo!!!!

¡No me puedo creer que fuera tan fácil de manipular!
Empezaron a repartir bebidas y todas la que me llegaban se las daba a otro, no pensaba beberme eso, que a saber que llevaba.

La noche continuó y yo cada vez estaba más harto y cansado así que decidí irme, pero me encontré con la puerta cerrada y el candado echado por fuera, como si nadie lo hubiese tocado.
Volví con Al.

-¿Sabes quién han cerrado la puerta?
-¿Cerrado?Nadie ¿cómo saldríamos?
-Pues lo esta. Ven a verlo.

Ambos fuimos a la salida. El candado seguía en su sitio.

-¡Es verdad!

Parecía sorprendido.
Volvimos con los demás y los avisamos. Todos corrieron como una avalancha a comprobarlo.
Perdí de vista a Al.
La gente empezaba a especular sobre que había podido pasar, otros intentaron escalar para huir, pero les era imposible escalar la puerta o el muro.

Volví al lugar de la fiesta, detrás de una tumba vi un pie que identifiqué como el de Al. Me acerqué y descubrí su cuerpo tirado en el suelo, rodeado  de un charco de sangre y el tornillo que llevaba en la cabeza incrustado, metido para dentro.

Me alarmé, no hacía ni un par de minutos que lo había perdido de vista. ¿Qué le había podido pasar? Busqué a los alrededores, pero no había nadie.

Seguí buscando y me encontré una fosa abierta, dentro... dentro estaban todos. Sus cuerpos y ropas manchadas de su propia sangre y de los demás y numerosas heridas desagradables que dejaban ver más de lo que yo hubiese querido ver.

Me encontraba fatal, estaba temblando, estaba asustado, ¡estaba cagado!
Vomité, la visión de toda esa gente fue demasiado.

Corrí a la entrada, el candado aún seguía echado, pero no pude evitar intentar abrir, pero nada, no cedió. Era normal.

De repente sentí que algo frío me tocaba el hombro y luego rápidamente me tapaba la boca y me arrastraba y llevaba.

Miré lo que me tapaba la boca, era una mano, o mejor dicho, lo que quedaba de ella, ya que solo eran huesos unidos a un brazo ya casi sin carne putrefacta.

No podía pensar, no salía de mi asombro.

Se paró y me soltó. Se puso enfrente mía y lo ví: un cadáver, esta muerto y putrefacto, le faltaban grandes trozos de carnes que dejaban ver sus huesos y órganos.

No lo pude evitar, vomité otra vez.
Cuando me incorporé, el cadáver aprovechó y con un cuchillo que tenía en la mano me rajó desde el pecho al estómago.
Dolor, frío y un montón de sentimientos y sensaciones cruzaron mi mente y mi cuerpo.
Caí de espalda y sentí el cuerpo de todos los que habían caído antes que yo. Por su culpa y por mi estupidez ahora estaba condenado a la muerte a ya permanecer para siempre en el cementerio.

-La próxima vez os lo pensaréis dos veces antes de perturbar nuestro descanso.-le oí decir.

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