lunes, 20 de enero de 2014

Venganza 1

Cuando restalló el sonido en el aire todos se quedaron quietos y se volvieron. En su cara se reflejaba la sorpresa. No estaban preparados para armas de fuego. Y yo tampoco... Me llevé la mano al costado, donde la ropa había empezado a teñirse de rojo y un fuerte dolor empezó a extenderse poco a poco por el resto del cuerpo.
Antes de poder reaccionar ya tenía a mi rival atacándome de nuevo. Parar sus embestidas e intentar devolvérselas se volvía más difícil a cada momento, mis defensas estaban cada vez más abiertas y los numerosos cortes que me hacia era la muestra.
El duelo no duro mucho más Caí derribado por sus arremetidas y mi agotamiento. Sentía el dolor por todo mi cuerpo y notaba como mi sangre se iba extendiendo por la cubierta mientras mis fuerzas me abandonaban con ella.



-¿Ya está? -Mi rival y enemigo se acercó y agachó en cuclillas a mi lado, mirándome con superioridad. Exponiéndose al saber que no iba a ser capaz de atacarle, lo cual me cabreaba aún más. -Tanta furia para esto.

Se dio la vuelta y llamó a un par de sus hombres, que me agarraron los brazos impidiéndome  todo movimiento.

-Qué... -Apenas me salía la voz y abrir la boca me aseguraba tragar sangre.
-Tranquilo, es para asegurarme que no te muevas más de lo necesario. -Se agachó al lado de mi cabeza y sacó un puñal. -Te va a doler, créeme. Trataré de que así sea.

Veía como el cuchillo se iba acercando poco a poco. Usé las pocas fuerzas que me quedaban en intentar liberarme, pero fue inútil.

Con mi ojo izquierda vi como iba moviendo el cuchillo en la cuenca de mi ojo derecho. El dolor era tan intenso que me iba a estallar la cabeza. Pataleé y grité con todas las fuerzas que pude, pero aún así no paró hasta que vio que me rendí ya agotado, entonces me sacó el ojo.

-¿Ves? No he mentido. -Sonrió. -Ahora solo me queda una cosa, hundir este despropósito que llamas barco.

Traté de decirle algo, de gritar... pero no me quedaban ya fuerzas. Ni siquiera para levantarme. Todo me daba vueltas y me parecía lejano, ajeno a mi.

Lo vi alejarse, volver a su barco. Al poco se escucharon cañones y seguidamente el impacto contra la madera que crujió y gritó. Mi barco, cargado entre otras cosas con pólvora, estalló. El Esperanza se hundía inexorablemente y yo junto a él, pues la poca tripulación que había sobrevivido a la masacre había huida en cuanto tuvo oportunidad.

2 comentarios:

  1. Me mola xD Tengo ganas dever como continua :3

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  2. Dios, ojos arrancados, dios... Lo que me extraña es que no se haya desmayado del dolor. Mola.

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