domingo, 7 de julio de 2013

El temor de un pirata

El ambiente estaba animado. Todos los piratas reunidos en aquella gran fortaleza, antiguamente perteneciente a la marina inglesa ahora su lugar de reunión, lugar donde los actos de piratería tomaban un rumbo u otro.
El lugar no esta especialmente iluminado, una vela por cada mesa, algunas ya apagadas por los animosos piratas y una gran candelabro en el techo. Todos reían y discutían, e incluso algunos luchaban. Era inevitable, cuando dos piratas de pensamientos distintos se juntaban siempre pasaba igual.



Las grandes puertas se cerraron con un sonoro golpe y las llamas de las velas bailaron luchando por no apagarse. Un hombre paso rápidamente entre las mesas dirigiéndose al frente del lugar, donde se había instalado una pequeña tarima para que cuando alguien hablase todos lo vieran.

-¡Piratas! ¡Qué os reunáis hoy es un suicidio! -vociferó para que todos lo oyeran. Vestía mejor que un pirata, pero sus pintas lo delataban, era uno de ellos. -¡Sabéis que están ahí fuera! ¡Al acecho! ¡Siempre se ha dicho que un pirata no teme a nada, pero eso no son más que leyendas. Los piratas si que temen a algo y ese algo son los fantasmas!

Las voces que se habían ido calmando conforme iba hablando volvieron al pronunciar aquellas palabras.

-¡Por favor, escuchad !¡No hay nada más peligroso que un pirata fantasma! ¡Un pirata es traicionero, teme poco o a nada y se lanza sin dudar a luchar y si además no tiene que preocuparse por perder la vida, tenemos a un enemigo realmente peligroso! ¡Os pido que volváis a la mar! ¡El latido de los corazones es lo que los atrae y aquí, estando todos reunidos y palpitando a la vez formáis la canción más bellas que estos traicioneros enemigos pudieran escuchar jamás! ¡Sin saberlo os habéis convertido en su presa!

Los cuchicheos fueron extendiéndose poco a poco por todas las mesas hasta que alguien se atrevió a lanzar la pregunta que había ido de mesa en mesa. El joven pirata se levantó y se puso en pie sobre el taburete en el que estaba sentado para que se le viera bien.

-¿¡Y cómo estás tan seguro de eso!?

Una sonora carcajada retumbó por todo el lugar. Luego respondió.

-¡Eso tiene una respuesta muy fácil! -El aspecto del pirata empezó a demacrarse, la piel perdió su color, la boca hizo una mueca extraña y los ojos se pusieron en blanco. -¡Porqué ya estamos aquí! ¡Entrad chicos!

Todos los piratas se pusieron de pie inmediatamente al ver el cambio del pirata. Las puertas se abrieron y más piratas con aspecto de llevar muerto bastante tiempo entraron. Las puertas se cerraron con otro gran estruendo.

-¡Qué no quede nadie vivo! ¡Empezaremos por los capitanes. Reunidlos a todos!

Muchos piratas trataron de luchar, otros pocos de huir, pero el resultado fue el mismo, la fortaleza de piedra se tiñó del rojo de la sangre.

1 comentario:

  1. Dios .___. No tengo comentarios, salvo uno. Menos mal que he leído esto por la mañana y no antes de irme dormir.

    ResponderEliminar