Dragón

Miles de años habían pasado, en cada etapa de su vida, desde que salió de su cascarón, había visto nacer y morir a miles de generaciones de humanos, pero nunca cambiaban, nunca se redimían  Cada generación de estos seres era más estúpida y violenta que la anterior.. Por eso se habían escondido, para evitar la extinción. Pero él era el último de su especie, demasiado viejo para  huir, demasiado cansado para esconderse. Vio las antorchas acercándose a donde estaba. Sus escamas no resistirían el choque de las hachas y las espadas, sus patas no lo mantendrían de pie cuando los ganchos se clavaran en su carne y le arrastran hacia el suelo, pero él era orgulloso, pese a ser anciano, o precisamente por eso. Así que decidió que se cobraría cara su vida.

Cuando los hombres, enlatados en sus armaduras de acero llegaron a su guarida, el dragón los esperaba. Erguido, orgulloso, sin un ápice de miedo en sus ojos, se había preparado para matar y morir. Las primeras llamaradas, azules debido a la gran concentración de gas, achicharraron a los caballeros a través de sus corazas y las afiladas garras y fauces de la bestia, despedazaron sin contemplaciones todo cuanto encontraron en su camino, triturando el acero como si fuera mantequilla. Pero el gran dragón rojo, se vio pronto atrapado por los garfios que le lanzaban los humanos. Por mucho que se debatiera e intentara destrozar las cuerdas, por cada una que cortaba seis garfios más se enganchaban en su carne, a través de las juntas de sus escamas. Estaba sangrando, pero siguió luchando; Estaba sufriendo, pero siguió matando; Estaba muriendo, pero siguió rugiendo... hasta que al final, su corazón empezó a pararse, poco a poco... Con su último latido, decidió vengarse, dejaría aquel planeta sin magia... aquel sería el castigo de los hombres por cazarles y extinguirles. Se llevaría el Fuego con él... y haría la oscuridad...

Cuando el largo cuerpo de la criatura tocó el suelo, muerto y sin vida, las antorchas de los hombres se apagaron, no solo allí sino en todo el planeta... El fuego dejó de existir aquel día para los hombres, así como la magia pura de los dragones... Los Antiguos Dioses no hicieron nada para remediarlo... Nuevos dragones llegaron, pero la magia nunca volvió...

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 En las profundidades del Onkos, el alma de aquel Dragón, despertó, frente a Las Moiras "¿Deseas el descanso eterno junto a tus hermanos?" dijo la primera "¿Deseas ser juzgado e intentar acceder al Elíseo " dijo la segunda "Deseas volver a por venganza..." dijo la tercera. Así era... Deseaba vengarse, no solo de los hombres de su planeta... quería acabar con la magia de todo el universo, y que ningún ser, excepto sus legítimos dueños, los Dragones, pudieran usarla... Ni siquiera los Antiguos Dioses, como tan arrogantemente se hacían llamar los Eldar...

"Podrás revivir..." dijo la primera "Pero habrá un castigo..." dijo la segunda "No podrás nacer como dragón.." dijo la tercera. Esto hizo enfurecer al ser, arrogante y orgulloso, que valoraba su condición más que nada. En su cabeza se puso a pensar que otro ser podía nacer que pudiese llevar a cabo su venganza que no fuese un dragón, hasta que al final llego a la respuesta. "Quiero ser un Híbrido .. Quiero ser una criatura mitad Dragón mitad Eldar". Las Moiras se miraron entre ellas, y el que fue dragón, se quedó pensando si de verdad un engendro como el que acababa de describir podía ser concebido  incluso siguiendo la voluntad de las Moiras. "Muy bien..." dijo la primera "Serás un monstruo... Ni Eldar, ni Dragón..." dijo la segunda "Sino algo totalmente distinto..." dijo la tercera.

El espiritu del Dragón se volvió al ciclo interminable y, pasó mucho tiempo hasta que volvió a ser consciente de si mismo... Estaba flotando en el interior de un huevo, a punto de nacer, incubado por alguna dragona por largos años. Rompió el cascarón, con sus frágiles alas, y al salir, notó que su piel estaba recubierta de escamas pero que su extremidades eran más frágiles y pequeñas que cuando era un dragón. Su cuerpo era como el de un bebé humano, pero con alas y algunos rasgos de dragón... Cuando pudo abrir sus ojos de reptil, se percató que no solo veía mejor que antes, sino que podía leer el nombre verdadero de las cosas con un solo vistazo.

Sin embargo, la dicha de sus nuevos sentidos amplificados se vio interrumpida por el horripilante grito de su madre, que al ver el engendro que había salido del huevo de su pequeño, se retorcía de cólera. No obstante  a sus nuevos hermanos, salidos del cascarón poco antes, no pareció importarles su aspecto, pues se acercaron a curiosear, haciendo que su madre se lo pensara antes de lanzarse a despedazar al pequeño monstruo. Estaba a punto de saltar sobre él, para apartarlo de sus crías "sanas" cuando se oyó un gran estruendo fuera, haciendo que mamá Dragona se volteara hacia la entrada de su madriguera... Aquel sonido era inconfundible, al igual que el olor a pólvora que lo acompañaba... Humanos; Cazadores de Dragones, probablemente... con artillería pesada.

La madre, de color gris, menuda en comparación con lo que él había llegado a ser, se enrosco al rededor de ellos para protegerlos mejor en caso de que entrasen a buscarles. Cuando el pequeño tocó la piel de su madre notó algo, un ligero temblor... Miedo... Los humanos de aquel planeta, como se enteraría más tarde usaban armas de fuego y magia, para cazar a los dragones, más menudos que en otros mundos. El joven híbrido  recordó... recordó su antiguo nombre y con sus poco desarrolladas cuerdas vocales alcanzó a decir, casi en un susurro "Veritas..." entonces, se levantó, ya con la corpulencia de un chico de unos diez años, como si el tiempo pasara a cámara rápida para él... "Veritas, vos libetavit..." Era una declaración .. No, una profecía... Liberaría a los dragones... y les mostraría a los humanos la verdadera cara del horror.

"No habrá más magia en este mundo, ni en ningún otro..." Con el aspecto ya, de un adolescente, extendió sus alas y voló, para dirigirse a su objetivo... Destruirlo todo.