jueves, 14 de marzo de 2013

Lullaby #Día3 Primera batalla. (mañana)

Aquel era un día muy importante, al terminar la noche, empezaría la Fiesta de Guerra. Además, debía presentarme ante el resto de los miembros del equipo, ya que, al parecer, sería su líder. Cuando Charlie me lo dijo estuve a punto de morirme del susto. Yo ni siquiera sabía usar una posesión, ni siquiera usar un arma ¿Por qué era yo el líder?

Pero, de lejos, lo que más me preocupaba es que iba a decirle a mi madre en cuanto llegase a casa. Sabía que Charlie la había llamado para decirle que me quedaría en su casa unos días, pero no si aquello la convencería. Era muy protectora conmigo y me ataba bastante corto. Me quería muchísimo  al fin y al cabo, solo estábamos ella y yo. Según mamá, mi padre se había dedicado a la "gestión de residuos" y en ese negocio hay muchos accidentes, si sabéis a lo que me refiero. No habían fotos de él en casa, pero siempre me decía que yo me parecía mucho a él, y que tenía los mismos ojos dorados. No me gustaba hacer que se preocupara y mucho menos desapareciendo dos días de casa. Así que decidí que después de recoger el talismán iría derecho a verla.

Como me había levantado temprano, cuando salí de mi habitación no había casi nadie en la sala común de nuestra zona, como en las demás, ni siquiera en Corazón había demasiadas personas. Cuando llegué a la Fragua de Krim, los hornos ya estaban encendidos y en el interior del recinto ya se respiraba el hollín y ese oía el repiqueteo de su martillo. El gigantón se levantó al verme y me trajo, con la mirada orgullosa, algo envuelto en un pañuelo rojo. Era un cuchillo, pero tenía una forma extraña.

Parecía algún tipo de puñal militar, con una anilla, para extraerlo con más facilidad de la funda y dar un mejor agarre. El filo trasero solo llegaba a media hoja, lo suficiente para hacer punta con el delantero y apuñalar, pero de forna que fuera complicado cortarse uno mismo por accidente. Sin embargo, lo que más me llamó la atención, fue la onda tan extraña que se formaba en el filo, como en las espadas que se forjan mediante el plegado de acero. Tenía gravadas unas pequeñas letras y una estrella de cinco puntas metida en un circulo. El mango se adaptaba perfectamente a mi mano y cuando lo cogí por primera vez, sentí que había algo extraño en él.

-¿Pasa algo?-la voz de Krim me despertó de mi ensueño.

-Ah, no... pero...-No sabía si mi corazonada era cierta, pero después de todas las cosas extrañas que me habían pasado, no creí que nadie de allí fuera a tomarme por loco.- ¿Es posible que esta sea... Kirikaze?

-¿Kirikaze?-Me miró de arriba a abajo- ¿Te refieres a la espada maldita? Sí, es posible... Si la cogiste en Oniria, al coger ese talismán puede que le hayas transmitido su esencia.

Miré el puñal fijamente y algo en mi interior rugió, exigiendo ser liberado. Una pulsante energía que me recorría todo el cuerpo, ardiendo. Era el poder de Kirikaze, podía sentirlo, maligno y sediento de sangre. Aquel cuchillo era un arma para matar. Y lo que más me asustó fue descubrirme sonriendo ante la idea. Miré a Krim, estaba pensativo, limpiándose las manos en el mandil.

-Así que es cierto el rumor -Miró el puñal que me acababa de dar, casi arrepintiéndose de haberlo hecho- Eres un...

-¡Krim! -La voz que le interrumpió era de mujer. Cuando me giré vi a una chica de pelo marrón rizado. Sus facciones eran hermosas, pero severas. Era algo más bajita que yo, llevaba la camiseta tipica de Requiem Thunder, un chaleco y unos vaqueros oscuros. Había un tono de reproche en sus ojos azul aguamarina, escondidos tras unas elegantes gafas de varillas azules-  Quedamos con Szeva que nada de ir parloteando de "eso" por ahí.

-Hum, el chico tiene derecho a saverlo, Nerya.-El gran hombre se cruzó de brazos- Y Atlas estaría de acuerdo conmigo.

-Atlas está en la base de Chicago y seguro que solo te daría la razón para llevarme la contraria.-La chica se enfurruño y miró furiosa al impasible Krim.- Tu, -Me señaló con algo de desprecio- Vete, tengo que hablar con Krim a solas.

-Ni se te ocurra tirar a alguien de mi tienda, jovencita -El rugido de Krim casi me reventó los timpanos- Esta sigue siendo mi casa, y aunque creas que tienes más rango que yo, piensa que si no fuera porque no me interesa, podría tener tu puesto ahora mismo.-Su voz era fría y las palabras salieron de su boca como una sentencia irrebatible.

-Creo que me he perdido... -fue lo único que pude decir, algo confuso.

-Tu siempre has estado, perdido aquí, Bell nos está insultando, al elegir a un don nadie como tu como Médium-La voz de la tal Nerya sonaba colérica y realmente ofendida- No pintas nada aquí, deberías... -Antes de que siguiera la frase, volvió a sucederme. Perdí la conciencia.

Cuando la recuperé Nerya había sacado una especie  de tridente plateado, seccionado, al parecer para poder plegarse y yo estaba siendo sujetado por una cadena de acero por la mano, en la que sostenía el cuchillo. La susodicha cadena era aquella que solía llevar Charlie, y al final de esta se encontraba mi amigo, con su cara de pachorra habitual. Al ver que me giraba, me saludó despreocupadamente.

-Bueeeeno, tranquilos todos-aflojo la cadena y yo bajé el arma.

Antes de que me diera cuenta, Nerya había cargado contra mi aprovechándose de que Charlie me sujetaba. Casi sin darme cuenta agarre el tridente por la punta del medio, cuando estaba a escasos centímetros de mi cara. No sé de donde saqué la fuerza para detenerlo, pues aquella muchacha contaba con toda la ventaja física. La miré, ella sabía que había algo que estaba mal, yo lo intuí, al sentir aquella fuerza sobrehumana invadiéndome, pero la verdad es que no me importó. poco a poco, fui doblando el tridente hasta dejar el acero retorcido como si fuera papel, con las puntas apuntando al rostro de ella.

-No quiero hacerte daño... -dije, con toda la sinceridad del mundo- Pero lo haré si me obligas...

Solté su arma y me di la vuelta, recogí del mostrador el arnés y la vaina del puñal y tanto yo como Charlie nos fuimos del local, dejando el lugar en completo silencio.

-Ha sido un buen espectaculo- Dijo Charlie, dándome una palmadita en la espalda- Mi hermana no es mala chica, pero es muy orgullosa e impulsiva... Papá no debió elegirla como nueva lider del escuadrón Tsunami. Gladio es mucho más disciplinado.

-Espera... -Me quedé pasmado al saber lo que acababa de hacer- ¿Me he enfrentado a una semidiosa?

-Las coges al vuelo, Luca -Sonrió, pero se le borró la sonrisa en unos segundos- Eso significa que también sabes que yo lo soy... ¿Conociste a papá esta noche?-asentí- Bueno, no es que sea un secreto, pero no me gusta que la gente me conozca solo por "El hijo de Poseidón". -casi escupió aquellas palabras- Me resulta muy molesto.

-Bueno, ya que ha salido eso... -Le miré curioso- me gustaría preguntarte sobre el tema.

-Claro, como no.

-Para empezar... ¿Por que os parecéis tan poco tu hermana y tu? O incluso a vuestro padre. -Era ciertamente curioso, pues, según tenía entendido el pelo rubio y el castaño eran muy recesivos frente al negro tan oscuro del pelo de Poseidón.

-Verás, los dioses no tienen algo como el ADN... Así que la mayoría de rasgos se heredan de la madre. -hizo una pausa- Pero los ojos siempre nos delatan. -señalo sus ojos azules- Los ojos siempre salen a los del progenitor divino, no sé porque.

-Y una cosa más... -Miré a Charlie sin saber si debía preguntárselo- ¿Que era eso que no debía contarle Krim a tu hermana?

Charlie se paró en seco y se quedó pensativo un rato. Parecía un padre intentando buscar las palabras para explicarle a sus hijos de donde vienen los niños, y aun estuvo así un buen rato. Me dijo que era algo que solo debía contarme en privado, así que nos dirigimos a una sala pequeña en nuestro territorio. Una vez allí se sentó en una silla y me pidió que hiciera lo mismo.

-Nunca creí tener que darle esta charla a alguien después de que me la dieran a mi -Charlie parecía nostálgico- Luca... ¿Alguna vez has visto a tu padre?

-No, murió siendo yo muy pequeño... Era un mafioso de poca monta... -Empezaba a intuir por donde iba aquella conversación- Oye Charlie, no creerás que...

-Tus ojos... Cada vez que te enfadas o que estás en peligro, se vuelven de un dorado intenso... -Me miró fijamente y yo le sostuve la mirada- Es casi antinatural.

-No me gusta lo que estás sugiriendo...

-Luca, esos "Ataques" que te dan, también me daban a mi cuando aun no sabía quien era mi padre... -bajó la mirada al suelo- Es posible que tu padre no fuera humano... quizás tu madre lo sabía... quizás no.

-¡Mientes! -Incluso para mi había un punto hasta el que era capaz de asimilar cosas, pero no que era una especie de semimonstruo. Es muy duro que alguien te diga que todo lo que has creído durante toda tu vida es mentira.- No puede ser... Yo no... No soy... -No podía articular más de dos palabras seguidas y me daba vueltas la cabeza.

-Piénsalo, Luca -Charlie intentaba hacer que lo asimilara- Siempre has sido más inteligente que los demás, más rápido, más ágil, podías sentir el peligro acercarse, podías ver más allá de las apariencias, aunque no te dieras cuenta... -Todo lo que decía era cierto, nunca había sido un niño normal. Siempre había destacado en todo, pero creí que aquello simplemente era una casualidad- Por so Bell se fijó en ti, por eso sé que puedes entender que lo que te digo es cierto.

Sabía que tenía razón, sabía que no podía negar nada de lo que me había dicho, pero yo no podía aceptarlo, simplemente, me negaba a hacerlo, así que decidí hacer lo único que podía; correr. Salí disparado hacia la salida más cercana de METROpolis, por la que había visto salir a los chicos la noche anterior. Charlie intento detenerme, pero yo fui más rápido y pude deslizarme hasta la superficie, saliendo, sorprendido, más cerca de mi casa de lo que creía.

Debía confirmar si todo aquello era verdad, si realmente toda aquella pesadilla era cierta, y solo había una persona que podía hacerlo; Mi madre.

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