miércoles, 6 de junio de 2012

Lullaby #Dia 1 Por la mañana

Me desperté sobresaltado y mire el reloj. Eran las seis y media de la mañana, la hora a la que solía despertarme habitualmente. Estaba empapado en sudor y el pulso acelerado.Yo nunca había tenido pesadillas así que nos sabia si calificar aquello como una, pero sí sabia que, por alguna razón, el encontronazo de aquella noche me había afectado muchísimo.
¿Quien era aquella chica?¿Que hacia en la Ciudad Gris?Ya lo averiguaría por la noche, ahora tenia que darme prisa en arreglarme para el instituto.

Como ya habíamos terminado los exámenes y faltaban a penas siete días para terminar el curso casi nadie se tomaba la molestia de ir a clase.
Normalmente yo tampoco iría pero no iba a perder la oportunidad de pasar seis horas prácticamente a solas con Alice.
Alice era mi compañera de clase, le tocaba sentada junto a mi así que pasaba mucho tiempo uno cerca del otro, pero ella no era muy habladora y cuando intentaba iniciar conversación se cerraba totalmente. Con todo seguía siendo una persona amable y le atribuí aquel comportamiento a su timidez, ya que cuando estábamos solos solía ser más propensa a hablar. Por eso estar a solas un día entero con ella era una oportunidad de oro

De cualquier forma me duche, vestí y desayune sin más incidencias. Llegue a coger el primer tren, como de costumbre. Pero había algo que fallaba, me sentía extraño, como si me pesara todo. Pese a que suene extraño de creer, yo nunca me había sentido "cansado" debido a que siempre me iba a dormir siempre a una hora exacta y me despertaba todos los días a la misma hora. Intervalos perfectos de 8 horas, la cantidad exacta de sueño para mantener el cuerpo en su optimo funcionamiento. Yo nunca había dormido mal, ya que siempre iba a la ciudad gris y allí era como si la energía onírica me "recargase". Pero no aquel día. Aquella mañana por primera vez en mi vida me dormí cuando aun brillaba el sol en el cielo.

El traqueteo del tren hacia la ciudad me arrulló y fue como caer hacia el mar de mucha altura.

De repente me desperté en un tren oxidado y desecho, en mitad de las intransitadas vías de la ciudad gris. Fue como caer a una piscina fría desde mucha altura. Estaba aturdido y confuso. Además algo me oprimía el pecho y me costaba respirar. Me derrumbe sobre el suelo y empece a convulsionar. Paso lo que me pareció una  eternidad hasta que me estabilice. Entonces decidí mirar al rededor.

Era de noche afuera y hacia mucho frio. He de reconocer que tuve miedo. Nunca antes había estado en la ciudad gris después del ocaso, así que no podía saber si seguía siendo el lugar tranquilo y seguro que yo conocía.

Estaba divagando sobre si salir o no del tren cuando me di cuenta de que había algo conmigo en el vagón. No lo vi pero supe que estaba ahí. Detrás mio, al final del vagón, una presencia fría y oscura. Era como tener una garra de hielo apretándome el corazón.

Había pasado de estar asustado a estar cagado de miedo. Quería irme de allí, pero la puerta estaba al lado donde se encontraba aquello así que salí por el único otro sitio por el que podía; La ventana.

Salte a través de la ventana medio rota y salí rodando por las vías. Me puse de pie en seguida y empece a correr tan rápido como pude pero aquella cosa salio tras de mi, pero no me pare a mirar, simplemente, seguí corriendo.

Mientras me movía por las calles me di cuenta de que los hombres grises sin rostro habían desaparecido, en su lugar habían criaturas negras con una vaga forma humana y ojos tan rojos como la sangre. En cuanto me vieron, todos se acercaron hacia mí e intentaron agarrarme. Me debatí lo que pude, pero eran demasiados y acabaron tirándome contra el suelo.

La cosa del tren se acercó y los humanoides le dejaron paso. Cuando lo vi de cerca estuve a punto de gritar, pero se me hizo un nudo en la garganta. Era una masa informe de sombras con un único ojo rojo en medio de la parte más alta y unas extraños brazos raquíticas que movía como si fueran patas de araña, arrastrando el vientre. se me quedo a apenas unos centímetros de la cara y abrió una boca gigantesca  llena de dientes.

Podía sentir su bao pestilente en mi rostro y su ojo me miraba con ansia. Esa cosa quería devorarme y yo no podía huir. Cerré los ojos esperando el dolor, pero no llego. En su lugar oí un ruido estruendoso y una risa diabólica.

Abrí los ojos y vi a la criatura muerta y sus pedazos desperdigados por el suelo. Encima del cadáver había un hombre riéndose como un lunático. Llevaba unos pantalones de traje color caqui y un chaleco del mismo color encima de una camisa negra con las mangas subidas y una corbata roja. Tenia el pelo del color de los muebles de roble barnizados y peinado hacia atrás de forma que los laterales parecían dos cuernos y una cola de caballo a la altura de la nuca. Tenia los rasgos afilados y sus ojos eran almendrados y caídos. Debió darse cuenta de que le miraba porque de repente se giro hacia donde estaba.

-¿Que te crees que haces aquí?-Hablaba en voz muy alta, pero no gritaba. Tampoco parecía enfadado sino más bien... ¿Preocupado?-¿Sabes la que me caerá si muere un humano aquí?

Fui a contestar, pero antes de eso ya lo tenia justo en frente y todas las criaturas negras se apartaron con miedo y me dejaron ir.

-Espero verte pronto de nuevo, golfillo, pero ahora deberías volver, debes de estar a punto de llegar a la estación.- Me revolvió el pelo y me dio una colleja.

De repente desperté y, efectivamente, estaba en el tren y ya había llegado a la parada de la escuela. Baje rápidamente y entre al instituto lo más deprisa posible.

Cuando llegue a clase ella ya estaba ahí. Alice Laforette, con su pelo rojo como el vino, largo y liso como el de una princesa y unos ojos azules como el mar en calma. Después de aquella terrible experiencia era justo lo que quería ver y como había supuesto, no había nadie más a parte de nosotros dos en clase.

-Buenos días, Alice- Dije desde la puerta

-Hola, Sera.-Lo dijo sin ni siquiera mirarme, al parecer estaba leyendo un manga de humor. Ademas me había llamado por el apellido.

-Sabes que me puedes llamar Luka, el apellido es muy formal para alguien que apenas tiene diecisiete...

-Como quieras, Luka- me miro de arriba a abajo y dijo-¿Te ha pasado algo? Pareces cansado.

Creo que era la primera vez que me había dicho más de tres palabras seguidas. Estaba a punto de contestar cuando entro el profesor y nos dijo que como no había nadie más de su curso iba a venir un alumno del otro grupo. Estaba a punto de explotar.

Por fin tenia la oportunidad de pasar tiempo a solas con Alice y todo se iba al traste antes de empezar. Estuve planteándome seriamente matar a ese tipo solo por el hecho de haberlo mandado todo a pastar.

Espere un rato a ver si entraba, pero no lo vi pasar


-Oye,-dijo una voz desde el fondo de la clase- si me buscas llevo aquí un rato...

No se como pero había un chico de más o menos mi edad en el ultimo pupitre de la esquina opuesta a la puerta. Tenia el pelo rubio como la paja y una barba de un par de días del mismo color y por alguna razón me recordó un poco a un sátiro. Era muy flaco y bastante alto con los brazos y piernas delgados. Llevaba una camisa Hawaiana rosa medio abierta, unas bermudas, chanclas y unos guantes sin dedos como los que se usan en mecánica. Además tenia un colgante de plata con la forma de una cruz invertida y un pendiente con la misma forma. Estaba repantigado en el asiento con las piernas sobre la mesa, pero se levanto con bastante agilidad y se acerco hacia donde estaba para darme la mano.

-Me llamo Charly, encantado-Cuando lo tuve delante me di cuenta de que era mucho más alto de lo que me había parecido en un principio- vamos a llevarnos bien.

-Si, claro.

De repente tuve el presentimiento de que aquel día no iba a ir a mejor.

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