Me desperté sobresaltado y mire el reloj. Eran las seis y media de la
mañana, la hora a la que solía despertarme habitualmente. Estaba
empapado en sudor y el pulso acelerado.Yo nunca había tenido pesadillas
así que nos sabia si calificar aquello como una, pero sí sabia que, por
alguna razón, el encontronazo de aquella noche me había afectado
muchísimo.
¿Quien era aquella chica?¿Que hacia en la Ciudad
Gris?Ya lo averiguaría por la noche, ahora tenia que darme prisa en
arreglarme para el instituto.
Como ya habíamos
terminado los exámenes y faltaban a penas siete días para terminar el
curso casi nadie se tomaba la molestia de ir a clase.
Normalmente yo tampoco iría pero no iba a perder la oportunidad de pasar seis horas prácticamente a solas con Alice.
Alice
era mi compañera de clase, le tocaba sentada junto a mi así que pasaba
mucho tiempo uno cerca del otro, pero ella no era muy habladora y cuando
intentaba iniciar conversación se cerraba totalmente. Con todo seguía
siendo una persona amable y le atribuí aquel comportamiento a su
timidez, ya que cuando estábamos solos solía ser más propensa a
hablar. Por eso estar a solas un día entero con ella era una oportunidad
de oro
De cualquier forma me duche, vestí y desayune
sin más incidencias. Llegue a coger el primer tren, como de costumbre.
Pero había algo que fallaba, me sentía extraño, como si me pesara todo.
Pese a que suene extraño de creer, yo nunca me había sentido "cansado"
debido a que siempre me iba a dormir siempre a una hora exacta y me
despertaba todos los días a la misma hora. Intervalos perfectos de 8
horas, la cantidad exacta de sueño para mantener el cuerpo en su optimo
funcionamiento. Yo nunca había dormido mal, ya que siempre iba a la
ciudad gris y allí era como si la energía onírica me "recargase". Pero
no aquel día. Aquella mañana por primera vez en mi vida me dormí cuando
aun brillaba el sol en el cielo.
El traqueteo del tren hacia la ciudad me arrulló y fue como caer hacia el mar de mucha altura.
De
repente me desperté en un tren oxidado y desecho, en mitad de las
intransitadas vías de la ciudad gris. Fue como caer a una piscina fría
desde mucha altura. Estaba aturdido y confuso. Además algo me oprimía el
pecho y me costaba respirar. Me derrumbe sobre el suelo y empece a
convulsionar. Paso lo que me pareció una eternidad hasta que me
estabilice. Entonces decidí mirar al rededor.
Era de
noche afuera y hacia mucho frio. He de reconocer que tuve miedo. Nunca
antes había estado en la ciudad gris después del ocaso, así que no podía
saber si seguía siendo el lugar tranquilo y seguro que yo conocía.
Estaba
divagando sobre si salir o no del tren cuando me di cuenta de que había
algo conmigo en el vagón. No lo vi pero supe que estaba ahí. Detrás
mio, al final del vagón, una presencia fría y oscura. Era como tener una
garra de hielo apretándome el corazón.
Había pasado de
estar asustado a estar cagado de miedo. Quería irme de allí, pero la
puerta estaba al lado donde se encontraba aquello así que salí por el
único otro sitio por el que podía; La ventana.
Salte a
través de la ventana medio rota y salí rodando por las vías. Me puse de
pie en seguida y empece a correr tan rápido como pude pero aquella cosa
salio tras de mi, pero no me pare a mirar, simplemente, seguí corriendo.
Mientras
me movía por las calles me di cuenta de que los hombres grises sin
rostro habían desaparecido, en su lugar habían criaturas negras con una
vaga forma humana y ojos tan rojos como la sangre. En cuanto me vieron,
todos se acercaron hacia mí e intentaron agarrarme. Me debatí lo que
pude, pero eran demasiados y acabaron tirándome contra el suelo.
La
cosa del tren se acercó y los humanoides le dejaron paso. Cuando lo vi
de cerca estuve a punto de gritar, pero se me hizo un nudo en la
garganta. Era una masa informe de sombras con un único ojo rojo en medio
de la parte más alta y unas extraños brazos raquíticas que movía como
si fueran patas de araña, arrastrando el vientre. se me quedo a apenas
unos centímetros de la cara y abrió una boca gigantesca llena de
dientes.
Podía sentir su bao pestilente en mi rostro y
su ojo me miraba con ansia. Esa cosa quería devorarme y yo no podía
huir. Cerré los ojos esperando el dolor, pero no llego. En su lugar oí
un ruido estruendoso y una risa diabólica.
Abrí los
ojos y vi a la criatura muerta y sus pedazos desperdigados por el suelo.
Encima del cadáver había un hombre riéndose como un lunático. Llevaba
unos pantalones de traje color caqui y un chaleco del mismo color encima
de una camisa negra con las mangas subidas y una corbata roja. Tenia el
pelo del color de los muebles de roble barnizados y peinado hacia atrás
de forma que los laterales parecían dos cuernos y una cola de caballo a
la altura de la nuca. Tenia los rasgos afilados y sus ojos eran
almendrados y caídos. Debió darse cuenta de que le miraba porque de
repente se giro hacia donde estaba.
-¿Que te crees que
haces aquí?-Hablaba en voz muy alta, pero no gritaba. Tampoco parecía
enfadado sino más bien... ¿Preocupado?-¿Sabes la que me caerá si muere
un humano aquí?
Fui a contestar, pero antes de eso ya
lo tenia justo en frente y todas las criaturas negras se apartaron con
miedo y me dejaron ir.
-Espero verte pronto de nuevo,
golfillo, pero ahora deberías volver, debes de estar a punto de llegar a
la estación.- Me revolvió el pelo y me dio una colleja.
De
repente desperté y, efectivamente, estaba en el tren y ya había llegado
a la parada de la escuela. Baje rápidamente y entre al instituto lo más
deprisa posible.
Cuando llegue a clase ella ya estaba
ahí. Alice Laforette, con su pelo rojo como el vino, largo y liso como
el de una princesa y unos ojos azules como el mar en calma. Después de
aquella terrible experiencia era justo lo que quería ver y como había
supuesto, no había nadie más a parte de nosotros dos en clase.
-Buenos días, Alice- Dije desde la puerta
-Hola,
Sera.-Lo dijo sin ni siquiera mirarme, al parecer estaba leyendo un
manga de humor. Ademas me había llamado por el apellido.
-Sabes que me puedes llamar Luka, el apellido es muy formal para alguien que apenas tiene diecisiete...
-Como quieras, Luka- me miro de arriba a abajo y dijo-¿Te ha pasado algo? Pareces cansado.
Creo
que era la primera vez que me había dicho más de tres palabras
seguidas. Estaba a punto de contestar cuando entro el profesor y nos
dijo que como no había nadie más de su curso iba a venir un alumno del
otro grupo. Estaba a punto de explotar.
Por fin tenia
la oportunidad de pasar tiempo a solas con Alice y todo se iba al traste
antes de empezar. Estuve planteándome seriamente matar a ese tipo solo
por el hecho de haberlo mandado todo a pastar.
Espere un rato a ver si entraba, pero no lo vi pasar
-Oye,-dijo una voz desde el fondo de la clase- si me buscas llevo aquí un rato...
No
se como pero había un chico de más o menos mi edad en el ultimo pupitre
de la esquina opuesta a la puerta. Tenia el pelo rubio como la paja y
una barba de un par de días del mismo color y por alguna razón me
recordó un poco a un sátiro. Era muy flaco y bastante alto con los
brazos y piernas delgados. Llevaba una camisa Hawaiana rosa medio
abierta, unas bermudas, chanclas y unos guantes sin dedos como los que
se usan en mecánica. Además tenia un colgante de plata con la forma de
una cruz invertida y un pendiente con la misma forma. Estaba repantigado
en el asiento con las piernas sobre la mesa, pero se levanto con
bastante agilidad y se acerco hacia donde estaba para darme la mano.
-Me
llamo Charly, encantado-Cuando lo tuve delante me di cuenta de que era
mucho más alto de lo que me había parecido en un principio- vamos a
llevarnos bien.
-Si, claro.
De repente tuve el presentimiento de que aquel día no iba a ir a mejor.
Quiero... ¡Quiero más! ¡¡Muchas incógnitas!!
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