miércoles, 6 de junio de 2012

Forgotten Data 02

 La meca-carreta repiqueteaba al pasar por encima de las piedras del suelo desértico.

 El sol pegaba fuerte, así que la carreta tenía una estructura de cuero para proteger del mismo a sus ocupantes. No pasaba nada con los animales de tiro, ya que el vehículo no tenía. De ella tiraba un motor con ruedas.

 Haydn miraba curioso el motor

-Lucháis contra máquinas pero veo que no estáis precisamente muy desfasados tecnológicamente…
-¿Lo dice por la meca-carreta o es una indirecta a mi sistema, señor?
-Renfrew… Deja de llamarme señor, por favor, que no me acostumbro…
-¿Cuál debería ser el modo de referencia al administrador entonces?
-¡Cachis, Renfrew! ¡Haydn y ya está!
-Correcto. Guardando configuración…

 Haydn se quedó mirando el paisaje. Comparado con el Anillo Externo, en dónde los árboles y los campos de cultivo llenan el horizonte el Desierto deprimía un poco. Sólo se veía arena, piedras y tierra durante kilómetros, y como mucho se encontraban de vez en un cuando una pila de chatarra, alguna estructura abandonada o ruinas de a saber cuándo.

-Precisamente… ¿Oye, Renfrew, que quiere decir eso de que seas “independiente”?
-Quiere decir que soy independiente de la red del Waffa
-¿Waffa?
-El malo malísimo, chico.

 El conductor, que hasta ese momento había pasado desapercibido, se introdujo en la conversación, seguramente por aburrimiento. Era canoso, medio calvo y siempre procuraba llevar un pitillo en la boca. A Haydn le preocupaba que todo el mundo fuese un adicto al tabaco en el Desierto.

-Nuestro conductor tiene razón. “El Waffa” es un término jocoso/de costumbre que usan los Rebeldes para referirse a Waf-Dotsun, el Núcleo Supremo, señor de Nueva Pixelia y líder de los pixelizados y las máquinas.

 Haydn se quedó durante unos momentos analizando la respuesta. Su padre le había dicho que en el Desierto humanos y máquinas luchaban por la supremacía en el planeta, pero nunca le había especificado qué eran las máquinas.

-¿Núcleo Supremo? ¿Pixelizados? ¿Me lo puedes explicar mejor?
-No te va a poder explicar nada, chaval, la información es un bien escaso en este mundo…
-El conductor ha hecho otra observación muy acertada, Haydn. En un mundo dónde el ser humano lucha contra un superordenador es muy fácil que se le pueda cortar el acceso a la información, ya que esta guarda precisamente la clave para vencer a la máquina.
-Pero… ¿Cómo puede un solo ordenador negar TODA la información al ser humano?

 Se hizo un silencio incómodo.

-El Waffa es muy fuerte… ¿Haydn?- asintió a la pregunta -Nadie sabe como lo hace pero lo controla absolutamente todo. Hasta el más inútil de los pixelizados tiene un poco del Waffa dentro.
-Correcto de nuevo. Waf-Dotsun tiene el control de todas las máquinas y pixelizados en el radio completo del Desierto. Mi sistema debería estar sometido también a su control, pero fui fabricado en un sistema operativo distinto y protegido con claves de acceso que le impiden controlarme.
-¿Pixelizados?
-¡Uh! ¡Yo he visto tres pixelizaciones en mi vida y te puedo asegurar que no son cosa agradable, Haydn! ¡Cuánto menos sepas de ellos, mejor!
-Pero… Renfrew ¿Tu sabes algo?
-No tengo apenas información de ellos, Haydn. Sólo contengo… “Pixelizados, definición: híbrido de hombre y máquina”. No hay más datos.
-Pos vaya

 El frenazo de la carreta acompañó a la perfección la decepción de Haydn. El conductor les miró sonriente

-¡Listo! ¡Panyajo! ¡Desde aquí vas tú solo, Haydn! ¡Buena suerte!

 Haydn dio las gracias y bajó con una pequeña bandolera que había comprado en el Comedor de la Espiga. En ella guardaba su palo, suponiendo que no le pasaría nada en su viaje.

 Panyajo era sin duda un lugar encantador, aunque también tenía un toque desolado. Eran una serie de casas coloridas en medio del desierto, justo al lado de un lago de aguas oscurísimas. Todas las casas tenían flores y parras en sus porches, pero… No había gente en ellos. La única calle estaba vacía.

 Una pequeña ráfaga de arena la recorrió, aumentando la sensación de abandono.

-¿Dónde está todo el mundo?
-En base a que la temperatura actual rebasa los 36 grados Celsius… Y que son las 2 horas, 30 minutos del mediodía… Existen un alto grado de probabilidades de que estén comiendo en sus casas, lejos del calor…

 De repente una puerta cercana se abrió violentamente, acompañada de un sonido de cristales rotos, seguramente de la propia puerta. Del umbral salió corriendo un hombre, sin camisa por arriba y lleno de heridas y cojeando. Le siguieron otros dos, uno de ellos con bata de médico.

 El “huido” cayó al suelo sin poder avanzar más

-¡Dejadme! ¡No pienso dejar que me sacrifiquéis!
-¡No vamos a sacrificarte sólo vamos a apuntarte el miembro afectado!- negociaba el médico. Haydn se percató de que llevaba un serrucho -¡Si no nos dejas hacerlo será peor!
-¡¡No!!
-¡Vamos tío, se razonable, no te comportes así, que si no te perderemos del todo!
-¡¡No!! ¡No quiero convertirme en un lisiado, yo…! ¡¡Aaaagh!!

 De repente el herido se dobló sobre sí mismo y empezó a traspirar ruidosamente. Si Haydn hubiese estado más cerca habría visto como unas luces azules le recorrían las venas el cuello hacia la cabeza.

 Y se levantó, como si no estuviera lisiado. Sus ojos estaban sin vida, pero una siniestra luz azul parecía venir desde detrás de los mismos, como si le hubiesen implantado leds en el globo ocular. No miraba a ningún sitio en concreto, pero a la vez parecía mirar a todos a la vez.

 Su boca se abrió como si se desencajase. Sólo siseó…

-¡Alerta!- sonó Renfrew -¡Pixelizado! ¡Coge algo que puedas usar como defensa!

 Haydn se asustó al percatarse de la situación y se le cayó la mochila con el arma al suelo. Maldijo a todos los dioses y se lanzó a recogerla y abrirla.

 El ruido alertó al pixelizado. Miró hacia Haydn. Levantó un brazo. Haydn le vio. Venía hacia él. Las piernas del monstruo comenzaron a moverse, sin importar las heridas…

 En la única calle de Panyajo sonó un tiro.

 El híbrido se desplomó sin vida. Un silencio desgarrador colmó el ambiente como una bocanada de aire frío.

 Haydn, el médico y el tercer personaje giraron la cabeza hacia el lugar desde el que había parecido venir el disparo. El arma, una escopeta broncínea de tres cañones, aún humeaba en las manos de un hombre anciano, de gran estatura, tocado con un sombrero de vaquero.

-¿¿Qué… Qué ha hecho??- preguntó el chico que había salido con el médico
-No te lamentes por él, ya se había terminado de pixelizar.- bajó el arma -Enterradle bien y fuera.

 El anciano se percató de la presencia de Haydn. Al principio puso cara molesta, como si fuera a reñirle por estar fuera, pero parece que cambió de idea al ver las gafas.

-Mmm… ¿Haydn Orange?
-¿Emmm? Esto… Si
-Vaya, por fin has llegado. Lamento que hayas tenido que ver esto…
-¿Qué le pasó?
-Llegó esta mañana herido por un inyector de nanomáquinas del Waffa. Se había pixelizado y he tenido que… Detenerlo.

 Sus ojos entristecieron al echar un vistazo al compañero del disparado llorando el cadáver

-¿Porqué?
-Se iba a convertir en un sirviente del Waffa. Y no sabemos cómo revertirlo. Y tampoco podemos permitir que delate nuestra posición a las máquinas. Debió dejarse amputar el brazo, en vez de salir huyendo. Ya era demasiado tarde para él…- suspiró -Bueno, dejemos el tema, este no es un sitio agradable. Ven conmigo…

 Haydn le siguió, no sin antes echar una última mirada al cadáver del primer pixelizado que había visto en su vida. Se percató de que querían decir con la palabra "Infierno"

****

 El anciano pistolero rellenó con té una tacita frente a Haydn. La casa del mismo era sorprendentemente acogedora y desconcertantemente colorida y risueña para una persona de aspecto tan serio como él.

-¿Qué tal está el viejo Peter?

 Se le hacía raro hablar de su padre por su nombre

-Yo… Esto…- sus ojos descendieron
-Oh, vaya… Cuanto lo lamento...
-No, no se preocupe…

 Haydn intentó olvidar los recuerdos concentrándose en las flores del mantel. Eran igual de horteras que la silla de madera pintada de rosa sobre la que se sentaba.

-No es por ti, chico. Yo también conocí al Comandante Pit. Se me hace raro… Verle en una tumba, eso es todo. Con lo ruidoso y vivaz que era…
-Bueno… Si le sirve de consuelo… Fue ruidoso y vivaz hasta el final- una sonrisa sumisa se dibujó en la cara de Haydn, aun cabizbajo
-¡Por cierto! No me he presentado… Soy el Coronel LeFebvre. Excombatiente Rebelde como tu padre. Ahora me dedico a proteger este pueblecito de las máquinas.
-Si me permite la cuestión…- interrumpió Renfrew -¿Qué hay aquí? No parece tener muchos recursos.
-Bueno… Tenemos un lago salado que filtramos para tener agua y sal de sobra. Y tenemos unos cultivos subterráneos muy buenos justo debajo de las casas. No es por recursos, maquinita, es por la gente.

 El coronel repasó la mirada por varias fotos sobre una chimenea, en la que se le veía sonriente junto a varias familias. Era como una historia del pueblo: se le veía en la excavación de las granjas, junto a la máquina de desalinización, en un porche lleno de flores junto a una familia…

-Este es un pueblo de supervivientes, construido por gente que no puede luchar, pero intenta vivir en un mundo de lucha… Y yo estoy aquí para asegurarme de que sean felices, hasta que lleguen tiempos mejores.

 Ver y oír todo esto hacía a Haydn sentir como todavía más importante su misión. Y mucho más al recordar el pixelizado. El llegar al Bolsillo se convirtió repentinamente en algo de urgencia en su interior.

 No pudo evitar levantarse.

-¿Dónde vas?
-No quiero abusar más de su hospitalidad, coronel. Me marcho ya al Bolsillo, no quiero llegar tarde.

El coronel recibió su decisión con una sonrisa nostálgica

-Bueno, Haydn, no voy a detenerte. Yo también quiero que llegues pronto. Tenemos que poner esas gafas tuyas en funcionamiento pero ya.
-¿Gafas?- las señaló -¿Estas mías? ¿Tan importantes son?
-Se que son importantes pero ya está, no conozco los detalles. Si quieres saberlos… Habla con los Hermanos Carnage nada más llegues al Bolsillo. No te preocupes, te están esperando así que te recibirán con los brazos abiertos. ¿Sabes el camino, no? Ve hacia el este y luego sigue hacia el norte la Gran Vía. Podrías llegar hoy mismo si no te entretienes
-Gracias…
-De nada, de nada… Anda, sal ya.

 No se hizo esperar la respuesta a la orden.

 Su viaje continuaba. Ahora con un sentido renovado. Pero con aún muchas incógnitas por resolver.

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