martes, 17 de abril de 2012

Sopa en Gofretopia


No podía creer lo que estaba viendo, un gofre pisoteado y aplastado.

-¿¡Quién ha hecho esto!?

Pronto supe la respuesta. Un bol lleno de sopa, que flotaba en el aire como un platillo volante, destrozaba todo a su paso.



Conocía ese robot, no era la primera vez que lo veía, era un robot enorme tripulado por mi archienemigo, el mayor sopero de todos los tiempos.

Rápidamente cogí mi jetpack y salí en su persecución, no podía perderlo de vista, y menos para que destrozase Gofretopia.

Allí por donde iba pasando iba lanzando unas esferas de energía luminosa que iba destruyendo aquello que tocase. Todo el mundo huía asustado, aunque había otros que se quedaban sorprendidos y otros, ya sabían quien era e intentaban alcanzarle con piedras o cualquier otra cosa que tuvieran a mano.

-¡Nunca podréis con este desastre! -oía reír el sopero en su nave.

Lo alcancé pronto y, con resignación, me lancé al caliente caldo, la única entrada al interior de la nave.

Cuando alcancé la entrada y conseguí salir del caldo me sequé todo lo que pude.

-¡Puag! Ahora sabré a sopa.

Corrí a través de los largos pasillos llenos de mecanismos, motores y tubos hasta la puerta con una indicación que decía "Sala de Máquina"

Justo a donde quería llegar. Entré. dos grandes motores y un generador eléctrico funcionaban a pleno rendimiento. Tenía que acabar con al menos uno de los motores o el generador y la máquina caería.

Arranqué una tubería de la pared y empecé a golpear el generador eléctrico. Tras varios golpes, seguía funcionando. Sería inútil continuar, así que me acerqué al motor. Lo investigué buscando el ventilador, al que le clavé la tubería. El motor chirrió, hizo un ruido extraño y una pequeña explosión y se paró.

"Alerta. Alerta, su sistema tiene virus"

-¿En serio? ¿Estropeo el motor y me salta con el mensaje del antivirus? Eres de lo que no hay, sopero.

En una pantalla que había salio un mensaje de error informando de el inminente fallo y detención de la máquina. mi trabajo estaba cumplido, solo faltaba una cosa por hacer.

Corrí de nuevo por los pasillos, esta vez en busca de la sala de control donde estaría el sopero.

Entré. Enfrente de la puerta, de espalda a los mandos estaba él, mirándome.

-Sabía que llegarías. Aún habiéndote bañado en sopa puedo oler ese olor a gofre que desprendes.
-Siempre vendré. Siempre estaré ahí para pararte.

Corrió hacia mi intentando darme un puñetazo. Paré su golpe e intenté devolverle el golpe, pero con un ágil movimiento lo esquivó y me lo devolvió estampándome contra la puerta.

"Chocaremos contra tierra en unos segundos. Abandonen la nave lo antes posible"

Intentamos abrir la puerta, pero el golpe que le di por culpa de su ataque la había estropeado y ahora no abría.

-¡Mira lo que has hecho! Estamos atrapados y a punto de estrellarnos. -le solté estresado.
-Piensa un poco.
-¡¡No es momento para ponerse misterioso!!
-Tienes un jetpack. Podemos salir por el cristal. -dijo señalando el cristal que estaba enfrente de los controles.

Tenía razón. Me había precipitado demasiado debido al susto.

Activé el jetpack y lo cogí por debajo de los hombros. Me dirigí hacia el cristal y el de una patada lo partió. Atravesamos el cristal y sobrevolamos la ciudad hasta un parque cercano.

El gran bol de sopa cayó a pocos metros de nosotros, un par de tuberías sobrevolaron hasta clavarse a nuestro lado.

-Creo que es hora de acabar con esto.
-Si. -le respondí.

Ambos cogimos una tubería y nos lanzamos el uno contra el otro. Conseguimos pararnos todos los ataques, hasta que uno no lo vi venir y si no llega a ser por la función especial del jetpack de brazos mecánicos hubiese estado acabado.

Le quité la tubería y me lancé a por él, pero con un fuerte golpe, no solo paró mi ataque sino que lanzó mi tubería también lejos.

Ambos nos centramos en una batalla de puños para acabar con él otro, en la que ninguno de los dos daba a su brazo a torcer. Finalmente, gracias a los brazos mecánicos conseguí lanzarlo lejos, de vuelta al lugar del que proviene, Soperia.

-¡¡Maldito seas gofrero!! ¡Volveré!

Fueron sus ultimas palabras antes de desaparecer en el cielo.

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