jueves, 8 de marzo de 2012

Café VS Chocolate

Terminó de beber su taza de café. Dejó la taza en la pequeña mesa que tenía al lado.
Miró al frente. Ante sus ojos se veían numerosas tazas de café dispuestas a luchar sin tregua ante la que sería la más cruentas de las batallas.
Se dio la vuelta y se dirigió hacia la reina, la cual vestía un largo vestido blanco con motivos marrones acorde con sus ojos y pelo castaño. Llevaba unos cascos morados y en una mano llevaba una humeante taza de café.

-Mi reina.-dijo el soldado haciendo una reverencia.
-Colored Mastah Spark. Mi Coffe Knight.-dijo dando un sorbo a la taza. -Espero que este listo para la batalla.

El caballero, un esqueleto ataviado con una armadura tan blanca y reluciente como un papel con filigranas de tono cobrizo que recordaban al café. También portaba una capa de color marrón.

-Desde el momento que me encargó estar al frente Reina Didu. Soberana del café.
-Me alegra que sea así. Lidere esta batalla hasta la victoria.
-Haré todo cuanto este en mi mano.

La reina dejó la taza a un lado he hizo un gesto como llamando a alguien. A los poco minutos, una taza de café apareció portando un bello estuche.

-Tomarla y úsala en la batalla.-le dijo la reina al caballero.

La taza abrió el estuche y dejo ver una bella espada cuya empuñadura emulaba una taza de café y la hoja simulaba al café que salía despedido de la taza.

-¡La Cafetera! ¡La mejor hoja de todo el reino! Es todo un honor.

Spark hizo de nuevo una reverencia.

-No le fallaré, mi señora. Juró por mi honor como amante del café que venceré.
-Así lo espero.

A lo lejos se escuchaba un enorme estruendo.

-El ejército enemigo se esta movilizando. Debo marchar al frente, mi señora.

El caballero hizo de nuevo una reverencia y se marchó apresurado al frente de su batallón.

-La guerra ha empezado.-dijo Didu.

                                                         ***

Se levantó del trono. Podía ser el rey, pero no permitiría que se derramase sangre de lo suyos mientra el observaba la batalla.

-Majestad, ¿va a usted a participar?

-Si. Terminaré con esta estupidez.

El rey salió del la sala del trono y atravesó los pasillos del castillo hasta sus aposentos. La tableta de chocolate le siguió.

El rey se despojó de sus finos y caros ropajes y se vistió con una armadura de bronce, cuyo color y motivos recordaban al chocolate.

-Majestad, es una locura. Usted no debería luchar.

-Escúchame bien, como monarca del chocolate mi deber es proteger mi reino de los invasores que lo acechan.

-Pero para eso ya tenemos a los caballeros. Están listos y esperan ordenes del capitán Khemeia.

-Sé que el capitán Khemeia es fuerte. Somos amigos desde pequeños. Si mi padre no hubiese muerto a tan temprana edad aún seguiríamos en la escuela de soldados y nuestros caminos no se hubieran separado. Aún así es mi voluntad y mi deseo el de  participar en la lucha a su lado y no escucharé más quejas por parte de nadie. O acabareis fundido y listo para tomar.

-Co-como usted desee Rey Spincel.-le respondió claramente atemorizado.

El rey Spincel era joven, no superaría la veintena en edad, pero era sabio y justo y por encima de todo amaba a su reino y no deseaba perderlo por nada del mundo.

-Qué traigan Chocolateada, mi espada.

La tableta salió de la habitación sin mediar palabra. El joven monarca por fin se quedaba a solas.

Meditó sobre su decisión, quizás no fuese la más acertada como su consejero le había afirmado, pero no pensaba quedarse de brazos cruzados mientras todos se batían en duelo. Realmente, en lo hondo de si, tenía algo de miedo.

Se asomó por la ventana. Todo su ejército formado por tabletas de chocolate estaba en fila esperando ordenes. Y al frente de el ejército estaba Khemeia, su mejor amigo desde la infancia. Portaba una espada y una armadura negra.

Alguien llamó a la puerta con unos leves golpes.

-Pasa.

El consejero entró. En sus manos,  guardada entre unas finas gasas una espada cuya hoja recordaba a una tableta de chocolate. El rey la cogió y la observó unos instantes.

-Estoy listo.

La guardo en su funda y salió del castillo.

Todos los soldados le dejaron paso hasta el capitán Khemeia.

-¿Listo para la batalla?
-¿¡Spincel!? ¿Qué haces aquí?
-Defender mi reino.

El caballero de la negra armadura parecía sorprendido y agradecido por la inesperada compañía.
Ambos se chocaron sus manos con el saludo que ambos inventaron hace años. Aunque ninguno lo dijese, que el otro estuviese a su lado lo confortaba y alejaba el miedo que sentían.

-¡¡Partimos hacia la batalla!!

Todos los soldados respondieron con un sonoro gritó y echaron andar hacia el campo de batalla.

                                                         ***


Ambos bandos se iban acercando al otro. Los pasos de los cientos de soldados resonaban por todo el sitio. Cuando ambos bandos estuvieron enfrente se detuvieron y los líderes de ambos bandos se miraron fijamente.
-Acabaremos con vuestro reino sin ninguna piedad.

-No permitiremos que eso ocurra nunca.-dijo Spincel.
-No tenéis ninguna posibilidad contra nosotros-dijo Spark.
-Ya lo veremos.
-Si eso es lo que queréis...-dijo Spark
-Entonces.....
-¡QUÉ EMPIECE LA BATALLA!- gritaron Spark y Khemeia al unísono.
-¡No!-dijo Spincel, pero su gritó quedo ahogado en el estruendo formado por los soldados al correr.

Todos los soldados de ambos bandos pasaron al lado de sus líderes y se ensarzaron en una batalla. Por todos lados se escuchaba el cruce y choque de aceros que indicaba que el conflicto había empezado y no acabaría hasta que uno de los dos bandos acabase victorioso.

Spark desenvainó su espada y sin dudarlo ni un segundo atacó a Spincel, pero Khemeia fue más rápido y de un empujón lo apartó mandándolo lejos del enfrentamiento.

-¡No! ¡Esto no debería ser así!- exclamó el joven monarca en cuando se incorporó. -Este no era mi plan.

Todo a su alrededor era guerra, todos a su alrededor se batían en un desesperado duelo para garantizar su supervivencia.

De la nada, una taza de café le atacó, pero era hábil y pudo parar el ataqué con un rápido movimiento de la espada.

-¿Qué es lo que pretendéis?

La taza no contestó, simplemente se limitó a intentar atacar a Spincel de nuevo, pero este detuvo el ataque y contraatacó de forma instintiva. A la taza se le hizo una grieta de la que empezó a brotar pequeños borbotones de café. La taza cayó de rodillas tapándose con las manos la grieta, pero era inútil, cada vez salía más y más.

-Lo siento. no era mi intención, pero no me has dejado otra alternativa.

Pronto la taza cayó desplomada derramando todo su contenido.

Spincel salió corriendo evitando cualquier otro ataque sorpresa.

Mientras tanto Khemeia estaba batiéndose en duelo con el guerrero de la blanca armadura.

-Ha sido muy temerario por vuestra parte traer al rey a esta batalla.
-Viene por propia voluntad. Tiene un gran manejo con la espada. Quiere acabar con esto cuanto antes.

Ambos se lanzaron el uno contra el otro, pero ambos eran tan habilidosos que ningunos de sus ataquen consiguieron tocar al otro.

-Aún así es una temeridad.
-Podría decirlos lo mismo. Vuestra reina esta viendo esta batalla.
-Pero no participa.

Spark se quedó pensándolo unos instante. Su cara cambió por completo cuando cayó en la cuenta, pero intentó disimularlo.

-Está bien protegida. Todos sus siervos fieles, aquí presentes, estamos entrenados por los mejores. Es una suerte que seas capaz de seguirme el ritmo.

De nuevo chocaron los aceros repetidas veces si conseguir resultado alguno. Cada vez estaban más cansados, la batalla estaba durando demasiado.

Tras uno de los choques, Khemeia cedió un poco, momento que aprovechó Spark y consiguió tirarlo al suelo apartándolo de su espada.

-Has luchado bien, pero ha llegado tú hora.



Spark alzó la hoja de la espada apuntando al cuello del caballero. Este cerró los ojos estaba preparado para el final. Lamentaba no haber podido haber defendido mejor a su reino y a su rey, pero ya nada podía hacer. Esperaba escuchar el filo de la hoja cortando el aire de camino a su gaznate, pero el sonido no comenzaba, solamente se escuchaba el sonido de los que luchaban ajenos a él.
-Levanta. -escuchó.
Abrió los ojos y vio ante él a Spincel, estaba apuntando a Spark con su propia espada, a sus pies clavada la hoja del joven rey. Spark contemplaba la escena sin saber que hacer.
-Siempre igual. Si perdías lo dabas todo por perdido, siempre hay una solución, nunca te rindas. 
-Si...
Spincel clavó la espada al suelo y recogió la suya y salió corriendo internándose en la zona de donde había venido el bando del café.
-¿A dónde vas?
-A terminar con esta batalla de una vez por todas.
Corrió sin parar ni un instante, deteniéndose solo cuando alguna soldado enemigo le cortaba el paso. Tras unos pocos enfrentamiento y una carrera que le enseño el peor lado de la guerra, muerte, sufrimiento y dolor, llego ante la reina del bando enemigo. Varios le cortaron el paso.
-No vengo a luchar.-dijo dejando caer la espada. -Quiero hablar.
-Tú dirás.
-Veo innecesaria toda esta guerra.
Hizo a un lado a todos los que le separaban de la soberana y se acercó a ella
-¿Qué quieres decir?
-Todo esto de la guerra es absurdo. Ni siquiera conozco el motivo.
-Demostrar cual de los dos es el mejor.
La reina le di un sorbo a su taza de café.
-Deberíamos intentar llegar a un acuerdo. Nada de esto nos beneficia. ¿Qué sacamos en claro de esto? ¿Cuál de los dos es el mejor? Eso es imposible, eso es algo que nosotros que no podemos decidir. Y si no mira lo que ha pasado con el Gofre y la Sopa, años y años de luchas sin sentido que no han llevado a nada, solo destrucción y miseria a ambos bandos sin resultado alguno.
La soberana parecía darle vueltas al tema mientras daba sorbos a su taza de café. De fondo se seguían escuchando las miles de batallas que se estaban llevando a cabo.
-El tiempo apremia.- le dijo el rey. -Cuanto más tardes en decidirte más bajas habrá.
-No.
-¿Cómo? -No pienso detener esta guerra. 
-¿¡Es qué no lo entiende!? Esto no traera nada de provecho, solo miseria a ambos bandos.  

La reina no parecía que fuese a ceder, así que el rey Spincel se dio la vuelta y volvió al campo de batalla. 

Volvía a estar ensimismado en sus pensamamientos, ignorando la batalla que acontecía a su alrededor. Buscaba desesperadamente a Khemeia, que continuaba luchando con el caballero del bando contrario. Tenía que hablar con ellos. Igual, si la Reina los escuchaba a ellos también cambiaría de parecer.

Estaba llegando cuando varios enemigos le cortaron el paso. Él ya sabía que hablar con ellos sería inútil, así que muy a su pesar no tuvo más remedio que enfrentarse a ellos. No fue una lucha demasiado complicada, pero la desventaja numérica le supuso algún que otro problemas. Una vez eliminadas las tazas enemigas siguió corriendo. 

Las luchas a su alrededor cada vez eran menos y las que estaban aún produciendose eran de varios contra uno y similar. No predominaba uno sobre otro, ya que en algunos casos varios de su bando se enfretaban a los del contrario y viceversa.  

A lo lejos consiguió distinguir a Khemeia y a Spark, que seguian enfrascados en su lucha. Ninguno daba su brazo a torcer, ningun quería perder.

-¡Parad la lucha! Ambos siguieron chocando sus aceros unos instantes más. 
-¿Ha conseguido detener la batalla?- le preguntó Khemei. Por el tono de su voz se le notaba cansado.
-No. La reina no cede. No se da cuenta.
-¿Y qué quieres que nosotros hagamos?-preguntó Spark.
-Vayamos los tres a hablar con ella. Puede que si los tres...
-No servirá de nada.
-¿Por qué?
-La reina lleva esperando esta batalla con tiempo. No permitirá que acabe hasta que haya un vencedor. Nada parecía ir bien, Spincel se quedaba sin posibilidades para parar la guerra.  
-¿No piensas intentarlo?-preguntó Khemeia.
-Si mi reina así lo quiere, así será. Como su fiel servidor no soy quien para cuestionar sus deseos. 

Sin mediar ni una palabra más el blanco caballero atacó de nuevo al rey Spincel, pero Khemeia detuvo el ataque y ambos se enzarzaron de nuevo en el cruce de aceros.  

-¡Parad!¡Os lo ordeno!  

Ninguno de los dos hicieron caso. Spincel ya no sabía que hacer.

Decidió hablar de nuevo con la reina, podría ser inútil, pero ¿qué otra opción tenía?  

El campo de batalla estaba ya desierto de batallantes, todo lo que quedaban eran los restos de tazas de café y de tabletas de chocolate que habían perdido durante la batalla. 

Cuando llegó ante la reina, esta estaba siendo atacada por varios del bando del chocolate.

-¡A mí mis siervos!¡Venid a ayudarme!
-¡Deteneos! 
Los fieles siervos de Spincel detuvieron el asedio.
-Gracias.... ¿¡Dónde están mis siervos!?  
-Temo que han caído en la batalla y los que quedan no están en condiciones de luchar.
-Pero, pero... 
-Yo quería evitar esto. Evitar el derramamiento de....  

De repente se escuchó un gritó.

-¡¡Spark!! -gritó la reina. 

Didu salió corriendo hacia el lugar del que provenía el grito. Spincel le siguió.  

Cuando llegaron vieron a un Spark herido.  

-¡Capitán! ¿¡Está bien!? 
-Si... mi reina....  

Intento ponerse en pie, pero en cuanto lo hizo un fuerte dolor le recorrió el cuerpo desde la herida y volvió a caer. 

-¡Khemeia! ¿Qué has hecho?¡Se supone que quería evitar esto! 
-Yo no he sido. Han sido uno de los nuestros por detrás. 
-¡Estas sangrando!-exclamo la soberana del café al ver la herida de Spark. 
-No es nada, en serio....  

La reina ayudo a su caballero a ponerse en pie con la ayuda de Khemeia y Spincel, luego ambos se retiraron rumbo a su castillo.  

-¿A dónde vais? 
-Nos rendimos, el bando del chocolate ha ganado.- le contestó la soberana. -Spincel, ahora entiendo lo que me decías. Fui una estúpida al seguir la guerra, al no pararla. Lo siento. He hecho daño a mucha gente, incluso a la gente que quiero.  

La reina estaba realmente arrepentida y avergonzada por su comportamiento y actitud ante la guerra. 

-Si me permite.-le dijo Spincel mientras cogía a Spark por el brazo para ayudarles.- Me gustaría que firmáramos la paz, una señal de que esto no volverá a pasar y de que nuestros reinos se llevaran bien. 

La reina asintió y le estrechó la mano al rey.  

Al poco tiempo ambos reinos firmaron la paz y con ella varios acuerdos para la exportación de chocolate y café entre los dos reinos.  

Respecto al campo de batalla, se dio sepultura a los caídos en la batalla y en el lugar que tuvo lugar la guerra se erigió un monumento que recordaría por siempre como el terrible acontecimiento tuvo un buen desenlace.

7 comentarios:

  1. Madre mía que descojone xDDDDD A ver que aventuras me esperan en esta batalla Ò_Ó (y es Love Colored Mastah Spark xDDDDDD)

    ResponderEliminar
  2. Wa--?!? xDD Esto no me lo esperaba
    Teh Adventures of the Love-Colored Coffee Knight!!

    (Creo que se avecina una batalla extremadamente aleatoria... y me encanta xD)

    ResponderEliminar
  3. Podría ser el spot de una marca de café... Y de otra de chocolate. Molan un huevaco, consiguen epicidad de algo que a primera vista debería ser... Hilarante.

    Aunque... Te has planteado escribirlo en plan "cantar de gesta", como Tsufurino? Molaría. O como la Iliada de Homero xD

    ResponderEliminar
  4. El café no tiene nada que hacer...

    ResponderEliminar
  5. Pues yo soy del chocolate, pero más que nada porque no he probado nunca el café xDD Esperemos ver como sigue la batalla.

    ResponderEliminar
  6. Esto se pone cada vez más interesante... que ya es decir, con lo bien que estaba el principio!

    ResponderEliminar