viernes, 9 de marzo de 2012

New World

El sonido de las olas, el agua en su vaivén, un remanso de agua azul que nunca se detiene, o eso le habían dicho, pues no lo conocía, ella solo conocía una masa gris, densa y estancada a la que le habían recomendado nunca acercarse.



Tenía que volver, llevaba mucho tiempo allí. Inició la marcha. Anduvo por la arena esquivando los restos de cosas que el mar había traído. Caminaba deprisa, pues no sabía cuanto tiempo quedaba para que llegase la noche.
Miró al cielo en busca de algún indicio, pero como siempre, estaba cubierto por nubes grises por todas partes. Ella siempre lo recordaba así, pero había escuchado a los mayores hablar sobre un cielo azul en el que había nubes blancas que se movía por el viento y que a veces dejaba caer agua o incluso agua congelada. También había escuchado que había dos enormes esferas, una, al parecer, incandescente que alumbraba y otra de piedra. Una salía cuando la otra se había ido.

Absorta en sus pensamientos no se dio cuenta que el escenario había cambiado. Ella sabía donde estaba, pasaba por allí muy a menudo. Era un sitio que le agradaba y a la vez le imponía respeto. Estaba plagado de enormes cajas de piedra gigante con piedras transparentes rectangulares insertadas cada cierta distancia. Cuando estuvieron de pie debieron de ser imponentes por su altura, pero ahora inclinados, destrozados y medio comidos por la tierra que los sepultaba no lo parecían tanto.
Le habían explicado que dentro de esas cosas, cuando aún estaban erectas, la gente vivía y trabajaba dentro, aunque aquello era algo que no entendía, era algo que escapaba a su comprensión, así como que esas casas se agrupasen en varios miles alrededor de un punto.

Llegó a su destino. Pequeña casetas construidas con materiales que habían encontrados por todas partes, cualquier cosa servía. Todas estaba destartaladas, mal hechas y no eran confortables, pero para ella y todos los que allí vivían era un lujo.

Pasó al lado de un grupo de niños pequeños a los que estaban enseñándole algunas cosas. le vino a la mente sus días aprendiendo allí. Así aprendió todo lo que sabía, como que una vez los hombres se pelearon entre ellos y cada vez, las armas usadas por cada bando fueron más y más destructivas, no solo para ellos, sino para el planeta, que debido a ello incluso, lo que los mayores llamaban "continentes" se habían desplazado, la mayoría de plantas y animales murieron. Todo se volvió un árido desierto donde vivir. solo unos pocos se salvaron y ahora año tras año la civilización había conseguido remontar un poco tras el gran desastre y aún así nada era seguro y seguían yendo de un lado para otro, no solo buscando víveres, sino también buscando algún superviviente a el caos a los que los seres humanos habían llevado a lo que ellos una vez llamaron "Planeta Tierra".

1 comentario:

  1. Y así es cómo acabaremos si seguimos así... Buen relato, me ha recordado al Fallout :)

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