lunes, 6 de febrero de 2012

Una de piratas - Diario de bitácora IV

El suelo ya no era de tierra, sino de piedra. Había casas de maderas y piedra por todos lados formando un pequeño pueblo. La casa donde se había terminado empotrado el barco parecía la entradas a unas minas, pues había numerosas raíles que giraban y se torcían a diferentes niveles de altura.
Tras el pueblo se veía el fuerte.

-Vaya cambio.
-¿Seguro que no estamos muertos?No se parece en...¡AY!¡Muddy!¿¡A qué ha venido ese pellizco!?
-Raak, esa es la mejor forma de comprobarlo. Te ha dolido, luego no estas muerto.
-Gracias, pero la próxima vez probaré otros métodos.

Pasé de ellos e investigué el asentamiento. No eran muchas casas, y parecía que seguían en uso. No estaban abandonadas.



-¡Aquí vive alguien!- les dije.

-Eso parece.-respondió Raak investigando las casas.-son viejas, pero se nota que están en uso.
-Entonces, ¿la isla no esta desierta?- preguntó Muddy.
-Se ve que no.
-Pero no hay nadie.
-Pueden estar en el fuerte.-dijo Isabella.
-Pues vayamos.

Raak y Muddy salieron corriendo sin mediar palabra.

-¡Esperad!¡No sabemos que puede haber!
-Como siempre tan imprudentes...-dijo Isabella.
-Un pirata necesita ser temerario-le dije y eché a correr también.

El fuerte era enorme, o eso parecía por fuera. Era enorme, construido en piedra con una gran puerta de madera que daba paso a su interior y un arco que daba a la zona exterior.

-¡Capitán!¡Venga a ver esto!- me llamaba Muddy desde fuera.

Pasé por el arco y me encontré con la zona exterior del fuerte, desde donde se tenía una buena vista del atardecer. Era  una gran zona llena de almenas, algunas zonas de vigías y varios cañones para la defensa. También había unas pequeñas escaleras que daban a un pequeño muelle también de piedra. Ahí había echado el ancla el barco con el que nos cruzamos cuando estábamos llegando. Me fijé mejor y, en la proa, vi escrito en letras doradas "Galeón Sopero".

-¿Galeón Sopero? Vaya nombre para un barco.
-Habló él que le puso al suyo "El Moco de Mono".- me replicó Isabella.

Tosí.
Bajé hasta el muelle y subí al barco por la pasarela. Todos me siguieron.

-¿Quién va?- se escuchó a una mujer.

Miramos en todas las direcciones, pero no vimos a nadie. De repente, cayó del mástil mayor con ayuda de una cuerda una chica con el pelo largo y ondulado, con un pañuelo en la cabeza, una camisa blanca desgarrada y un pantalón y una chaquetilla sin mangas negras.

-¿Quién eres?- le pregunté.
-Me llamo Carla. Soy la segunda de a bordo de este navío.
-Yo soy Desmond. Capitán del...
-¡Yo soy Muddy!
-Y yo... yo.... me lla-lla-lla...-empezó a tartamudear Raak y a ponerse colorado. Siempre le pasaba en presencia de una chica, a excepción de Isabella.
-Es Raak. Y yo Isabella.-dijo apartándolo a un lado.
-¿Qué habéis venido a buscar?
-Cuando nuestros barcos se cruzaron, alguien saltó al vuestro.
-¡Si!¡Ese malandrín!¡Cómo lo pille!¡Nos ha dejado un recuerdo en la cubierta!-nos dijo claramente furiosa señalando detrás nuestra, a un agujero de bala.

Se empezaron a escuchar de lejos como alguien se tiraba pedos.

-Oh, no....- dijo Carla nada animada. - No ha podido elegir peor momento.

El sonido venía de unas escaleras. Cada vez era más fuerte.
Miré a Raak y a Muddy. Ambos estaban intentando aguantarse la risa, como yo. Si embargo Isabella tenía puesta una cara de asco.

Al final apareció por las escaleras. Iba vestido con un sombrero de copa, llevaba una chaqueta como la mía, pero totalmente destrozada. Tenía el pelo de un rubio muy oscuro y barba de dos días. En una mano llevaba una botella en la que ponía "Sidra dulce", y en la otra un enorme cepillo y en la cintura tenía atado unos guantes de boxeo viejos. Se iba tirando pedos con lo boca.

No pudimos evitar echarnos a reír, incluso Isabella. Cuando nos vio se quedó de piedra y se puso colorado.

-Este es nuestro capitán... Gifte.
-¿Qué... queréis?
-Nada. Ya nos íbamos.
-Ni un paso mas. ¿Qué habéis venido a buscar?-preguntó recuperándose del bochorno.
-Hemos venido en busca del tesoro.
-Pues la lleváis clara. ¡Será solo para mi!

Carla tosió.

-Para mi tripulación, quería decir.
-¡Eso ya lo veremos! ¡Pienso encontrarlo antes! ¡ Vámonos!

Bajamos del barco.

-¿Y ahora qué? No tenemos ninguna pista.

Todos me miraron con cara de sorprendidos.

-Empecemos por ver que se cuece en el fuerte. Igual allí descubrimos alguna pista.- propuso Isabella.

Entramos dentro. Era enorme. Todo lleno de mesas y bancos con un pequeño escenario al fondo con puertas de maderas. A la derecha de la entrada había una gran cocina de la que salía un delicioso aroma. Al lado del escenario había una salida. En el techo, más o menos en el centro, una enorme araña con todas las velas encendidas. Todo el mundo estaba sentado alrededor de las mesas comiendo. Parecían una mezcla entre piratas y mineros y por la cantidad de gente que había, seguramente se tratase de todos los que había en el pueblo.

Avanzamos unos paso y todos dejaron de comer y se quedaron mirándonos. Al principio pensaba que nos echarían o algo, pero nos llevaron hasta las mesas y nos invitaron a comer con ellos.

Tras una animada charla averiguamos el motivo de que la isla no estuviera desierta: eran piratas que decidieron a quedarse a vivir en la isla, y antes de no hacer nada se decidieron a trabajar en las minas. Aún así había algunos que se dedicaban a viajar y a la piratería y la isla era su hogar.

-¿Quiénes sois vosotros?-preguntó una mujer de la que solo escuchamos la voz, que tenía un marcado acento caribeño.

Me giré y vi a una mujer de piel oscura, el pelo rizado y corto con un pañuelo en la cabeza, un vestido, un delantal y varias pulseras de oro. Llevaba unas bandejas llenas de platos. Nos miraba seriamente.

-Somos piratas. Hemos venido buscando un tesoro. Señora.

El gesto serio dio paso a una sonrisa.

-Llamadme Mama Samba Así lo hacen todos. ¿Vosotros sois?
-Soy Desmond. Y ellos son Isabella, Raak y Muddy.
-Se os ve fuerte chicos. Echadme una mano y tendréis una recompensa.-nos dijo y todos nos levantamos. Tú no Isabella, solo los hombres.

Isabella volvió a sentarse.

-En la cocina hay más bandejas, ayudadme a traerlas.

Los tres hicimos lo que Mama Samba nos dijo y nos dimos varios paseos llevando y trayendo bandejas llenas de comidas. Cuando fui a por la última bandeja que quedaba, coincidí con Mama Samba en la cocina.

Por un momento me pareció más mayor de lo que era cuando la vi. Como si hubiera envejecido rápidamente.
-¿Sabe usted algo sobre el tesoro?- me atreví a preguntarle.
-Sí. Comamos y divirtámonos esta noche. Quedaos a pasar la noche en la Taberna de la Tortuga Tuerta y mañana os contaré lo que sé.
-Gracias.

Cogí la bandeja y salí. Cuando Mama Samba se unió a todos en las mesas volvía paracer la misma mujer joven, así que debió de ser mi imaginación.

Disfrutamos de la cena con unas historias fantásticas que Mama Samba sabía.
Una vez terminadas las historias y la comida recogimos todo y nos trajo botellas de grog, una bebida alcohólica bastante buena, pero prohibida en muchas tabernas del Viejo Continente.
Todos bebimos, bailamos al son de canciones de piratas y nos emborrachamos.

Me dí cuenta de que Raak estaba sentado en una mesa solo, apartado.

-¿Qu-Qué... pasha....?-le pregunté sentándome con él con cierta dificultad y plantando la botella de grog delante suya en la mesa con un fuerte golpe.
-No debo beber alcohol. Ya sab....

Antes de que pudiera terminar le metí la botella en la boca y le obligué a beber.

-¡Disfruta!-le dije y me eché a reír.

Seguimos disfrutando de las canciones y los bailes hasta que Raak se puso a retar a diferentes piratas, e incluso a Isabella. Caí en la cuenta que cuando Raak bebe se pone muy agresivo.
Todos hicimos un corro y animamos a ambos bandos en las peleas.

De repente las puertas se abrieron. Era Gifte, Carla y un par más de piratas que no conocía. Al ver el espectáculo que teníamos montado se quedaron en la puerta, claramente sorprendidos. Me acerqué a ellos.

-¿Qué queréis? - le pregunté enfadado.-¿Venís a molestar?
-No. Me preguntaba si tendríais sidra dulce.
-Solo tenemos grog.- le respondí más alegre.
-Ah, bueno, entonces me...

Antes de que pudiera hacer nada le agarré y lo llevé a la fiesta le obligué a beber grog metiendo la botella en la boca.

-¡Diviértete!

Al principio no estaba muy seguro pero pronto se animó y se nos unió él y su tripulación a la fiesta.

1 comentario:

  1. En una palabra: simpátiquisimo. Da gusto leerlo sólo por los personajes y algunas escenas XD

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