viernes, 10 de febrero de 2012

Putre

¡Muy buenas! ¡Se presenta la nueva adquisición de este gran blog, Spark! No llego al nivel de otros escritores de aquí, pero espero que os gusten aunque sea un poquito mis relatos :3

Y sin más dilación, aquí tenéis a "Putre":


El día había llegado. Hoy Putre volvía.


Cogí mi vieja chaqueta y mi escopeta y salí de mi cabaña, rumbo al trabajo. Me subí al coche, y mientras conducía me puse a pensar en Putre, como siempre hacía. Bueno, en realidad no tenía ese nombre, tenía uno cientifico raro de estos, pero yo lo llamaba así

Apareció hace tres décadas exactas, de la nada. El bicho le dió una vuelta completa a la tierra, arrasando todo lo que tenía delante, y después desapareció sin dejar rastro. Millones murieron cuando pasó por las capitales, y esto se repitió cada vez que volvía al siguiente año, ya que daba la vuelta de diferente manera.

Llegué por fin al lugar donde apareceria Putre este año. Cogí una silla, una taza de café y me puse a esperar mientras pensaba.

Putre ya era enorme cuando apareció, pero crecía cada año por lo que arrasaba. Tenía un cuerpo parecido al de un ciempiés, rojo como la sangre. Se podían ver a simple vista cómo los humanos que habían sucumbido ante el monstruoso ser intentaban salir, perfilando sus caras en su piel, creando así una escena aterradora, como si estuvieran intentando escapar del mismísimo infierno. Tenía por cabeza una enorme calavera humana, que emitía gritos y lamentos que harían estremecerse al más valiente de los hombres. Era un ser repugnante, pútrido, maloliente, aterrador y cualquier otro adjetivo despectivo que te puedas imaginar.

Nuestros científicos consiguieron crear una especie de escopeta gracias a los residuos que iba solando Putre cada vez que pasaba, que podía hacerle cambiar de trayectoria. Matarlo era imposible, se intentó de todo: Balas, bombas, misiles e incluso una bomba nuclear, pero nada de eso surtió efecto, por lo que lo único que se podía hacer era dirigirlo para que no pasase sobre ninguna otra ciudad habitada. Parecía que sus apariciones eran aleatorias, pero se consiguió encontrar un patrón con el que se pudo averiguar dónde aparecería cada vez.

Mientras estaba absorto en mis pensamientos, Putre apareció. Alcé la escopeta y le disparé, con lo cual cambió de dirección repentinamente. El siguiente le disparó también para cambiarle el rumbo y dirigirlo hacia una ruta segura, y así sucesivamente. Los más novatos en el trabajo, que siempre iban acompañados por un veterano, vomitaron ante el hedor y la visión de tal horrendo ser. Siempre pasaba, era inevitable. Incluso a mi me pasó el primer día, pero luego ya me acostumbré. “Guías mortales” eramos llamados por los demás dado nuestro trabajo. Un título que parece que nos dé mala imagen, pero éramos respetados por todos los ciudadanos.

Terminó el día, así que cogí el coche para volver a casa. Ya al volver, me quité la ropa, me tomé una buena ducha y me fuí a dormir. Ni los mejores científicos del mundo pudieron descubrir lo que era Putre, pero yo ya lo sabía desde hace tiempo. Simplemente el mundo ya no podía reprimir por más tiempo todo el dolor, sufrimiento, destrucción y terror que hemos causado la raza humana por los siglos de los siglos.

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