domingo, 19 de febrero de 2012

El Demonio y la Princesa. Acto X

Vicky notó el cosquilleo de la luz del sol entrando por una ventana en su nariz. Notó como su cuerpo volvía después de estar ausente. Su mente no le recordó lo que había pasado. Al abrir los ojos vio una figura con mostacho mirándole preocupado.

-¿Markus?
-Me alegro de que no hayáis perdido la memoria, princesa.
-¡Markus! ¡Estás vivo!

 La princesa se levantó para abrazar a su antiguo guardaespaldas, como quien encuentra algo que daba por completamente perdido. Miró a su alrededor. Reconoció al instante las paredes del Monasterio Musei.

-¿Cómo hiciste…?
-¿Para sobrevivir? Princesa, no era la primera vez que me enfrentaba a relianos. Salí indemne, pero debí ocultarme.
-¿Y cómo me has encontrado?
-Vagué un tiempo oculto, buscando gente que pudiera decirme dónde estabas. Por suerte no tardé en encontrar un informante…

 Miró a su hombro. Vicky se percató por primera vez de la presencia del ser que flotaba sobre él.

 Era como un niño, pero no medía ni un palmo de estatura. Era moreno, pelirrojo y vestía de forma parecida a Jastian, pero sus ojos eran negros y amables, en contra de los sanguinarios ojos rojos del demonio. Dos alitas de murciélago adornaban su espalda, y con adornar nos referimos a que no debían servir de mucho, pues la criatura flotaba sin necesidad de aletearlas. También llamó la atención de la princesa el hecho de que tenía dos antenas como las de las de los insectos en la cabeza, saliendo entre los alborotados pelos rojos.

-Saludos, majestad- el ser hizo una reverencia en el aire. Su voz sonaba débil pero servicial
-¿Quién eres?
-Mi nombre es Hakoti. Soy el antiguo consejero y mayordomo de mi amo y señor Jastian.
-¿¿Jastian??- La princesa enfureció al acordarse del demonio -¿Dónde está?
-¡Eso es precisamente por lo que estoy aquí, su majestad! Fui enviado a este mundo a instancias de su Malignidad Atronadora el Rey de las Tempestades, su padre, a buscarle en su nombre y traerle de vuelta, una vez se conoció que había roto el sello que se le impuso.
-¿Entonces no sabes dónde está?
-Sabía dónde estaba, pero le perdí el rastro. Entonces le encontramos a usted. ¿Qué hizo mi señor antes de separarse de vuestra persona? Le encontramos inconsciente y nadie sabe nada de lo ocurrido.

 La princesa intentó hablar, pero recordar lo que pasó en la cripta de la “Diabólica” le hizo mudar.

-¿Princesa, ocurrió algo grave?
-Jastian… se fue. Con el arma que guardaban los del templo. Pero no tengo ni idea de adónde.

 Hakoti se puso pensativo.

-¿Un arma, no? Mi señor es un demonio de la guerra, un arma sólo le serviría para obtener poder tras perderlo en el sello. Si es lo suficientemente poderosa tal vez…
-Hakoti… ¿Quién es el hermano de Jastian?
-¿Conocéis la historia de su hermano?
-No mucho… Jastian había perdido la memoria con el sello. Pero sé que ha ido a por él.
-Mmm… Lo entiendo. A fin de cuentas el tuvo la culpa de que fuese encerrado.
-¿Qué quieres decir?
-La guerra entre vuestro reino y el nuestro… Fue siempre idea de su hermano, para poder eliminarle de la línea de sucesión al trono del Hogar del Trueno.
-¿Qué queréis decir, señor Hakoti?- Markus miró asustado al diablillo al percatarse de que había revelado una pieza muy importante de un puzle que parecía incompleto.
-Os lo explicaré…

****

 Un trueno recorrió el cielo. En Garudia las tormentas son muy habituales. Sin duda había escogido ese lugar para ocultarse porque así su poder era mayor.

 Una fortaleza reliana se alzaba en el centro de un valle. Aunque lejos, Jastian podía sentir el bullicio de la plaza fuerte, en la que los soldados forjaban sus armas para un nuevo ataque. La guerra era su esencia, y él podía sentir dónde se generaba. Y mucho más si había otro demonio como él en ese lugar.

 El aire silbaba antinaturalmente al chocar contra las hojas de su arma, que llevaba al hombro. El poder de su adquisición era enorme, amplió sus poderes no sólo hasta el nivel de antes de su derrota, sino que además le hizo mucho más fuerte. Y lo mejor de todo es que aún no había obtenido todo el poder de aquella arma.

 Se preguntó si su hermano tendría otra arma de igual poder en aquel castillo. Porque sabía que estaba allí.

-¡Saludos viajero!

 Jastian se giró ante el sospechosamente cordial saludo. Un joven con unos cuernos asomándole desde debajo de un gorro para la lluvia le miraba sonriente, como si no ocurriese nada.

-¿Porqué mi hermano no sale a luchar conmigo personalmente, en vez de enviarme esbirros?
-Nethu’ran está ocupado ayudando a las tareas de estrategia en este momento. Me dijo que le llevase hasta su presencia. Si me acompañas amablemente y sin luchar…

 Jastian puso las manos sobre su lanza doble.

-¿Por quién me has tomado? ¿Por un embajador? ¡He venido a rendir cuentas con él, no pienso ir como si fuera un mensajero!
-Te sugiero que sueltes el arma y me acompañes pacíficamente, si lo haces así podrás ver a tu hermano sin necesidad de pelear contra todos los soldados de la plaza fuerte… y contra mí
-Por eso odio a los demonios de la Tierra de la Escarcha. Sois todos unos imbéciles arrogantes.

 El desconocido levantó la mirada, reflejando un rostro blanco con unos ojos negros enormes, como de un ser que vive en la más profunda oscuridad. Sus dientes eran cónicos y afilados y sus manos acababan en frías garras blancas. Sonrió, y al hacerlo exhaló una bocanada de vapor, como la que liberan los humanos cuando expiran en los lugares fríos. Jastian puso su arma por delante.

-¡Soy un demonio de la guerra! ¡No pienso ir de la mano a encontrarme con mi hermano! ¡Si quieres pelea la tendrás!
-No quiero pelea… Y no la voy a tener.

 De repente el sexto sentido de Jastian se activó. Por detrás. Rápidamente se giró e interpuso su lanza doble en la trayectoria de dos afiladas cuchillas negras adornadas con sobrenaturales runas verdes.

-¡Tu!
-Volvemos a encontrarnosss…
-¡Esta vez te voy a hacer picadillo, cegato!
-Lo dudo mucho.

 Jastian notó como algo frío se le ponía en el cuello. La magia del hielo entró por su carne y avanzó como un veneno letal por su cuerpo, deteniendo sus músculos y aplastando su esencia de fuego y rayo. Antes de perder el conocimiento ante el conjuro tuvo tiempo de mentar y describir a las madres de todos los demonios del frío.

**** 

-El hermano de Jastian se llama Nethu’ran. Su nombre se traduce en vuestra lengua como “Príncipe de las Ratas”. Mi señor, su padre, le puso ese nombre porque era mucho más débil y menos apto para gobernar que, mi señor, su hermano mayor.
-¿No le dio pena al padre ponerle un nombre así?
-Mi señor, el Rey de las Tempestades no es un hombre de sentimientos. Jastian es una versión reducida de todo el carácter que el posee, así que podéis haceros una idea de cómo se comporta. Mi nombre, Hakoti, también es idea suya.
-¿Y qué significa?
-“Pequeño y molesto”. Pero también se puede traducir por “cigarra”

****

 Jastian recuperó la consciencia y abrió los ojos. Estaba colgando de una pared. Intentó moverse, pero sintió que unas cadenas lo mantenían sujeto a la pared a la que estaba pegado. No valió de nada forzarlas porque unas runas de poder las reforzaban contra su esencia diabólica. Intentó buscar su arma en la estancia pero sólo se encontró dos ojos con unas terribles ojeras.

-¿Te conozco?
-Vamos hermano, sé que me has reconocido.
-Sigues tan delgaducho como siempre ¿Qué tal anda papá?

 Ante Jastian estaba, resuelto y arrogante, su hermano menor Nethu’ran. Eran muy parecidos, ambos eran morenos y pelirrojos, pero los cabellos de Nethu’ran eran lacios y grasientos, frente a la melena ondulada y rebelde de su hermano mayor. Además, su cuerpo carecía del todo de cosas como el vigor o la juventud. Daba la impresión de que lo habían mantenido encerrado en una cárcel desde hacía mucho tiempo.

-Morirá. En breve. Igual que tú.
-¿Morir? No recuerdo que estuviera tan viejo…- Jastian actúo como si no hubiese oído que lo iban a matar y no iba a poder defenderse.
-Lo mataré yo, hermano
-¿Qué? ¿Tanto le odias por ponerte ese nombre? ¡Pero si encima tenía razón y todo! Eres despreciable.... ¡Como una rata!
-No es sólo la venganza lo que me mueve, hermano. También está el poder…

**** 

-Nethu’ran no era un demonio precisamente malvado, aunque eso fue también un problema en su contra. Soportó muchas vejaciones de su padre y su hermano mayor.
-¿Y ahora está buscando venganza no?
-No. Si fuese sólo eso ya lo habría hecho hace mucho tiempo. En el Inframundo los sentimientos del odio y el rencor no se guardan como entre vosotros. Matar y ser matado es cosa habitual.
-¿Entonces?
-A Nethu’ran no le bastaba la venganza, quería algo más. Entonces un día desapareció y cuando volvió estaba muy… cambiado.

**** 

-Fue fácil hacer que cayeras en el sello. Y mucho más organizar aquella guerra. Engañar al rey de aquel insignificante reino humano no costó nada. Pero no calculé que te pudieran liberar tan pronto…
-¿Hasta dónde llegan tus hilos, arañita?
-Yo lo planeé todo Jastian. Todo. Yo hice que el rey me invocara. Yo hice que mi padre te enviara a conquistar ese reino con todo el ejército que te dio. Yo hice que todos los demonios que te acompañaron te obedecieran y al mismo tiempo me obedecieran a mí. ¡Y también planeé y calculé cuidadosamente que tu idiotez te llevara a la derrota!

**** 

-Nehtu’ran fue el que estuvo detrás de la guerra entre Lusia y la Tierra de las Tempestades. Estuvo en ambos bandos, para así poder conseguir que el enfrentamiento le diese exactamente lo que él buscaba, eliminar a su hermano y así poder suceder al trono con facilidad. Y con ello, seguramente, conseguir lo que se proponía realmente.
-¿El qué?
-No lo sé exactamente. Pero me da miedo imaginármelo...

**** 

-¿Mucho trabajo no? ¿No habría sido más fácil enviar a alguno de esos esbirros tan feos que tienes para matarme?
-Ya, pero yo quería establecer un vínculo entre ambos mundos. Con la guerra nuestro mundo y este quedaban conectados. Con ello, me bastaría ascender al trono del Reino de las Tempestades y…
-¿Ambos serían tuyos? Muy bonito, hermanito
-¡Cállate!- Nethu’ran levantó una espada. Su filo era ondulado y lleno de entrantes y salientes, por lo que era claro que era una creación inframundana. No obstante, Jastian podría haber sabido que era un arma demoniaca sin necesidad de verla. El aura que exhalaba era terriblemente poderosa -¡Si no fuera por mí los demonios seguiríamos bebiendo y festejando en nuestro mundo en lugar de arrasar este como hacíamos hace eones!
-¿Desde cuándo puedes tú levantar una espada?
-Ella me ha concedido el levantarla
-No me digas que es…
-Exacto. Es muy poderoso. Es mi señor y consejero ¡Y con él dominaré nuestro reino, el Inframundo y este mundo también!

1 comentario:

  1. Solo puede aplaudirte. Historiaza!! Me encanta! Esto cada vez pinta mejor

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