sábado, 4 de febrero de 2012

El Demonio y la Princesa. Acto VIII

La selva ronroneaba de pura actividad. Era ya casi mediodía pero la niebla aún no se había disuelto del todo. Esto, unido al viento de las montañas, hacía que en lugar del habitual ambiente tórrido y asfixiante el aire estuviera fresco y puro, aunque no dejaba de ser cálido.

 Orashi avanzaba por este paisaje. Sus ropas, una túnica de seda que le cubría las piernas, el vientre y medio pecho, unido a su cabeza rapada y los tatuajes verde oscuro de su cuerpo lo revelaban como un monje del Monasterio Musei. Era muy joven, pero llevaba con ellos desde que era casi un recién nacido, por lo que sus habilidades como monje eran tan dignas como las de cualquier adulto. Y, igualmente dignas de un adulto, eran sus cualidades mentales.

 Mesurado y templado, Orashi era una persona muy difícil de sorprender. Pese a tener tan poco conocimiento del mundo exterior, su inteligencia y su sabiduría (que podrían decirse impropias de su edad) hacía que prácticamente casi nada le emocionase o le intimidase. Pese a ello, estos días anteriores no pudo evitar sorprenderse no una, sino tres veces.

 La primera fue hace ya unos tres días. De forma completamente inesperada se presentaron en el monasterio dos personajes con una orden del príncipe de Numinaki. De la pareja una era una mujer. Y una mujer extraña sin duda: rubia y sofisticada como una princesa, pero vestida según las normas de los hombres dedicados a la guerra y a la aventura.

 Pero el que sorprendió a Orashi era el otro. Pese a su aspecto humano los monjes supieron al instante que era un demonio. Y además era muy poderoso. Orashi lo sabía porque los demonios no podían entrar en el monasterio y, sin embargo, este lo hizo, aunque sí que es cierto que su fuerza se veía muy mermada entre las paredes del recinto sagrado, pues le costaba andar y tiritaba de frío de vez en cuando. Aún así, ni siquiera tres monjes adultos pudieron hacerle frente cuando creyeron que la doncella que llevaba con él era raptada.

 Porque esa fue la segunda sorpresa. El demonio venía sometido a la mujer. Orashi había estudiado los mecanismos del pacto demoniaco con su maestro y parecía del todo imposible que esa mujer, que no sabía casi nada de magia, hubiese podido conseguir que un demonio de la categoría del recién llegado pudiera estar a sus órdenes. Lo normal habría sido lo contrario.

 Pero la tercera sorpresa fue la más grande de todas y la recibió justo ayer. Su maestro se le acercó y le contó el cometido de sus “visitantes”. Venían buscando la “Diabólica”. Orashi sabía que para alguien que no era del templo era prácticamente imposible acceder a la cripta dónde ésta yacía custodiada, por lo que era necesario un guía. Y cuando fue a preguntar a su maestro quien debería ser el monje que los llevase le contestó “Te hemos elegido a ti para ese cometido, Orashi”.

 Por esta razón ahora Orashi se veía metido en medio de la jungla guiando a una mujer y a un demonio tan poderoso que hacía que los pocos vellos que tenía en el cuerpo se le erizasen. Por supuesto, sobra decir que estaba muy molesto. Y confundido. Y asustado. Pero se había entrenado. Su rostro infantil no exteriorizaba ninguna de esas sensaciones.

-Ser aquí. Ya hemos llegado.

 La cripta de la “Diabólica” era una cúpula completamente blanca en medio de la vegetación selvática con un patio circular delante, que se asomaba a una profundísima garaganta por la que discurría un riachuelo. Orashi y su grupo estaban en el lado contrario del agujero y sólo tres cuerdas eran lo único que parecía conectar ambos lados.

-Esas cuerdas ser única forma de cruzar. Debéis caminar por una de ellas.
-¿Estas de coña verdad?- El demonio tenía motivos para enfadarse. Aún estando en medio de la selva aún caminaban por terreno sagrado, como bien demostraba un tótem de piedra blanca junto a ellos. A causa de esto la criatura sentía como si llevase sandalias de plomo al andar y le temblaba el cuerpo a veces.
-No hay otro camino
-Hay que joderse…- El demonio se acercó a una de las cuerdas y se agachó. Cuidadosamente puso las manos sobre ella y poco a poco intentó desplazar el cuerpo para ponerse sobre la misma. -Paso de hacer funabulismo. Iré pegado a la cuerdaAAH.

 El cuerpo del demonio se resbaló y quedó exactamente igual que antes pero colgando boca abajo de la cuerda. La mujer no pudo evitar reírse al oír gritar de miedo al demonio. Ante las risas de su “ama” el infernal hizo de tripas corazón y cruzó colgando y arrastrándose por la cuerda. En poco tiempo logró llegar al otro lado. Luego la doncella se limitó a imitarle sin problemas.

-¿No vienes Orashi?
-Yo no poder. Ningún monje de mi estatus tener permitido acercarse a cripta de “Diabólica”. Tener cuidado. Yo esperar cerca a que vosotros volver.
-Bueno… Gracias por traernos de todas formas.

 Le sonrió. Orashi apartó la mirada haciendo una reverencia. Las mujeres sólo saben hacer que los hombres se desvíen de sus caminos. Luego se giró sin mirarla de frente y se fue. La doncella resopló y se acercó a su cuerda para cruzarla como el demonio.

 Orashi no pudo evitar volverse cuando ya estaba lejos para intentar buscar un lugar desde el que mirar. Sabía que iba a ocurrir algo grande allí y quería presenciarlo. Tal vez sólo por sorprenderse una vez más.

5 comentarios:

  1. Fe de erratas:

    -Párrafo 11, línea 2: no es "boca debajo" sino "boca abajo"

    -Penúltimo párrafo, línea 2: la frase original es: "Orashi apartó la mirada haciendo una reverencia"

    Hale :D

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    Respuestas
    1. Sabes que puedes editar las entradas?

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    2. Lo sabía, pero no sabía que podía hacerlo aquí XD Allá que voy...

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