lunes, 13 de febrero de 2012

El Demonio y la Princesa. Acto IX

El patio frente a la cúpula tenía las losas del suelo de color blanco y por ellas corrían líneas que formaban una gigantesca estrella de 24 puntas inserta en un círculo. Jastian notó como al pisar ese suelo sentía como si se le cayesen los hombros. No había duda, ese lugar estaba cargado de magia espiritual.

-Mira, la puerta no está cerrada. Perfecto. Acabemos esto rápido y vámonos ya, no aguanto más este sitio.
-¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?

 La voz que respondió a Jastian era firme e imponente. Era como escuchar la voz de la Justicia en persona.

-Quienes somos no creo que te importe mucho. Que queremos… Je, creo que eso te lo imaginas ya.
-Se perfectamente que habéis venido a buscar la “Diabólica”. Pero esa no era la respuesta que necesitaba de vosotros…

 De la puerta de la cúpula que conformaba la cripta de la Diabólica emergió un hombre. Llevaba una túnica blanca con hombreras azules y filigranas doradas y turquesas. Era muy alto y su pelo era muy largo y rubio. Emitía un aura de severidad que hacía sentir a Vicky como si estuviera frente a alguien importante. A Jastian, por su parte, le cayó automáticamente mal.

-Lo que necesito saber de vosotros es cuáles son vuestras verdaderas voluntades
-Genial, un espíritu. Y encima guaperas.
-¿Espíritu? ¿Te refieres a los mismos que de los templos?
-Sí, los habitantes del Reino de la Luz- Jastian se puso en una postura de combate. -Los seres más contrarios a los demonios que existen.

 Vicky miró sorprendida al guardián de la cripta. Los espíritus eran criaturas benignas, hijas de la luz y el agua, que protegían a los humanos de los demonios, el mal y el caos. Se les adoraba en los templos y se les imploraba su ayuda en momentos de enfermedad, carestía o guerra. Vicky nunca había terminado de creer en ellos, aunque ahora que tenía un demonio como sirviente la verdad es que tampoco le debería resultar tan sorprendente ver uno.

-Luchar no te servirá de nada, demonio. Por muy poderoso que seas o creas ser si no revelas tus verdaderas voluntades dentro de este círculo no podrás acceder al arma que me encomendaron custodiar.
-¿Ah sí? ¡Vamos a probarlo!

 Las manos de Jastian se encendieron en un tono rojo y el aire en torno a ellas se agitó. Unas llamas brotaron de sus dedos y las hizo crecer. Luego puso las manos por delante.

-¡Come fuego, rubiales!

 Como si de un cañón se tratase una bola de fuego salió proyectada a toda velocidad hacia el rostro del espíritu. Parecía que iba a golpear con violencia pero esta se “disolvió” en el aire a pocos centímetros de él.

 El espíritu levantó una mano en un gesto ritual. De repente Jastian notó como el cuerpo le ardía y cayó al suelo gritando.

-¡Jastian! ¿Qué te ha pasado?
-Su magia se ha vuelto contra él. Mientras esté dentro de este círculo y su corazón oculte sus verdaderos deseos a la vista del mundo todo ataque que me lance será inútil. Sólo conseguirá hacerse más daño.
-¿Verdaderos… Deseos?- Jastian se incorporó. Su cuerpo mostraba quemaduras, como su hubiese ardido en un fuego invisible. -¿Qué más quieres saber de mí? Yo creo que es bastante evidente que quiero esa arma que guardas y ya está.
-Mientes

 El guardián levantó una mano y de repente algo invisible golpeó al demonio y le envió al extremo del círculo, Vicky acudió a rescatarle. Al notar que el guardián se acercaba la princesa echó la mano a su espada. Este le miró. Sus ojos eran de una azul tan profundo que parecía que te atravesaba el alma y te descubría todos los secretos que pudieras guardar.

-No te servirá de nada, humana. El arma que portas está creada con la magia de mi raza.
-¿Qué es lo que quieres que te demos a cambio del arma?
-Necesito que mostréis vuestra verdadera voluntad. Lo que realmente queréis hacer con ella. Un corazón confundido no merece tocarla, porque le dominaría a él. No es un intercambio, es una prueba de que sois merecedores de ella. Aunque no lo seáis igualmente.
-¿Qué? ¿Porqué no lo somos?
-Sé lo que vuestros corazones ocultan. Nada se escapa a mis ojos. Pero vosotros no lo habéis visto. Y si no lo veis no podréis tocar el arma. Pero tampoco la tocaréis una vez que lo veáis.
-¿¿Pero porqué??
-No debo ser yo quien revele lo que vuestros corazones ocultan. Debéis ser vosotros quienes muestren sus auténticas voluntades.
-¡Cállate de una vez, jodido rubiales!

 Jastian lanzó a traición un rayo desde su mano pero este tampoco acertó en el objetivo. Como “castigo” Jastian se convulsionó como si le hubiesen dado una descarga.

-Tu nombre es Jastian ¿Verdad? Cuéntale... Cuéntale a tu ama que es lo que realmente quieres hacer con el arma.
-Quiero el arma para cumplir el pacto que he hecho con ella ¿¿No es encomiable?? ¡Dánosla de una vez y deja de dar la brasa!

 El espíritu levantó una mano. Un invisible puño golpeó la mejilla del demonio.

-Cierto. Pero eso no es lo que todo lo que realmente deseas hacer con ella.
-¿¿Qué más crees que quiero hacer??
-Jastian… ¿A qué se refiere con eso? Vas a usar el arma para… ¿Algo más?- Vicky miró asustada al demonio. En cierto modo creía saber la respuesta pero quería creer que no la oiría.
-Yo… Bueno, vale, reconozco que la iba a usar también para algunos de mis… propósitos.
-¿Es tu hermano, verdad?

 El demonio no la miró

-No es sólo su hermano. Cuéntale Jastian, cuéntale a tu ama que es lo que realmente ibas a hacer con esa arma
-Yo…
-¿Pero hay más? ¿Qué me estás ocultando, Jastian?
-Yo… Lo reconozco. El tío tiene razón. Yo… Yo iba a matarte…

 Durante unos segundos la selva pareció quedarse en silencio

-¿Qué? Pe… pe…- La princesa se sentía completamente en shock. Era como si el suelo hubiese desaparecido -¿Pero y las garantías? ¡Me dijiste que no podrías hacerme daño!

 El demonio se alejó de su contacto y se levantó, estaba muy serio.

-Es cierto que tienes las garantías pero igualmente sólo te habrían servido para mantenerme a raya un tiempo. Soy un demonio de la guerra. Y uno muy poderoso. En cuanto me hubiese hecho con un arma habría recuperado mis poderes y no podrías hacerme frente. De ninguna forma.

 Vicky luchaba por aguantar las lágrimas. Realmente no sabía por qué estaba llorando.

-¿Pero porqué?
-Soy un demonio, Victoria. Está en mi naturaleza matar, desobedecer y odiar.
-¿Pero por qué me odias?
-Tu padre me venció. Aún le guardo rencores por eso. Que su hija me dé órdenes no es precisamente un plato de buen gusto para mí.
-Pero… Pensaba que… Que me respetabas…

 Jastian se giró enfadado

-¡Pero, pero, pero…! ¿Eres imbécil o qué? ¿Qué te creías? ¿Que ibas a poder usar al próximo rey de una de las 5 partes del Inframundo como si fuera un simple diablillo sometido? ¿Y qué es eso del respeto? ¿Se puede saber en qué momento se te ha metido en la cabeza que yo deba respetarte a ti?
-Yo…

 Vicky sollozaba. Se dio cuenta de lo idiota que había sido creyendo que el demonio era su amigo. Creyendo que podría llegar a quererle a ella. Y ella quererle a él.

-Es la triste ironía…- Jastian miró molesto al espíritu, que miraba la escena sin expresión -…Habéis revelado vuestras auténticas voluntades. Os habéis vuelto merecedores del arma, pero… ¿La queréis ahora?
-Yo la necesito igualmente

 Vicky se levantó y desenvainó la espada. Se sentía sola. Muy sola. Toda su vida había perdido el sentido.

-¿Vas a matarme ahora que sabes lo que quería, no?
-Tu…- Vicky lloraba -Si tu no me ayudas ya no me queda nada ni nadie en el mundo. No voy a matarte a ti. Voy a matar la única esperanza de Lusia. Antes de que la mates tú.

-Si lo que intentas es asustarme vas lista…

 Vicky levantó el cuchillo apuntándose hacia el vientre. Deseó que le parase las manos, pero sabía que no lo iba hacer. No se puede pedir compasión al corazón de un demonio.

-¡¡NO, SEÑORA, NO LO HAGA!!

 Orashi gritaba desde una de las cuerdas de acceso a la cripta. Vicky se quedó sin fuerzas y se derrumbó llorando mientras el pequeño monje iba a socorrerla. La espada bailó por el suelo al caer.

 Jastian contemplaba la escena con los ojos vacíos, sin sentimientos.

-¿Tomarás el arma Jastian? Has de saber que no puedo dejar que mates a un monje del templo.
-No voy a matarles cuando la tenga. Me dan… pena. Son insignificantes.
-En ese caso, avanza, y toma tu objetivo- dicho esto el espíritu se desvaneció en el aire.

 Jastian dio la espalda a la princesa y avanzó hacia la cripta con paso firme. De repente un grito le sacó de sus pensamientos.

 Orashi corría hacia él con la daga del rey de Lusia por delante. El demonio se limitó a levantar una mano y golpear la frente del monje. Al hacerlo este se derrumbó inconsciente.

 Vicky aún lloraba en el extremo del templo. Jastian se le acercó de nuevo.

-¿Comprendes ahora?

 La princesa se le quedó mirando. Jastian no soportó más la visión de sus lágrimas. Al igual que con el monje le dio en la frente y la princesa quedó inconsciente en el suelo. Sin más miramientos se giró y avanzó hacia su objetivo.

 El ambiente del interior de la cripta era húmedo y asfixiante. Miles de plantas y hongos se amontonaban en las paredes, tapando los dibujos… y envolviendo el arma.

 Era una lanza doble. Cada uno de los extremos de la vara tenía dos enormes cuchillas del tamaño de una espada cada una, pero con la punta curva como la de las hachas. Jastian notó el poder de la entidad que era en realidad el objeto. Una oleada le golpeó su esencia y notó como si alguien dejase una pregunta en el aire, pero sin que nadie ni nada la pronunciase. La pregunta era “¿Quién eres?” y Jastian la respondió.

-Soy Jastian, Príncipe del Reino de las Tempestades. Saluda a tu señor y sométete a su voluntad.

 Dicho esto la tomó de entre las enredaderas.

1 comentario:

  1. O_______________________O!! Máaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!! Quiero máaaaaaaaaaas!! Ha quedado genialísimo!!

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