martes, 31 de enero de 2012

El Demonio y la Princesa. Acto V

Pasaron varios días tranquilos, caminando hacia el sur. La princesa lo decidió así porque si llegaban a la desembocadura del río que atravesaba la selva le sería mucho más fácil averiguar dónde estaban. Por ahora todo apuntaba a que lejos de casa.

 En cierto modo Vicky disfrutaba con esto. Era libre de las ataduras de palacio, como siempre había querido, para correr hacia dónde quisiera y sentirse como los héroes de las leyendas que tanto le gustaba que le leyeran cuando era pequeña, y que tantas veces leyó cuando creció.

 Pero en su interior le dolía haber conseguido su libertad de la forma en la que la había conseguido. Cada noche se acordaba de su tierra, de sus amigos, de su familia. Se sentía sola y no le habría importado siquiera haber dormido abrazada a Jastian para no sentirse tan abandonada. Pero el demonio no dormía. Nunca. Se limitaba a ver como la luna cruzaba el cielo en silencio y desaparecía de vez en cuando para volver con alguna presa.

 El tiempo del viaje le permitió a Vicky conocer mejor al diablo y su mundo. Ahora sabía que el Inframundo se dividía en 5 regiones (el Reino de las Tempestades, el Reino de las Sombras, el Yermo Negro, la Tierra de la Escarcha Eterna y el Desierto de las Nieblas), cada una con un rey a su cabeza. Jastian era el príncipe de una de ellas, por lo que su poder y posición en la jerarquía diabólica eran envidiables. Pese a ello el demonio dejó caer durante una conversación una enigmática frase al respecto:

-Sí, soy poderoso, pero hay dos jerarquías. La de los demonios, y la de las especies de demonios. En la primera estoy muy arriba pero en la segunda estoy un poco más… abajo.

 No volvieron a recibir más ataques, ni de demonios ni de humanos. La relativa “tranquilidad” que les acompañaba empezó a preocupar a Vicky: todo parecía indicar que debían estar muy lejos de Lusia y Relia. Pero ¿Dónde? No servía de nada preguntar: Jastian se limitaba a decir que cuando usó el hechizo de teleportación solo indicó que le llevase “a un lugar seguro”.

 Al tercer día llegaron a la costa y por fin descubrieron dónde estaban.

-¡Numinaki! ¡Estamos en Numinaki, el País en el Mar!

 Tal nombre era comprensible por la propia geografía del lugar. Numinaki era un gigantesco erial lleno de agua marina, por lo que daba la impresión de ser un gigantesco desierto de piedra y arena cubierto de una fina capa de agua. Las gentes del lugar habían creado terraplenes, rompeolas y muelles para formar las carreteras y vivían sobre palafitos. Era una nación rica, pero pequeña, y sólo vivía del mar: o pesca o comercio, pero nada más. Vicky la conocía bien porque era aliada de Lusia y además había tenido a la familia real varias veces en palacio, pero nunca había estado allí presencialmente.

 Nada más descubrir su situación la princesa puso rumbo al palacio de Numinaki. Su sirviente se mostró bastante reacio a “cruzar el mar a pie”. Parecía tenerle miedo al agua.

 -Los demonios somos seres de fuego y oscuridad ¿Vale? ¡Somos contrarios al agua y la luz, pero nada más que contrarios! ¡No le tengo miedo al agua!

 Por suerte acabaron pronto en el castillo de mano de un amable pescador que les ofreció su bote. El castillo era de madera en su totalidad, con las paredes estucadas. Lo único de piedra era su parte inferior, una alta base de piedra que mantenía la entrada lejos del agua que rodeaba al castillo por todas partes. Era una imagen exótica e increíble que consiguió dejar con la boca abierta incluso al demonio.

 La corte numinakense recibió a Vicky con los brazos abiertos. Como se conocían el príncipe del lugar reconoció al instante a la princesa. El rey no estaba. Había marchado de misión diplomática a Relia. Por supuesto, el príncipe no dudó un segundo en mantener la inesperada visita en secreto. El Imperio Reliano también era enemigo de la paz en aquella región, pese a que Numinaki había declarado su postura neutral y subordinada tanto a este como a todos los reinos poderosos circundantes. Sólo buscaban comerciar y pescar, nada más.

****

 Vicky salió desde detrás de una puerta corredera vestida con un traje de seda de gala. Comparada como llegó, sucia, despeinada y vestida con ropas de aventurera la verdad es que el cambio se agradecía. No obstante la princesa prefería sus cómodas ropas de aventurera a las complejas ropas de palacio. Las doncellas quisieron tirarlas, así que la princesa tuvo que ser muy precavida al respecto.

 Jastian miraba el mar desde una ventana de la habitación en la que estaban. No parecía tener ningún interés en nada últimamente. La princesa supuso que andaba decaído porque tenía que seguir en su mundo en lugar de volver al suyo. Se preguntó si él también tenía amigos y familia allí de dónde venía.

 Naguta, el príncipe numinakense, ofreció un banquete en honor de sus nuevos huéspedes. La seda, los platos marinos, los colores naranja y azul de las vestimentas, las maderas exóticas… Todo parecía tal cual lo ilustraban los libros de la biblioteca de Lusia. La princesa se mostró entusiasmada pero el demonio se limitó a sentarse, sin ni siquiera hacer ninguno de sus comentarios irónicos al respeto y empezó a comer sin ninguna clase de orden ni educación.

-Creo que no nos has presentado der todo a tu… acompanyante princesa Vikutoriah- Los numinakenses tenían problemas para pronunciar el nombre de Vicky y su lengua correctamente.
-Digamos que es… como un… ¡Un guardaespaldas! Si eso… ¿Verdad Jastian?
-Vete a la mierda, soy un demonio, y encima más importante que vosotros dos juntos.

 Toda la sala se quedó helada de repente. La música se paró y comensales y sirvientes por igual miraron al recién llegado, que seguía masticando ruidosamente. Sonrió.

-Si ¿Qué pasa? ¿No habéis visto uno nunca, paletos?
-Pues precisamente…

 La voz que habló era pura sensualidad femenina. Y al mismo tiempo salvaje y agresiva. De detrás de una puerta corredera emergió una mujer de vestida como una doncella más, pero con unos largos cabellos negros rizados al aire y un provocador escote. Habría pasado como humana de no ser por el par de alas que le brotaban del centro de la espalda, negras como azabache.

 -Ka… Ka… Ka…- Jastian se quedó mirando a la recién llegada como quien ve a un fantasma.
-¿Qué curioso no? El mundo humano es un pañuelo…
-¡¡Kávira!!
-¿Os conocéis?- Naguta alzó la cabeza entre ambos
-¿¿Qué hace ella aquí??
-Estoy de paso. Le ofrecí al padre ayuda con la diplomacia a cambio de que él me ayudara con…- sus ojos violetas esquivaron la aún atónita mirada de Jastian -…una cosa
-¿Pero os conocéis?- Esta vez la pregunta era de Vicky.
-Si… yo… esto…- Jastian se puso rojo y miró al suelo. La princesa se sorprendió de verlo titubear por una vez.
-No le digas nada Jastian. Lo nuestro se acabó hace ya mucho tiempo.
-¡Fue porque te fugaste tu!- El titubeo se desvaneció.
-¡Eras demasiado posesivo!
-¿Posesivo? ¡Soy el próximo rey del Hogar del Trueno! -se golpeó con el pulgar en el pecho -¡DEBO ser posesivo!
-Por mí podrías seguir durmiendo en el sello que te pusieron. No volveremos a estar juntos jamás- Dio media vuelta en el umbral -Amo, este demonio de aquí en el pasado fue mi… compañero sentimental. Pero ya no existe ninguna relación entre nosotros. Le recomiendo que lo expulse antes de que cause el caos en su reino- Dicho esto cerró la puerta tras sí.

 Jastian estaba que echaba humo… literalmente. Su cara morena se encendió y los pelos se le movieron cargados de electricidad estática. Los ojos le brillaban otra vez.

-Esto… Yasutianu-sama…
-Jastian, no vayas a…
-¡YO LA MATO!

3 comentarios:

  1. Espero que el capitulo 6 caiga esta noche! No puedo esperar!!! Genial, como siempre :)

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  2. Uf, el capítulo 6 esta noche como que no xD. Pero mañana seguro que sí ^^

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