viernes, 27 de enero de 2012

El Demonio y la Princesa. Acto II

 La princesa no acostumbraba a obedecer, pero esta vez obedeció. Corrió con todas sus fuerzas e intentó no pensar en lo que estaba ocurriendo. Gritos y choques de acero resonaban tras ella mientras corría.

 El jardín trasero de palacio no era un lugar muy grande. Funcionaba como lugar sagrado del castillo, en dónde múltiples estatuas, tumbas y piedras recordaban a los héroes de la batalla que Lusia libró en el lugar dónde se construyó. Para la princesa era fácil esconderse en él. Bastaba con ocultarse detrás de cualquier estatua o árbol y listo. Lo había hecho millones de veces, cuando era pequeña y se negaba a estudiar aritmética con aquel profesor. Pero esta vez la princesa estaba demasiado asustada. Quería desaparecer del todo.

 Se tumbó bajo la imagen de un soldado sosteniendo una espada y agudizó el oído. Deseó no escuchar el último estertor de Markus. ¿Qué haría si el muriese? ¿Cómo huiría? ¿Cómo reconstruiría su reino? Vicky estaba completamente abrumada por la situación, le faltaba el aire en el pecho.

 Y entonces sonó un grito.

 Levantó la cabeza por instinto y sintió como se le llenaban los ojos de lágrimas de miedo. Miró hacia los lados buscando como salir de aquella pesadilla. Había jugado millones de veces a hacerse la aventurera pero ahora no sabía qué hacer. Y entonces lo vio.

 Era un agujero en la pared tapado con una hiedra. El único lugar del castillo que no conocía.

 No supo si era el miedo o si fue el mero placer de lanzarse a lo desconocido ahora que ya no le quedaba nada que perder. Fuese lo que fuese lo que su padre allí guardarse esta vez no estaría allí para regañarle. Apartó las hiedras y se metió de lleno en el “lugar prohibido” de su propio hogar.

 Tras el agujero había un largo pasillo oscuro, húmedo y deteriorado por el abandono. Era, cuanto menos, un lugar agradable. Victoria tuvo el impulso de volver atrás pero el recuerdo de las hojas relianas la hizo lanzarse a la carrera por el túnel. Sabía que al final del mismo había una puerta de bronce llena de cadenas pero con un único candado. Un candado que ella sabía abrir.

 Llegó a la puerta y sin miedo desenvainó la hoja que Markus le había entregado. Era una cuchilla con unas preciosas filigranas en la zona sin filo. La clavó en el gran candado como si fuera una llave y este se partió por la mitad. Le vinieron recuerdos, recuerdos del día en que se atrevió a hacer eso por primera vez. Pero esa vez no pudo mirar que era lo que guardaba la puerta.

 Lo que encontró le supo a triste ironía. Otro pasillo. Y otra puerta. Pero con un simple papel en vez de un candado.

 Victoria se quedó quieta mirando su hallazgo con una mezcla entre sorpresa y rabia. Furiosa e impotente, se lanzó hacia la segunda puerta esperando esta vez algo mucho más suculento. El papel que la guardaba se encontraba lleno de símbolos en escritura rúnica, la que sólo los sacerdotes y brujos saben leer. Este cayó sin fuerzas cuando Vicky lo cortó sin compasión.

 Abrió la puerta sin esperar un instante. Y tras ella encontró entonces algo que le sacó de su interior miedos que nunca antes había sentido. Tras la puerta le esperaba una sala llena de símbolos rúnicos grabados con profusión en una tinta que parecía sangre. Toda una serie de macabros dibujos que parecían arremolinarse ante lo que debía ser el centro de la “obra”: un majestuoso y a le vez pertubador círculo lleno de símbolos ininteligibles.

 El aura del lugar tenía algo que helaba la sangre y ponía los cabellos de punta. Vicky se sintió como si hubiera cometido un error. Entonces recordó. Recordó las leyendas de su pueblo acerca de una guerra entre humanos y demonios. Una guerra que ella creía ocurrida hace siglos pero que en realidad fue poco antes de ella nacer. Una guerra de la que nadie le habló nunca.

 Quiso huir antes de que algo pudiese ocurrir, pero entonces la sala “despertó”.

 El círculo se encendió como si ardiese y de él brotó con violencia una columna de humo. Vicky cayó hacia atrás del susto y miró atónita el sobrenatural espectáculo. Sintió como sus cabellos se erizaban ante la magia del suceso.

 Dos ojos que brillaban como dos brasas entre el hollín aparecieron en la columna de humo. Una voz poderosa y antinatural resonó desde su interior. Esta la hizo sentirse pequeña, insignificante, débil.

 -TU ME HAS LIBERADO ¿CUAL ES TU NOMBRE?

 Vicky no encontró fuerzas para responder.

 -FUI CONDENADO A DORMIR DURANTE SIGLOS BAJO ESTE SELLO PERO TU ME HAS LIBERADO. TE LO AGRADECERÉ. DIME TU NOMBRE Y CUMPLIRE UN DESEO TUYO SIEMPRE Y CUANDO ESTÉ EN MI PODER CUMPLIRLO.

 La palabra deseo hizo reaccionar a Vicky. Se acordó de sus padres. Se acordó de lo que estaba ocurriendo fuera. Se acordó de Markus. Y sintió que esta era su última esperanza.

 -Mi nombre es...-titubeaba, pero su decisión era irrevocable. -¡Mi nombre es Victoria Lohenrinngan, princesa de Lusia!. Mi deseo es que me ayudes a vengar a mi familia… ¡Y reconstruir mi reino!

2 comentarios:

  1. Nooooo!!! No le dejes aquí sigue! Por Arceus!! D:

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  2. Lo sé. Debí haber continuado >.< Pero me molaba darle un poco de hype a esta escena, como pasar una página sin saber que te vas a encontrar xD

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