jueves, 22 de diciembre de 2011

Chapitre 03

Cada vez había más marionetas. No importaba con cuantas acabase, siempre aparecían más. La cosa cada vez estaba más peligrosa, lo único que realmente podía hacer era huir.

Observé que había unas cajas apiladas. Era mi mejor opción. Corrí hacía ellas y salté. Y de ahí al tejado.
Avancé saltando de tejado en tejado hasta que me aseguré de que no me seguía ninguna de esas marionetas.
La calle estaba desierta, podía avanzar sin peligro.
Tenía que huir del pueblo.
Me movía lentamente, no hacia movimientos bruscos, ni me atrevía a correr por miedo de llamar la atención de las marionetas, pero no sirvió de mucho. De todas las casas empezaron a salir marionetas.


-¿¡Es qué nunca os vais a cansar!?

Eché a correr atacando solo a las que me cortaban el paso, aunque una vez ya cerca de la salida era imposible avanzar.
Una auténtica marea de marionetas parecían estar aguardando mi llegada.
En cuanto estuve en frente suya, todas se abalanzaron sobre mi.
No tuve otra opción que defenderme.
Acababa con ellas a medida que se iban acercando, teniendo cuidado de que ninguna se acercase demasiado, pero era imposible controlar todos los ángulos al mismo tiempo.

Un golpe en la espalda me derriba. Sigo defendiéndome como puedo desde el suelo. A penas sirve de algo. Todas las marionetas se me echan encima. Me atacan, noto como como me hacen cortes.

Cuando ya lo daba todo por perdido y no hay salida se escucha un chasquido y todas las marionetas se quitan de encima mía. Otro chasquido y todas se colocan de forma ordenada a ambos lados de la calle.

Aproveché el momento y me levanté. Tenía cortes en la cara, brazos y pecho. Todas sangran, pero no en exceso. No era momento de preocuparse de las heridas. Algo había hecho que se estuviesen quietas, y no pensaba desaprovechar la oportunidad de huir.
La puerta que me conducía a la libertad estaba enfrente mía esperando que la cruzara.
Estiré le brazo para empujar la puerta, pero antes de que pudiese hacer algo esta se abrió sola.
Había alguien al otro lado. Llevaba una armadura negra y morada, una espada en forma de cruz tan grande como él, el pelo negro y su mirada no inspiraba confianza alguna.

Por mi mente solo pasaba una idea, y era huir en dirección contraria, tenía que huir de él. Es lo que me decía el subconsciente.

-¡¡Niburu!!

Noté pasar algo corriendo a mi lado. Se puso delante mía. Era un enorme lobo negro casi tan grande como yo.
Se abalanzó sobre mi y me tiró al suelo. Me mantuvo en el suelo pisándome con fuerza mientras me gruñía. Casi me costaba respirar.

-¿De verdad pensabas que ibas a escapar? Es muy risible

Dio un chasquido con los dedos y el lobo se quitó de encima mía.

Me levanté y vi como el lobo estaba junto al desconocido que le acariciaba como si fuera un perro. Tras unos instantes desapareció.

-¿¡Cómo has....!?
-Veo que es verdad lo que dicen. No sabes nada.

Se acercó a mí y se puso a andar en círculos alrededor mía. Observándome.

-¿Quién eres?
-Llámame Taggart.
-¿Parece que sabes que esta pasando.
-¿Y si así fuera?
-Cuéntame lo que sabes.

Se paró a pensar.

-Nunca has formado parte del pueblo. De hecho, nunca ha existido este pueblo.
-No te sigo.
-Había que vigilarte, limitarte para que llegado el momento fueras útil.
-¿Vigilarme?¿ser útil?¿De qué estas hablando?
-Eras demasiado poderoso, incluso más que Él. Te quería tener vigilado, por eso creó a las marionetas que le obedecen y te vigilan que además de impedir que te vayas en el pueblo y no sospechases.
-¿Por qué?
-¿¡Es que no escuchas!?¡Porque eras un peligro!

Todo se estaba complicando cada vez más y surgían más interrogantes que se unían a los demás.

-Personalmente opino que han sido demasiado exagerados y permisivos. ¿Para qué montar toda esta farsa pudiendo acabarlo todo de un modo más fácil? Pero, ¿sabes una cosa? Con la que has liado te has sentenciado tú sólito. Te ha llegado la hora. Dejarás de formar parte del pueblo, aunque realmente nunca formaste parte de nada, pues nunca existió.

Se rió cruelmente.

Todas y cada una de sus palabras estaban consiguiendo cabrearme. No sabía quien era, pero él si sabía quien era yo.

Furioso, empuñé fuertemente la espada y le ataqué sin dudar. Él con un rápido movimiento cogió su espada y paro mi ataque.

-¿¡De verdad crees que vas a poder contra mí!? ¡Tú que ni siquiera eres capaz de controlar tus poderes!¡De verdad, no sé que es lo que Él teme!
-Calla... -dije muy bajito.
-¿Qué? No te he escuchado.
-¡¡Cállate!!¡Si vas a contarme algo hazlo!¡Pero deja el misterio de lado!¡Estoy harto de que me ocultéis cosas!
-Si quieres saber que hay detrás de toda esta farsa solo tienes que vencerme y podrás saberlo.

Sentía una punzada en el ojo que tenía cosido que era diferente al dolor que ya sentía de por si. E iba en aumento.

Volví a arremeter contra él, pero fue inútil, paró todo mis golpes para luego dar él un golpe horizontal que pude parar de milagro. Aún así  acabé rodando por el suelo varios metros.

-¿¡¡Eso es todo!!? ¡Pensaba que serías más fuerte.

El pinchazo en el ojo se estaba intensificando, estaba consiguiendo que me doliera la cabeza.

Me levanté rápidamente. Estaba harto de escucharle hablar de mi como si fuera algo decepcionante y que no tenía motivo para estar perdiendo el tiempo conmigo.

Intenté de nuevo atacarle, no pararía hasta ver que pedía perdón, que se arrodillaba ante mi, pero paró de nuevo los ataques. Intentó de nuevo un ataque horizontal, pero esta vez yo fui más rápido: salté y pisé la hoja de su espada.
Se quedó sorprendido. No se lo esperaba.
Aproveché y le di un puñetazo que lo tiró de espaldas.

-¿¡Ahora qué!?
-Niburu.-le oí susurrar.

Intenté adivinar por donde vendría el lobo, pero no pude.
Un golpe por la espada y caigo al suelo. Escuché como gruñia y sentí sus patas sobre mi. Intenté zafarme, pero no pude, me tenía bien sujeto.

Vi como se levantaba del suelo y recogía su espada. Se limpió donde le había dado el puñetazo. Se le ve cabreado, como si lo que acabara de pasar no estuviera en sus planes.

-¿¡Cómo te atreves!?

Me escupió. Me dio en la cara.

No eres más que un mierda. No sabes ni controlar tus poderes demoníacos, ¿y tú eres más poderoso que nuestro señor!?
-¿Qué has dicho?

Lo había escuchado, pero no me lo creía. Poderes demoníacos. ¿A qué se refería? Un demonio, ¿yo? ¿Cómo? ¿Por qué?
Todo se estaba descontrolado y se hacía más difícil de entender.

-Me he ido de la lengua. Me va a caer una buena. Lo mejor será que acabe ya con esto.-dijo recuperando el tono tranquilo que tuvo al principio.

El dolor del ojo era tan intenso que parecía que me iba a estallar la cabeza.

Vi como levantaba la espada. Intenté zafarme una vez más, pero fue inútil. Parecía que todo estaba a punto de acabar para mi. Cerré los ojos.

Cuando los volví a abrir todo estaba destrozado: farolas dobladas, paredes y ventanas rotas, el suelo estaba lleno de grietas, restos de las casas y trozos de marionetas. Y enfrente mía, no muy lejos, el cuerpo de Taggart.
Estaba rodeado de un charco de sangre, pero veía como respiraba.

El dolor en el ojo había desaparecido, así como todas mis heridas y moratones, además sentía una extraña sensación en el brazo, algo así como un hormigueo.
Me pesaba todo el cuerpo, lo sentía como un plomo. Estaba muy cansado. Todo se volvió borroso. Caí de rodillas y finalmente al suelo. No podía más, quería saber que había pasado, pero mi cuerpo no respondía.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la forma de hablar de Taggart. Le da el toque que hace que esta historia no parezca un shônen (teniendo en cuanta la temática y la forma de desarrollarse la historia). Especialmente lo de "risible" (me ha encantado ^^).

    Esperemos que sobreviva xD

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  2. Me alegro que te haya gustado, y más que hayas pillado lo de Taggart xD

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