La lluvia era incesante, confundiendo sus lágrimas que caían por sus mejillas con las gotas de lluvia.
La lluvia empezaba a calarle la ropa, pero ya le daba igual. Sus ojos enrojecidos miran y escrutan el suelo que ahora esta a varios kilómetros.
Había llegado a una decisión y estaba a punto de realizarla. Ya no pensaba dar vuelta atrás.
Mira detrás suya, solo hay una puerta que le llevará de nuevo al dolor, a la incomprensión, a la soledad y a una clase y unos compañeros que no le comprenden y se divierten metiéndose con él.
Mira ahora el cielo y desea que las gotas de lluvia que le caen en la cara le disuelvan y le hagan desaparecer o que como mínimo se lleven ese dolor y sus pesares.Sabe que es imposible, pero aun así lo implora.
Finalmente mira abajo, gente y coches pasando y el fin del sufrimiento. Nunca hubiese esperado llegar a tomar esa decisión, pero ya no aguanta más.
Cierra los ojos, lo piensa detenidamente una vez más y da un paso adelante.
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