jueves, 13 de octubre de 2011

Marionette

La misma historia de siempre, pero distinto público, nueva gente que verá una historia de amor frustrada, frustrada por la falta de libertad, una libertad que si llegase significaría la muerte, pues las cuerdas son el único medio de vida.

La danza sigue su curso. Los enamorados se encuentran, cruzan, saludan y siguen su camino. La gente aplaude ante la maestría del titiritero, pero no saben la tristeza que la música oculta: encuentros fugaces que no permiten cumplir un deseo, un deseo verdadero.

La música continúa sonando así como la historia que el maestro de hilos cuenta hasta que finalmente llega al desenlace. La historia tiene un final feliz y la gente aplaude, pero eso solo es apariencia. Lo que la obligada felicidad oculta es una historia bien distinta: tristeza, soledad y un deseo, el deseo de estar juntos para siempre sin que nadie les obligue a actuar en una absurda farsa obligados a interpretar un papel.

El público se dispersa, las marionetas se separan una vez más a la espera de la próxima función que traerá nuevos encuentros fugaces.

El telón cae.

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