-Me alegro de veros volver sanos
y salvos.
Jason, Bella y Ramón entraron en
la sala y cogieron asiento. Sin decir palabra colocaron sobre la mesa sus
recién obtenidos tesoros. Bella colocó una brazalete, una serpiente de oro y de
ojos violetas que se enroscaba con la cabeza sobre la muñeca por el antebrazo.
Ramón colocó una larga alabarda cuyo mango estaba hecho de puro oro, y el filo
de adamantita, tan afilada que casi podría hacer un tajo en el aire. Jason
colocó ante sí un bumerán del tamaño de su brazo, de madera.
-Venerable Tigose, ¿qué debemos
hacer ahora? Quiero partir cuánto antes de viaje, mas todavía no estamos
preparados según declaraste.
-Cierto, cierto. Puedo ver tu
impaciencia Jason, y eso no es bueno. Tu hora llegará, no lo dudes. Y
tranquilos, no tardaré en enrunar vuestras nuevas armas…
El anciano extendió sobre la
mesa tres pergaminos. Empezó por el brazalete de Bella. Agarró su bastón y puso
una mano sobre la cabeza de león esculpida sobre este. Empezó a leer la arcaica
escritura de los sabios de Stot y el pergamino empezó a brillar. Todo el mundo
sabe que las palabras duelen y hasta más que cualquier dolor físico. La pluma
vence a la espada. Los seguidores de Stot, Dios de la escritura lo creen
fervientemente y de hecho han logrado llevar las palabras a su máximo
esplendor. De esta manera los fieles a las letras han llegado incluso a
transmitir dolor a través de sus escrituras, y poco después junto a los magos
crearon los pergaminos mágicos. Las letras pueden guardar cualquier
encantamiento en un pergamino, permitiendo liberarlo cuándo se quiera siempre y
puedas leer las runas.
El pergamino envolvió el
brazalete y creó un destello de luz roja y desapareció en una explosión
lumínica. El brazalete relucía y se podía observar un brillo en los ojos de la
serpiente.
-Lillith ha sido completada. Sin
embargo el brazalete no te mostrará su poder hasta que te vea digna de usarlo.
No te preocupes, mi niña, estoy seguro de que lo lograrás.
Ramón agarró un trozo de
pergamino quemado de los que estaban ahora repartidos por la mesa.
-Algunos hechizos son demasiado
poderosos. –Explicó Tigose. – Por ello el pergamino no puede resistir la magia
y las runas no soportan la descarga de poder, destruyéndose completamente al
terminar el encantamiento. Pero no os preocupéis, estos hechizos han sido
guardados durante generaciones para ser usados en esas mismas armas, son el orgullo
del pueblo de Elbuort.
El viejo Tigose repitió otro
encantamiento con la alabarda de Ramón. Una luz blanca iluminó la sala mientras
el pergamino se destruía. El arma relucía.
-Albarea. Su filo puede cortar
hasta las rocas sin problema alguno. Además, no es el único truco que esconde…
Ramón, agarra la alabarda y da un toque al suelo con ella.
El monje obedeció, y al tocar el
palo de la alabarda el suelo, un círculo apareció bajo sus pies. La Albarea se
transformó en una pequeña bola de luz y tras dar dos vueltas a Ramón se metió
en su mano izquierda, dejando en su mano un círculo completamente blanco.
-Gracias a esto, ahora podrás
transportar la alabarda sin que te moleste de ninguna manera. –Ramón asintió
con la cabeza y miró con una sonrisa el círculo de su mano. – Ahora, pasemos al
bumerán. –Tigose repitió el encantamiento una vez más. El bumerán no parecía
haber cambiado, sin embargo ahora daba la sensación de estar incompleto, al
contrario que las otras armas. – Este es el Bumerán del Éther. Sin embargo,
como podéis ahora observar, este encantamiento no ha hecho más que despertar el
arma, pero para alcanzar su máximo esplendor es necesario un ingrediente más.
Todas vuestras armas contienen ya una gran cantidad de Éther, claro está, pues
es el Éther lo que les da sus propiedades mágicas, pero este arma es diferente…
Lillith y Albarea fueron forjadas con minerales que contenían Éther y fueron
creadas para tener una magia concreta. Albarea, por ejemplo, tiene como
principal habilidad poder absorber la magia de su portador y usarla sobre sí
misma, pero no necesita el entrenamiento extra que esto requeriría en cualquier
otra arma. También el Bumerán del Éther, creado a partir del legendario Roble
Éther, tiene gracias a este hecho la habilidad de ser resistente como el
diamante o incluso más. Sin embargo, tiene una habilidad extra. Para poder
completar la magia del bumerán y usar al máximo su poder se han de unírsele
unas joyas formadas por el éther de los elementos de la naturaleza: las Piedras
Naturales, las del fuego, el agua, las plantas, la tierra, el aire, el rayo, la
oscuridad y la luz. Si lográis completar el bumerán y controlar al máximo el
poder de vuestras armas, estaréis listos para enfrentaros a Darvid y sus
esbirros.
Jason miró el bumerán con atención.
Era la solución a sus problemas, el arma que llevaría a cabo su venganza. Era
un arma terrorífica y poderosa. Era su arma. El joven le lanzó una sonrisa al
anciano y agarró el bumerán.
-Venerable Tigose, guíenos en
nuestro camino hacia la justicia, por el pueblo de Elbuort. –El anciano sacó un
mapa de Méditer, marcado con ocho equis.
-Muy bien, mis jóvenes. No puedo
dictaros el camino exacto que debéis coger, pero puedo aconsejaros y ayudaros a
escogerlo. Las cruces que aquí veis son el lugar en el que se encuentran las
Piedras Naturales, y cómo bien sabéis el reino de Evoland se encuentra al otro
lado del Altar de Gibr. Os recomiendo pues dar la vuelta completa de Bangea
recogiendo las piedras, y poder así llegar preparados hasta Darvid.
Jason se giró hacia sus
compañeros. Bella, con las manos sobre sus caderas le sonrió y le guiñó un ojo.
Ramón puso su mano ante él y levantó el pulgar.
-Venerable Tigose, seguiremos
pues su consejo y partiremos tan rápido como posible nos sea. Prometemos no
decepcionarle al pueblo de Elbuort, y llevaremos a cabo nuestra justicia. Pido
permiso para ir a prepararnos y dejar la aldea por motivo de nuestra misión.
-Concedido, mi pequeño. Es hora
de que partáis a por vuestra aventura.
Jason se levantó de la silla y dio
media vuelta. Sus compañeros se pusieron tras él, y salieron por la puerta.
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