martes, 9 de abril de 2013

Lullaby #Día3 Primera batalla (mediodía)

Ahora que sé lo que realmente pasó, puede que sacara conclusiones demasiado rápido  pero bueno, si sumas dos y dos es evidente que salen cuatro, no te paras a pensar si realmente es así, simplemente contestas sin preguntarte porque. Y supongo que por eso mismo, mi primer encuentro con Luccyan fue un tanto desafortunado.

Había estado corriendo por las calles para llegar a mi casa y preguntarle a mi madre si lo que me había dicho Charlie era cierto. Estaba tan alterado que no me fijé en que la cerradura de la puerta estaba rota, ni en que había un desorden inusual en el pasillo... Solo entré gritando y buscando mamá pero cuando por fin la encontré no estaba sola. Estaba en el suelo, con una gran herida en el estomago, y junto a ella, estaba Luccyan.
Era un año o dos mayor que yo, de pelo marrón, largo y sedoso que le caía bien ordenado a los lados de su cara. Iba vestido con una especie de sotana larga y negra, manchada de sangre, y desde su manga, por la parte del dorso del puño, salía una espada de casi medio metro color violáceo. La sangre se deslizaba silenciosa por la estría que la surcaba por toda la parte central, dividiéndola en dos. Cuando nuestros ojos se cruzaron por primera vez, vi que eran del mismo color que la sangre que resbalaba por el filo de su arma.

-Joder, tu no tenías que estar aquí...-Al mirarme hizo una mueca y se dio cuenta de la situación en la que estábamos- Esto no es lo que parece, yo...

No me detuve a escucharle, mi mano se deslizo hacia el cuchillo escondido bajo mi chaqueta, sujeto a mi pecho por el arnés de cuero. Sin pensarlo extraje el puñal como una exhalación empuñando un arma, por primera vez, con la verdadera intención de matar. En aquel momento, pude notar una pequeña chispa de poder, igual que al enfrentarme a Nerya, pero esta vez no hubo perdida de conciencia, sino todo lo contrario. Jamás había visto tan claramente, ni oído con tanta precisión... Pero además podía notar algo más... una presencia, algo que no pertenecía a aquel plano, como cuando Arya invocó a Libra, pero aquella vez había sido yo el que había llamado a un ente extraño a nuestro mundo.

Era Bell. Podía notar como su poder se colaba por mis venas embriagándome con él. Todo sucedió muy rápido. Un flash, unos cuantos golpes, chispas de acero contra acero, un gran restallido y el sonido del cristal al romperse. Luccyan había huido saltando por la ventana, lo cual tenía su merito, pues estábamos en un quinto piso y la caída era mortal. Sin embargo, vi como no solo no había muerto, sino que huía calle abajo, corriendo como si nada hubiera pasado.

Entonces, volví a dirigir mi mirada hacía mi madre, aun en el suelo, semiconsciente, sujetándose un trapo contra la herida para detener la hemorragia. Me precipite a su lado e intenté mantener la calma. No entendía lo que había pasado, y fui inmediatamente a llamar a una ambulancia. No recuerdo muy bien lo que pasó, solo que los SAMUR llegaron enseguida, el viaje hasta el hospital y algunos retazos sueltos de lo que sucedió a continuación.

Me sorprendió que nadie me dijo nada sobre el cuchillo o los pedazos de armadura, aunque eran muy evidentes y vistosos. Solo desperté de aquel shock  cuando vi aparecer en la sala de espera a los chicos. El primero en llegar fue Liam, que me preguntó que había pasado y pareció tan preocupado por mi madre como yo. Luego vinieron Charlie y Alice, esta última me aturulló con un bombardeo de preguntas y abrazos, mientras que el primero se quedó en silencio, con la culpa grabada en los ojos. Incluso Krim, vino a ver si podía hacer algo.

-Disculpen, el señor Serra -Cuando el medico salió de la sala de operaciones aquello estaba lleno a rebosar de gente.- He de hablar con usted, a solas.

-C-claro... -fui como pude a hablar con el medico a la sala contigua- ¿Mi madre está bien?

-Tranquilo, su vida no corre peligro... -Me reconfortó muchísimo saberlo- Pero estará ingresada un tiempo, para recuperarse y no debería hacer ningún esfuerzo, de momento.

-Entiendo...

Salimos y les comunique las reconfortantes noticias a mis amigos. Trasladaron a mi madre a una habitación y despertó en unas pocas horas. Cuando comprobaron que todo estaba bien, los chicos decidieron dejarme a solas con ella. Además, la mayoría tenía que prepararse aún para el torneo.

La sala donde estaba mi madre era individual, así que no tuve que preocuparme porque nadie nos escuchara. Ella estaba tumbada en la cama, con cara cansada, pero sonrió al verme. Mi madre siempre había sido así, siempre con una sonrisa en los labios. Era bastante joven, pues me había tenido de adolescente, con dieciocho años. Tenía el pelo de color marrón, como el mío, por los hombros, rizado, y los ojos azul cielo. Me hizo un gesto para que me acercara y poder hablarme.

-Hola, cariño -hablaba como si no hubiera pasado nada, con un tono amable y gentil, como siempre- Supongo que esa mirada significa que ya te has enterado de algunas cosas...

-Sí...-miré la ropa con la que iba vestido y me di cuenta de que en los ojos de mi madre se reflejaba algo de melancolía.- He entrado a la Fiesta de guerra... Me han nombrado líder de un equipo y he hecho un montón de amigo y...

-Lo sé, Charles me lo contó todo... -Me sorprendí un poco de oírlo, pero solo un poco- Es un buen chico y sabía que tu padre no era una persona ordinaria, así que me mantuvo informada de que iba pasando...

-Así que es verdad... -No pude evitar dirigir mi mirada al suelo- ¿Quien era en realidad?

-Ah, esa es una pregunta difícil... -Sonrió y me hizo acercarme para abrazarme- Era un buen hombre... Él era mi espíritu, y yo su médium, aunque cuando lo encontré por primera vez no se parecía en nada a como es ahora... -Hizo una pausa y me acaricio el pelo con cariño- Te pareces tanto a él...

-¿Eras Médium? -Aquello me pilló por sorpresa- Bueno, aunque bien visto es lógico...

-Luca, mi niño, sabes que nada me gustaría más que decirte quien es, o incluso sacar mi vieja medalla e ir a buscarle contigo... pero me hizo prometer que no te diría su nombre -soltó una risita, a medio camino de divertida y triste- quería decírtelo él mismo llegado el momento.

-Agh, esto apesta- me abracé a ella con todas mis fuerzas. No me gusta reconocerlo, pero siempre fui un niño de mamá.- Y lo peor de todo es que te han herido por mi culpa.-Me sentía como un pedazo de mierda.

-No fue culpa de nadie... -Me acarició la cabeza tranquilizándome como solo una madre sabe- Al menos gracias al joven de negro no me ha pasado nada grave...

-¡¿Como?!-Aquello me dejó algo descolocado- ¿No había sido él el que te había atacado?

-Si solo hubiera sido un chiquillo más verde que la hierba como ese, no sería yo la que estaría en el hospital.

No sé que me asustó más. Que mi madre acabara de proferir una amenaza como aquella o que la dijera sin dejar de sonreír ni un ápice. En cualquier caso, me arrepentí de lo que había hecho antes. Había intentado matar a la persona que había salvado a mi madre...

-Se llama Luccyan y es uno de los muchos hijos de Hades... -Me resultaba curioso ver como hablaba de los dioses de una forma tan familiar y desenfadada, aunque tras conocer a Poseidón no sabía que pensar- Pero cuando un Dios de la muerte no quiere muerto a alguien hay que preocuparse.

-Supongo... ¿Por qué querría protegerte? o mejor aun ¿Por qué querría alguien hacerte daño?- No me cabía en la cabeza que mi madre pudiera tener ningún enemigo. Pero al parecer, había vivido muchas más cosas de las que yo podía comprender.

-Porque alguien quiere hacerle daño a tu padre... -Pensó unos instantes entre decírmelo o no- El que me atacó era Belial... Uno de los demonios más poderosos del Infierno -Su rostro se oscureció un momento- Y de algún modo se había manifestado por completo en la tierra...

-Eso... ¿Tan raro es? -Yo sabía que los espíritus podían manifestarse en la tierra bajo distintos aspectos ¿Tan especial era aquel caso?-

-Verás, Luca, los espíritus más poderosos pueden tomar forma humana o de algún animal y colarse en nuestro mundo, pero tienen unos poderes muy restringidos si no usan un médium... Solo una Quimera puede conseguir que un espectro se manifieste en este mundo con todo su poder. Pero Belial no estaba usando un médium... Era él... con todos sus poderes y rasgos en el mundo humano.

No sabía que decir. Estaba algo traspuesto y confuso por todo aquello. Por lo que sabía, Belial era uno de los Archiduques del infierno, capaz de traer el apocalipsis con un chasquido de dedos. Si una criatura como aquella vagaba a sus anchas por la tierra, no estaba seguro de poder dormir nunca más.

-¡¿Que haces tu aquí?!- Era la voz de Alice desde el pasillo.

Cuando salí a ver, la escena era, como poco, extraña en un hospital. Todos los presentes estaban con las armas en mano y preparados para usar sus posesiones, mirando en dirección al fondo del pasillo. De pie y con las manos en alto, había un chico. Lo reconocí como Luccyan, ahora vestido con ropa sencilla; una camiseta negra y tejanos oscuros. Me miraba de forma extraña, casi arrepentido...

-Luca, tienes que venir conmigo...

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