lunes, 9 de julio de 2012

Forgotten Data 05

 Escuchaba los latidos de su corazón contra la almohada.

 Dormía en una pequeña (e incómoda) cama colocada en una igualmente pequeña litera hecha en los angostos huecos de una pared de un igualmente angosto cuarto “extra” de los barrancones del Bolsillo, no mayor que un armario para escobas. Porque seguramente habría sido uno en el pasado.

 Por suerte Haydn no era claustrofóbico. Aunque como Renfrew no estaba la verdad es que se sentía solo en aquella oscuridad impenetrable con olor a viciado. Solo y rodeado de un silencio incómodo.

-Bueno… Mañana tendré el cielo como techo- pensó muy poéticamente para sí. No pudo evitar sonreir al ver lo cursi que sonaba.

 De repente lo cursi le recordó al rosa. Y el rosa al fucsia. Y el fucsia al pelo de Anmhy. Un suspiro se le escapó incomprensiblemente del pecho.

 Deseó que, si no ella, al menos alguien le acompañase en las Llanuras Salvajes. Aparte de Renfrew, evidentemente.

 Un “toc-toc” metálico rompió su reflexión. Renfrew se incorporó (con cuidado de no dar con su cabeza en el techo de su litera-agujero) y avanzó un brazo hacia la manivela que abría la compuerta de su habitación. Al abrir se encontró con un enorme pecho peludo con una camisa caqui.

-Ehm, esto… ¿Buenas?
-Buenos días… Haydn- le respondió amenazadoramente el pecho

 Haydn sacó la cabeza por la compuerta para encontrarse un gigante de casi dos metros, ancho como un tonel, de brazos tan grandes como troncos y cresta de colores “punky”… Pero con los ojos tras unas gafas de pasta de intelectual.

-¿Ya es de día?
-Son las… 6. Tienes que venir… Conmigo

 Parecía muy tímido pese a su impactante tamaño y aspecto.

-¿Te envía Carnageddon?
-Y… Cybercarnage. Te esperan en el laboratorio… 32.

 Haydn se dejó llevar por el forzudo. Pese a que era tímido no quiso importunarle ni a él… Ni al rifle múltiple que llevaba a la espalda.

 Caminaron en silencio por los pasillos. Haydn no se había habituado aún al ambiente del Bolsillo. Miles de rebeldes, a cada cual de aspecto más intimidatorio que el anterior, les miraban al pasar. Su yo interior se encogía con tantas miradas, especialmente ahora que no llevaba las gafas, su única garantía de eficacia en ese sitio y para esos tipos. Su preciada pertenencia había pasado la noche en el laboratorio de Cybercarnage.

-Oye, ¿Me devolverán las gafas?
-¿…Hum?
-Oh, claro, que pregunta…
-Sí, si que te las… Devolveremos- a Haydn empezaba a impacientarle la forma de hablar de su “guía” -No te preocupes tú por… Eso.
-Ahm, vale

 Un par de ascensores como los que cogió cuando llegó les dejaron en el Sector de Laboratorios. Pese al nombre no había por allí gente en bata blanca: sólo chavales con pinta de hackers y de apasionados de la chatarra antigua. Tal y como Cybercarnage.

 Un 32 en una compuerta les indicó que habían llegado. Tras ella les esperaba un sonriente Carnageddon en una amplia sala llena de cachivaches.

-¡Hombre, Haydn, buenos días! ¿Qué tal anda el portador de las Mnemogafas? Qué, ¿Listo para embarcarte hacia el Lejano Norte?
-Pues…
-Por cierto, se me olvidó presentártelo anoche.- su mano señalaba al gigante que le había traído -Carnagepunk, mi hermano también.

 Haydn miró sorprendido al que era también su jefe.

-Oh, esto…
-No te… Preocupes. Sólo me gusta que me llamen general en el campo de… Batalla.

 A Haydn le resultaba ampliamente difícil verle dando órdenes a un ejército.

-Pero bueno ¡Esa no es la presentación más importante del día! ¿Haydn? Me gustaría presentarte a…- se apartó para mostrar, junto a una mesa a Cybercarnage y otro personaje más- Cuentacuentos…

 El tal “Cuentacuentos” entraba perfectamente en la definición de “trotamundos”. Bufanda y chambergo al cuello llevaba prácticamente tapada la mitad inferior de la cara, morena a causa de la continua exposición al sol. Tenía también tapado el pelo por un gorro de tela azul con una cara sonriente dibujada en un lado, pero se veía que era muy oscuro.

-¡Buenas!
-Ah… Hola
-Permitidme introduce yourselves- dijo con su particular acento Cybercarnage -Haydn, este que ves aquí es Cuentacuentos, el único hombre que ha cruzado las Llanuras Salvajes y ha vuelto para contarlo. Además en varias ocasiones. Será un guía más en tu travesía.
-Espera… ¿El sabe llegar al Lejano Norte?
-¡No, no!- se adelantó Cuentacuentos. Su voz tenía un toque infantiloide que chocaba un poco con su aspecto de persona curtida en la dificultad -He ido y vuelto del centro de las Llanuras, pero nunca las he cruzado completas. Es imposible sin un mapa.
-¿Y cómo has logrado volver sin perderte?

 Rebuscó en un zurrón que llevaba encima. Sacó orgulloso un envejecido cuaderno de notas

-¡Tengo muchos de estos con dibujos y anotaciones! Algún día me gustaría escribir una guía completa con todos, pero aún es pronto.
-Viene de cada viaje contando más y más cosas de lo que ha visto, por eso le llamamos Cuentacuentos- explicó Carnageddon.
-Pero, of course, sin tus Mnemogafas os será imposible llegar hasta el Lejano Norte. Pero claro, sin los conocimientos de Cuentacuentos seguramente te habríamos mandado a una muerte segura. Las Llanuras Salvajes son muy… Salvajes, como ya indica el nombre. Do you understand?
-Sí, sí; comprendo.
-Pues hale, os quiero ver andando hasta el lugar del Gif ya. Pero antes…

 Carnageddon cogió de la mesa las mencionadas Mnemogafas.

-¿Qué habéis estado haciendo con ellas?
-Les hemos estado haciendo pruebas, para ver si funcionan y como. ¡Póntelas! Quiero que hagas una prueba con ellas.
-¿Cómo funcionan?
-Al parecer….- empezó Cybercarnage. Cuentacuentos se levantó y se acercó para examinarlas más de cerca -Tienen un micronúcleo de memoria hecho en nanocircuitos de grafeno. Todo un trabajo de miniaturista que guarda gigabytes… O incluso terabytes de imágenes que permiten reconstruir el pasado. No hemos querido abrirlo, a riesgo de destrozarlo, así que no sabemos exactamente como se activan, pero si tenemos una leve idea…
-Resumiendo, que sabemos lo que tiene dentro pero no como rulan. O al menos nos lo imaginamos.
-¿Y no tendrá un…?

 Todos se quedaron mirando a Caarnagepunk esperando su respuesta. Se sonrojó.

-Dilo, tron.
-Un botón de… Encendido.
-Eso hemos estado buscando toda la noche y…
-¡Lo encontré!

 Las miradas ahora fueron en grupo para Cuentacuentos.

-He visto mecanismos similares en algunas ruinas de las Llanuras… Tendrás que llevarlas puestas y luego deslizar los dedos por la parte superior… Prueba, a ver.

 Haydn hizo caso de su compañero y se colocó las gafas. Luego deslizó a la vez los dedos por la parte su perior de las mismas y… Se mareó.

 Habría sido imposible mantener la cabeza firme en una situación como esa. De repente toda la sala y sus ocupantes empezaron a desintegrase en cuadraditos, mientras mallas tridimensionales construían, a velocidad de vértigo, el aspecto pasado del lugar en el que se encontraban. De un laboratorio pasó a un salón, con cuatro columnas. Las paredes del presente desparecían para dejar ver en el pasado una sala mucho mayor, que se extendía en ancho, largo y alto por el interior del actual Bolsillo.

 Haydn sintió el impulso de dejarse caer en la peluda alfombra sobre la que flotaba. Se tiró hacia atrás con una gran sonrisa, mezcla de emoción y satisfacción.

 Pero en lugar de una alfombra sintió como le cogían 3 pares de brazos. Entre el continuo silbido y murmullo de los datos viajando en su cerebro distinguió una voz diciendo su nombre…

-¡Haydn! ¡Haydn, ¿Estás bien?!
-¡Quitádselas!

 Alguien destrozó la verde ilusión que era ahora su mundo, desgarrándolo y cegándole con una luz blanca. Sintió como los ojos perdían su visión durante un tiempo,  mientras la conciencia se recobraba dolorosamente.

-¿Cómo estás, chico? ¡Di algo, tron!
-… ¿Qué?
-¿Que leches le ha pasado?
-Parece que las gafas le han puesto en trance. Supongo que no está acostumbrado a un flujo de datos tan inmenso tan rápido. Sólo espero que no le hayan dañado el cerebro o algo…
-Oh mi… ¡Haydn! ¿Cuántos dedos ves?

 Como Haydn miraba al peinado en forma de mano de Carnageddon no pudo evitar contestar “5”. Todo estaba aún un poco borroso.

-Mierda, lo hemos perdido…
-Esperad…-dijo él
 Por fin volvió todo a la normalidad. Pidió que se le incorporase y así lo hicieron. Pese a ello, no pudo evitar tambalearse un poco.
-¡Estoy bien, estoy bien!- se adelantó al ver que iban otra vez a socorrerle -Ya, ya estoy bien otra vez… Recordadme que no vuelva a utilizarlas dentro del Bolsillo…
-¡Sin problemas jefe!-dijo Cuentacuentos con una mano en la frente

****

 Pese a que había estado noches y noches soñando con llegar allí, tras una noche en el Bolsillo lo único que ahora quería Haydn era salir de allí. No era claustrofóbico, pero empezaba  a serlo.  Cybercarnage, que algunas veces ni siquiera cabía por los estrechos pasillos subterráneos, mencionó que era “falta de… Costumbre”.

 Pero a Haydn le daba igual. Ahora estaba fuera de la base de los Rebeldes y la verdad es que se sentía aliviado.

-¡Bueno! ¿Partimos ya, ehm… Cuentacuentos?
-Oh, no me llames así cuando estemos en las Llanuras. Me resulta un poco incómodo…
-Ah, bueno ¿Pues entonces…?
-Hermano. Llámame “Hermano”. En las Llanuras todos somos hermanos. Tu también serás mi hermano para mí mientras estemos allí.
-Ah vale, pues mira, hablando de hermanos…

 Miró hacia el Monolito, en dónde las escaleras secretas habían vuelto a emerger de la nada para dejarle salir y permitir a sus jefes despedirle y desearle suerte.

 Miró a los tres Carnage buscando una familiar esfera metálica flotante.

-¿Dónde está…?
-¿El 903? Ah sí, lo tengo aquí.- indicó Cybercarnage tirando de su mochila. Era muy bajito, pero hasta ahora que lo tenía de pie delante no se había dado cuenta. -He estado implementándole unos programas… Ahora podrás establecer comunicación con nosotros y podremos localizarte cada cierto tiempo… Para que así podamos trazar por fin un mapa que nos servirá para recogerte cuando tengas al Gif.

 Dicho esto tocó unos botones y la luz azul de la lente de Renfrew volvió a brillar. El aparatito se elevó en el aire parsimoniosamente.

-Saludos. Se presenta el sistema NOIDEA nº 903, código “Renfrew”. Listo y preparado para recibir órdenes de mi administrador: Haydn Orange.

 Haydn no pudo evitar sentirse orgulloso, como si fuera una especie de general.

-¿Listo para irte?
-Desde el primer día, Haydn
-Bueno, pues…- recorrió con su mirada a todos los presentes -¿En marcha, no? ¿Hacia dónde vamos a ir?
-Por ahora…- indicó Carnageddon -Cogeréis un vehículo que tengo preparado y escondido en otra salida. Iréis hasta Alexandrea y luego continuaréis a pie ¿Vale?

 Haydn sintió una curiosa emoción al oír “Alexandrea”

-¿Las Ruinas de Alexandrea? ¿Pasaremos por allí?
-Son el último trozo de civilización antes de meterte de lleno en las Llanuras…- señaló Cuentacuentos -Yo paso por allí cada vez que voy y vuelvo.
-¡Genial! Y ahora sí… ¡En marcha!

 Y, otra vez, su viaje continuaba. Aunque muchos dirían… Que empezaba justo ahora.


2 comentarios:

  1. Quiero más, y quiero a Anmhy YA! Mola mil! *baila*

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  2. Genial todo, como de costumbre. Vamos, ya ni es costumbre, no puedo imaginarme algo escrito por ti que no esté genial xD

    PD: Has puesto "no era claustrofóbico" dos veces en el mismo capítulo y en diferentes momentos.

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