sábado, 9 de junio de 2012

Forgotten Data 03

 El ronroneo del motor del pequeño patinete en el que montaba resonaba por el desierto a la luz del atardecer.

 Pese al calor que había hecho ya hacía fresco. Haydn llevaba su poncho encima y se protegía los ojos con las gafas. Tenía ganas de acelerar hasta hartarse, pero la verdad es que el método de transporte que le habían regalado al salir de Panyajo no pasaba de la velocidad que había alcanzado ya.

 Renfrew iba pegado a sus pies como una parte más del equipaje

-Calculo que habremos llegado al Bolsillo en un par de horas… Si no tenemos interferencias…
-¿Interferencias?
-Interferencias... Como la situada tras de nosotros…

 Haydn miró hacia atrás desconcertado y se encontró que algo pequeño les seguía a gran velocidad, silbando y levantado una estela de polvo al avanzar.

-¡CUIDADO! ¡IMPACTO INMINENTE! 
-¡Aaagh!

 Fue imposible hacer algo. El “enemigo” dio un sprint, alcanzándoles de lleno. Haydn cayó del patinete rodando hacia un lado, mientras su equipaje y el patinete hacían la ruta contraria.

 Renfrew no perdía la labia, pese a la caída.

-¡ERROR! ¡MÁQUINA! ¡NOS ATACAN!

 Haydn se levantó. Tenía rozaduras por todas partes. Una estela de polvo cerca de él le indicó dónde estaba su enemigo.

 Este se detuvo. Era una máquina negra, plana y alargada. Flotaba a unos pocos centímetros del suelo y hacía un sonido similar al de un ventilador.

-¿Qué…? ¿Qué es esto?
-¡Máquina de ataque a las tres!
-¿A las tres?- tanto Haydn como Renfrew tenían al aparato enfrente -Pero si eso es a mi derech…

 La sombra de un cuerpo mayor se proyectó sobre él.

 Mediría por lo menos dos metros pese a su aspecto encorvado. Era negra como un tizón y tenía unas patas y brazos metálicos segmentados que resoplaban al moverse. En el centro de la estructura había algo similar a una “cabeza”, llena de luces azul eléctrico. Un tercer brazo con un cañón asomaba por la espalda, como la cola de un escorpión.

-¡Inyectador! ¡Se recomienda HUIR!
-¿Pero que diantr…?

 El "inyectador" disparó su cañón pero Haydn saltó atrás justo a tiempo. El origen del nombre del robot quedó automáticamente ante sus ojos: la mitad del proyectil que había en el suelo era una aguja como la de una jeringuilla.

 La máquina hacía sonidos guturales, como quejándose de haber fallado.

 Un silbido detrás suya le avisó de que debía esquivar de nuevo, aunque esta vez no fue un proyectil. Era el aparatito, que pasó cerca de sus piernas como intentando tirarle.

-¡EJECUTAR HUIDA! ¡YA!- recomendó Renfrew, voz en grito.

 Haydn obedeció y comenzó a correr. No le sirvió de mucho.

 El pequeño aparatito, siguiendo una nueva orden de su “jefe”, se lanzó a por Haydn una vez más. Esta vez se le coló entre las piernas, haciéndole caer irremediablemente.

-¡ERROR!

 Haydn intentó levantarse. Un resoplido eléctrico le indicó a quién tenía detrás. Se giró para ver el cañón del inyectador. La decepción le invadió ¿Así acababa todo?

 La respuesta le llegó del cielo.

 Algo cruzó el aire como un halcón y se clavó en la espalda del androide. Las chispas hicieron una aureola al monstruo mecánico y un sonido quejumbroso salió de su interior. Sus ojos se apagaron antes de que las piernas se dejaran vencer por el peso muerto y cayera.

-¡ERROR!- Volvió a añadir Renfrew.

 Al quedar visible su espalda Haydn pudo ver el arma “mecanocida”. Una guadaña negra surcada de circuitos violetas.

 Una voz femenina sonó cerca.

-¡Hum! ¡Si vuelvo a ver un inyectador de estos por aquí tendré que ir yo misma a ver al Waffa!

 Una figura apareció detrás del mecanismo inactivo del inyectador. Era una chica, vestida de militar y con una melena fucsia ondulada. Arrancó la guadaña de su “víctima”. El arma era prácticamente tan grande como ella. Al hacerlo cayó en la presencia de Haydn.

-¡Vaya!- dijo sorprendida. Reaccionó llevándose rápidamente la mano al bolsillo, de dónde sacó un comunicador y se lo acercó a la boca -Cysy ¿Me recibes? Parece que tenemos un damo en apuros…- dejó el comunicador y volvió a mirar a Haydn, divertida -¿Estás bien?
-Yo… Esto…- A Haydn le había descolocado la definición como “damo”.

 La chica de la guadaña se le acercó. Llevaba la ropa como si fuera un hombre y gafas de pasta negra. Se le quedó mirando como decepcionada.

-Vaya palitroque… ¿No estás un poco delgaducho para andar persiguiendo máquinas por el Desierto?

 Haydn se levantó y se sacudió el polvo molesto. “¿Palitroque?” pensaba para sí.

-¿Eres del Bolsillo?- le preguntó Haydn
-¿Del Bolsillo? ¡Nah!
-¿Entonces?

 Renfrew llegó flotando

-¡Crisis superada! Archivaré la información necesaria… ¡Vaya! ¡Saludos! ¿Nombre?
-¡Uy, que mono!- exclamó la chica -¿Es un NOIDEA? ¡Yo quiero uno igual! Y… Ah, es cierto, se olvidó presentarme… Me llamo Anmhy.
-¿De los Rebeldes?
-No, ya le he dicho a tu amo que no
-¿Entonces?
-Tengo un grupo independiente en las ruinas de Alexandrea ¿Las conocéis?

 Haydn miró a Renfrew como pidiendo ayuda

-Mmm… Si, en mi base de datos aparecen como “vestigios de la Buena Época”. Parecen relativamente famosas en esta zona… ¿Qué tenéis allí? 
-¡Las protegemos a de los robots!- respondió orgullosa 
-¿Hay datos antiguos?- preguntó Haydn 
-¿Datos?- contestó desconcertada Anmhy -No… Hay ruinas antiguas…


 Haydn quedó igualmente desconcertado 


-¿Entonces para que las protegéis? 


 Algo se activó dentro de Anmhy al oír esa respuesta. Su rostro se volvió severo de golpe. 


-¡Es ARTE, so paleto! ¡Y del bueno! ¡Si no lo protegemos se lo cargará alguien!


 Los ojos de color del chocolate de Anmhy se clavaron en los de Haydn. Por alguna razón no sentía amenazado, pese a las palabras de la chica. Pero si que se sentía incómodo. 


-Vale, vale, perdona…


 Anmhy se apartó y resopló 


-Anda que no le daba yo tortas a más de uno por contestaciones como esa… Bueno, ahora me tocan a mí las preguntas… ¿Se puede saber que hacíais por aquí con un inyectador? 
-Mmm… Íbamos hacia el Bolsillo y… Nos atacó. 
-Pues… Ya es mala suerte encontrarse uno justamente en este sitio, en medio de ninguna parte…


 Levantó los brazos para hacer indicar que mirasen a su alrededor. Realmente no había nada de nada por allí. 


-¿Ah sí? 
-La observación de nuestra nueva compañera es parcialmente cierta, Haydn- interrumpió Renfrew -Existen un bajo grado de probabilidades de encontrarse de lleno con una máquina ofensiva en medio del desierto, pero los inyectadores tienen dispositivos de seguimiento humano. Además, probablemente fuera el mismo que pixelizó al chico que vimos este mediodía en Panyajo…


 Anmhy miraba con el ceño fruncido a Renfrew 


-Oye… ¿A tu amiguito le gusta hablar siempre
-Mi sistema considera que si se establece una situación en la que es posible añadir un dato factible de uso no debe impedirse… 
-¿No te callas o qué? Bah, da igual…


 Una nube de polvo, levantada por un vehículo, apareció en el horizonte. Anmhy les miró sonriente. 


-¿Ibais al Bolsillo? 
-Pues si… 
-Pues habéis tenido suerte… Venga, que os llevo. 


****


 El vehículo era un coche de 4 plazas. Era automático, pero Anmhy insistía en conducirlo. A su lado, mientras avanzaban por el desierto, corría una enorme vía ferroviaria, de cuatro carriles, con ruinas a un lado y al otro. 


-No se acaba nunca…- dijo Haydn -¿Qué es? 
-La Gran Vía- respondió Renfrew -O el “Hierro Interminable”. Se trata de un resto de la red ferroviaria de la época previa a la guerra contra la máquina. Al parecer atraviesa todo el Desierto… 
-El Bolsillo está en unas ruinas de la Vía- añadió Anmhy -El “Monolito” le dicen. Os dejo allí ¿Vale?


 Haydn y Renfrew ocupaban los asientos traseros, mientras que Anmhy llevaba el de piloto. En el de copiloto se sentaba Cysy, la compañera de la rebelde, una chica de pelo moreno con una capucha con orejas de animal. No era muy habladora. 


-¿No nos acompañas?- preguntó al rato Haydn.


 Anmhy le miraba como sorprendida 


-¿Acompañaros? ¿A vosotros? ¿Para qué? 
-Pues… Ni idea… 
-Nah, tengo que volver a Alexandrea y… Bueno, no encajo mucho en esa base, con tantos soldados tan bastos… 
-Bueno…


 Una serie de edificios ruinosos empezaron a rodearles. Anmhy aminoró la velocidad y giró a la derecha. Paró delante de un gran bloque de ladrillo pintado de blanco, con grafittis por encima que representaban bichos y monstruos de todos los colores. 


-¡Hemos llegado! 
-¿Aquí…? ¿Eso es “el Monolito”? 
-El nombre es, evidentemente, un disuasorio, Haydn


 Salieron. El sol ya había casi desaparecido en el horizonte. 


-Bueno pues…- Haydn se sentía bastante raro -Tengo que irme… Gracias. Supongo…

 Anmhy le miró con el ceño fruncido, pero divertida por su expresión

-Pues vale, adiós. Aunque... No me has dicho tu nombre...

 Haydn se percató de que era cierto y se sintió muy idiota

-¡Ah si! Me llamo Haydn. Haydn Orange.
-¿Si? Bueno, al menos ya puedo saludarte si vuelvo a verte.- parecía imposible quitarle la sonrisa de la boca a la chica -Pasaos un día por Alexandrea si queréis…
-¡Si, vale!- Haydn se sorprendió de la efusividad de su respuesta.

 La chica se giró hacia el coche. Antes de meterse le miró una vez más y le levantó una mano, en señal de despedida. Haydn respondió igual.

 Y se marchó. El vehículo se alejaba hacia el sol. Haydn no pudo evitar quedarse mirando un rato como se alejaba. Le hubiese gustado que le hubiera acompañado.

-¿Haydn?- la incansable voz de Renfrew le sacó de su ensoñación.

 El chico se agitó, como quitándose los pensamientos. Se giró y miró al gran bloque que tenía detrás. Habían llegado a “el Bolsillo”.

 Su viaje debía continuar. Pero ahora se sentía un poco más solo que antes.

2 comentarios:

  1. Dejame adivinar, es evidente que nuestra maestra de guadaña no es otra que Enladhern xDD Creo que no hay suficientes pista xDD

    Muy bueno el capitulo, pero me he enterado que esta por casualidad ¬¬ xD

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  2. Quién iba a ser si no? Yo tengo mi propia frase favorita "-¡Es ARTE, so paleto! ¡Y del bueno! ¡Si no lo protegemos se lo cargará alguien!" <-- Taaaaan mío que asusta xD Siempre que lo leo, y creo que van ya 8 veces que leo este capítulo, me tengo que parar ahí un rato para reírme xD

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