lunes, 11 de junio de 2012

El mundo subterráneo #8


Llevaba un buen tramo de camino ya, pero era imposible saber cuánto le quedaría para llegar. Ni siquiera se veía el horizonte, solo la oscuridad. ¿Qué más podía encontrarse por ahí? ¿Podría su recién descubierto arco salvarle de todas las situaciones? Estaba claro que no. Pero tendría que superarlas de todos modos, con o sin arco. Se escuchó un graznido a lo lejos.


El camino era muy largo. Si se le podía llamar camino, puesto que apenas se llegaba a ver el suelo, y lo único que le mostraba por dónde ir era la llama azul. De vez en cuando, se oía algún ruido, a lo lejos. Estaba claro que Polifemo no era el único ser por aquí. Ya se sabía que los Campos Asfódelos era donde iban los muertos que ni merecían una recompensa ni un castigo, pero ¿A dónde iban los monstruos muertos? De todos modos, el lugar está muy vacío. En algún lugar han de estar los muertos, pero ¿Dónde? Seguramente, tienen miedo de las criaturas que se encuentran por el lugar y están escondidos. Pero Paul no iba a esconderse. Él tenía un cometido, una misión. E iba a cumplirla. Se escuchó un graznido a lo lejos.

De vez en cuando, y cada vez con más frecuencia, Paul oía algún grito. Eso no le asustaba, ya sabía que debía de haber almas por aquí, y también monstruos. Pero el hecho de que cada vez fuese más cercano le incomodaba. Significaba que tendría que enfrentarse de nuevo a algo. Miró los anillos un momento. Estaba preparado. Se escuchó un graznido.
Varias “personas” llegaron corriendo hacia Paul. Lo ignoraron y siguieron corriendo, cómo si la no-vida les fuera en ello. Se escuchó un graznido. Concretamente, el del ser que Paul tenía a pocos metros delante de él.

El ser tenía una cabeza y alas de águila, así cómo unas garras de águila en sus patas frontales. Lo extraño, era que tenía la parte inferior de su cuerpo igual que la de un león. Sus alas doradas brillaban ante la luz de la llama que acompañaba al joven. El cual, no tuvo mucho tiempo de pensar y se lanzó a un lado. El grifo, que volaba a ras de suelo, falló su mortífero placaje por poco. Se paró unos cuantos metros más tarde y miró a Paul de reojo. El adolescente preparó su arco y disparó. La flecha se desvió y dirigió hacia la espléndida criatura, que la esquivó en el último momento. Bien, al menos Paul había descubierto que las flechas no podían desviarse y perseguir a su presa eternamente. Acto seguido disparó una decena de flechas. El grifo corrió rodeando a Paul para esquivar las flechas y agarró al joven por los hombros con sus garras delanteras, echando a volar. Paul intentó librarse con todas sus fuerzas, pero no podía. Alzó su brazo derecho y golpeó la cara del grifo. El golpe en sí no hizo mucho, claro, Paul no tenía una fuerza física destacable. Pero al poner el anillo en contacto contra el grifo, una flecha salió de este y atravesó al monstruo.

No habían ascendido demasiado, así que la caída fue leve. No podría haberse dicho lo mismo si Paul no hubiera girado nada más caer para evitar tener el peso del grifo sobre él, claro. Lo que también estaba claro era que el grifo no había muerto. Ya estaba muerto, claro. Esa razón fue suficiente para poner en marcha a Paul de inmediato. No creía que la criatura fuese a buscarle, claro, ya lo había vencido, pero si lo encontraba descansando cuando despertara, estaba claro que se comería al adolescente. Miró su anillo, con la flecha aún sobre él, y pensó que le sería muy útil cuando no pudiese luchar a distancia. Pero tampoco le iba a salvar de todas las situaciones, claro. La llama azul apareció y se puso en camino. Paul la siguió unas horas hasta caer de bruces contra el suelo, víctima del cansancio.

2 comentarios:

  1. No esta nada mal, una corta pero interesante batalla contra el grifo.

    Una cosa, creo que en el ultimo párrafo hay demasiados "claro",¿no?

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    1. Está hecho a posta, para que se viese que eran los pensamientos de Paul.

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