martes, 8 de mayo de 2012

Caffeine Girl 2


Noticias de última hora. Han desvalijado otra tienda de ropa. Lo más sorprendente es que no se llevaron el dinero de la caja, la caja estaba intacta. Solamente se llevaron todo la ropa interior masculina.

Pasemos ahora a otras noticias de interés... Bah. Paso.

La joven tirada en el sofá vio como el presentador  se levantaba de la mesa y se iba. Era su presentador favorito, no podía evitarlo, y eso que era un vago y siempre solía dejar el informativo a la mitad. Pero no era tiempo para pensar en ello, tenía otras cosas en las que pensar, alguien había estado robando en todas las tiendas de la ciudad, no podía permitirlo.

Se levantó de un salto y en ese mismo instante sonó el teléfono que estaba encima de una pequeña mesa. Corrió a cogerlo.

-¿Caffeine Girl? ¿Eres tú?

Reconoció la voz al instante, era el alcalde. Además, él era el único que la llamaba por su identidad secreta.

-Alcalde, le he dicho miles de veces que no me llame por ese nombre... -dijo por enésima vez, esperando que esta vez sirviera de algo, aunque sabía que no sería así.
-Si, si. Necesito que vengas ahora mismo ha habido un robo en toda la ciudad. Ha sido de...
-Se a que se refiere. Voy en seguida.
-Eso espero Caffeine Girl. Es urgente.


Colgó enfadada. Estaba cansada de que el alcalde olvidase o simplemente pasase de no llamarla por ese nombre.

Cogió un termo de café y preparó una cafetera. Una vez estuvo lista echo el oscuro líquido dentro del termo, lo echó en una pequeña mochila y salió corriendo hacia el ayuntamiento.

El ayuntamiento era un edificio no demasiado grande, pero aun así imponía, sobre todo el gran reloj que tenía en la fachada.

Entró y subió las escaleras. No era la primera vez que iba. Ya se sabía el camino de memoria. Atravesó el corto pasillo hasta la lacada puerta de madera con la placa dorada que ponía "Alcalde". Llamó a la puerta.

-Pase.

Abrió la puerta y entró. El alcalde, un tipo alto y joven, de pelo rubio oscuro y con gafas. Es una persona muy sería, pero sabe cuando ha de ser informal. Además es muy torpe y suele olvidarse fácilmente de algunas cosas, así como su nefasto sentido de la orientación.

Parecía estar escondiendo algo bajo la mesa.

-¡Menos mal! Ya estas aquí. El asunto es grave, muy grave. Han robado en todas las tiendas de ropa de la ciudad.
-He visto la noticia.
-Han robado toda la ropa interior masculina de todas las tiendas. Tienes que hacer algo, Caffeine Girl.
-Así lo haré alcalde. Una pregunta, ¿han sido todas la tiendas desvalijadas o todavía queda alguna?

El alcalde rebuscó entre unos papeles y le respondió de nuevo.

-Aún quedan una tienda que no ha sido atracada.
-Deme la dirección e iré para allá.

El alcalde le paso una pequeña tarjeta donde con una letra difícil de leer estaba escrita una dirección.

-Me marcho. Puede seguir jugando con sus figuritas. -dijo con una sonrisa. Se levantó y salió por la puerta.

El alcalde se puso colorado y miró los muñecos que ocultaba bajo la mesa.

Sabía que calle era, así que callejeó en busca de ella. Pasó por delante de otra tienda de ropa, estaba rodeada por varios coches de policía. Pensó que podría encontrar alguna pista así que decidió entrar.

-No se puede pasar señorita, ha tenido lugar un robo. Nadie puede pasar hasta aviso de nuestro inspector.
-¡Déjame pasar! Soy amiga del inspector y del alcalde.
-Si, si, claro. Circulé.

Estaba a punto de irse furiosa cuando una voz la llamó.

-¡Didu!

Se dio la vuelta y vio salir de la tienda al inspector. Era un tipo afable que se hacía respetar y siempre se tomaba el caso demasiado en serio. Su gabardina, camisa,corbata, gafas y el flequillo peinado hacia arriba eran sus señas más distinguibles.

-Peet. Me alegro de verte.
-Pasa, pasa. No vamos a hablar a gritos.

Didu tosió y el policía que hace unos instantes le impidió  le dejo paso. Antes de pasar vio que se había puesto colorado.

-Ja. -rió para dentro mientras entraba en la tienda.

-¿Habéis encontrado algo?
-Nada importante realmente, solo esta nota. -sacó del bolsillo un papel un poco arrugado.
-Pronto no quedará ropa interior masculina que robar. Y no podréis hacer otra cosa que hacer que hacer lo que os diga si la queréis de vuelta. -leyó.
-¿Tienes idea de quién ha podido ser,Didu?

Negó con la cabeza.

Por primera vez se fijó en la tienda. No era muy grande, uno de los escaparates estaba intacto, el otro tenía un enorme agujero. Se podía seguir el rastro de los ladrones perfectamente: ropa y perchas para la ropa estaban tirados por todas lados formando un rastro que llevaba hasta la zona donde debería de estar la ropa interior masculina, de la que no quedaba ningún rastro.

-La verdad es que hay pocas pistas, Peet.
-Si, va a ser muy difícil pillarlos si no comenten un error. Bueno, ¿Qué te trae por aquí, estas detrás de esos vándalos?
-Eso me ha pedido el alcalde. Pero no tengo ninguna pista, solo una tienda a la que aún le queda calzoncillos.

Continuaron divagando sobre el posible ladrón y el porque de robar calzoncillos durante un largo rato.

-Nos vemos inspector.
-Cuidado Didu, no sabemos quien puede ser el que está detrás de estos robos.

Asintió.

Salió de la tienda, había una periodista pelirroja tomando notas en un pequeño cuaderno y una chica morena de pelo rizado con una cámara de fotos. Sabía quienes eran, la pelirroja era una famosa periodista, y la fotógrafa siempre hacía fotos realmente impresionante. Ambas trabajaban para el mismo periódico, eran uña y carne.

-Perdona. ¿Puedes responderme unas preguntas? -le preguntó la periodista.
-Lo siento, pero no tengo tiempo.
-¿Trabajas aquí?
-¿Qué? No. No. Solo había venido a visitar a un conocido.
-Bueno, muchas gracias.

Se alejo de la periodista de camino a la tienda de ropa. No le gustaba mucho eso de hablar para los medios, ni como Didu, ni como Caffeine Girl, pero algunas veces no había tenido más remedio.

Llegó a la tienda. Estaba vacía, solo estaba la dependienta. Se le veía preocupada. Estaba claro de que estaba al tanto de que era la última tienda con ropa interior masculina.

Tras una charla, la dependienta se marcho y le dejo una copia de las llaves y cerró la tienda con ella dentro.

-Toca una noche de vigilancia. -dijo entrando en la trastienda y escondiéndose.
-¡Venga, vamos!
-No pienso tocar eso.
-¡¡VENGA YA!! ¡¡NO TE VA A PASAR NADA POR TOCAR UNOS CALZONCILLOS!!

Unos gritos la despertaron. Se sirvió una taza larga de café y se la bebió rápidamente. El típico cosquilleo se le extendió por todo el cuerpo y tras unos rápidos giros apareció vestida de Caffeine Girl.

Salió de la trastienda y se encontró con varios chicos vestidos de naranja y con orejas de conejos.

-¡TÚ!
-Otra vez vosotros.

Estaban los mismo chicos de la última vez, pero esta vez había uno que no había visto antes. De la misma edad que los otros, con un gorro con la orejas, pero se le veía más refinado y pijo, quizás por la pajarita y la camisa negra, tal vez por la pose y su forma de hablar.

Todos estaban cogiendo los calzoncillos de los estantes y los estaban metiendo en un enorme saco que al parecer estaba lleno de ellos.

-¿Qué pretendéis hacer con toda esa ropa?
-Eso no lo sabemos. Simplemente sabemos que es vital tenerlos todos.
-¿Estáis robando sin saber el por qué? Eso es fe ciega.
-¿¡Y A TI QUE TE IMPORTA!? -respondió a gritos el pequeño que llevaba la máscara de esqueleto, que se lanzó con los puños en alza a por ella, pero con un rápido movimiento lo esquivó y se estrelló contra un estante de ropa. -¡MALDITA SEAS!
-Y ahora decidme. ¿Qué queréis hacer con esa ropa?
-Conseguir visitas. -dijo una voz proveniente de su espalda. -Todos los calzoncillos se pondrán a la venta en mi página web con pequeñas modificaciones: el logo y la dirección de la página. Así, a parte de conseguir dinero, conseguiré que mi web se haga famosa.

Ese plan, la voz.... Sabia quien era. Se giró y lo vio. Era el chico rubio y enmascarado. Cuando ambos cruzaron mirados él no pudo evitar sonrojarse.

-¿Por qué estas robando la ropa interior? ¿Qué motivo tienes?
-Yo soy alérgico a la goma de los calzoncillos. EXPROPIARÉ AL MUNDO DE TODOS SUS CALZONCILLOS Y SE VERÁN OBLIGADOS A USAR CALZONCILLOS CON PUBLICIDAD. -y se echó rió.
-Absurdo.

Todos los conejos seguían echando los calzoncillos en el saco. Caffeine Girl intentó correr hacia ellos, pero el enmascarado se lo impidió.

-Dejalos a ellos.

Caffeine Girl cogió un par de prendas y se la tiró a la cara, él, medio cegato tropezó y cayó. Cuando se levantó, se encontró de bruces con la superheroina, que le propino un par de puñetazos, pero a penas hicieron mella en él, que se recompuso rápidamente, pero pero recibió un patada que lo lanzó a la otra punta de la tienda.

-¡¡JEFE!! -gritaron todos los conejos.

Todos se lanzaron a por Caffeine Girl, que les lanzó una estantería móvil que se los llevo a todos por delante.

-¡Pleno!
-Te olvidas de mi....

Se dio la vuelta y al chico con la máscara de esqueleto al que venció el primero tenía en sus manos una bomba con dos mechas y un esqueleto con orejas grabado.

-AHORA VAS A SABER LO QUE ES BUENO.

Encendió las dos mechas y se la lanzó a  Caffeine Girl. Esta se la pasó al conejo rubio que había vuelto. Este corrió por la tienda con la bomba hasta que se le escapó de las manos y rodó. Uno de los conejo la recogió y se la pasó nervioso a otro, se la fueron pasando los unos a los otros, hasta que Caffeine Girl se la quitó y la lanzó dentro del saco de los calzoncillos.

-¡Fuera todos!

Todos salieron corriendo y una vez fuera de la tienda se tiraron al suelo. Se escuchó una explosión y a través de los cristales rotos salieron volando calzoncillos que cayeron lentamente.

-Salvados...-dijo la superheroína.
-Corred. Corred.

La banda de los conejos estaba huyendo.

-¡No huyáis! -dijo persiguiéndolos.

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