domingo, 22 de abril de 2012

Spin-off Apocalipsis Yaoi: noche de caza y recuerdos

 El aire soplaba entre las placas de uralita del refugio, que silbaban ominosamente. Todo parecía indicar que aquella no iba a ser una buena noche.

 Una cosa al menos era segura: esa noche llovería.

 Siendo así era fácil entender porqué aquel soldado no dejaba de mirar al cielo preocupado. Su rifle era muy antiguo, y si se mojaba se quedaría sin arma. Y quedarse sin arma en la situación en la que estaban era lo peor que podía pasarles.

 Hará por lo menos medio año desde que empezó la guerra. Móviles, yaoi, yaoistas… Lo único que entendía aquel pobre y simplón soldado es que su gente estaba en aquel refugio y él estaba fuera. Y afuera había enemigos. Y él tenía que disparar a todos los enemigos que viese. Y si llovía no podría disparar.

 El movimiento de unos matorrales cercanos le hizo pensar que había empezado a chispear. Habría suspirado aliviado si no fuera porque ahora tenía algo moviéndose cerca suya de noche.

 Resopló sorprendido al ver que era un hombre. Muy magullado además.

-¡Eh! ¿Yaoista o yurista?- era el saludo rutinario. No servía de mucho porque los yaoistas nunca respondían, sólo atacaban
-¡Piedad!

 El soldado arqueó una ceja “¿Piedad? ¿Qué bando es ese?”.

 El herido se le agarró a los pies. La mugre, arañazos y ojeras de su rostro (y, en general, de todo su cuerpo) le daban un aspecto envejecido, como si fuera mucho más mayor de lo que era realmente.

-¿De dónde vienes?
-¡Soy un superviviente, chico! ¡Un superviviente!
-¿Superviviente? ¿De la guerra?
-¡No! ¡De una cosa mucho peor! ¡Del Yaoi Castle!

 Al decir “Yaoi Castle” se le fue la voz. Parece que los recuerdos que implicaba decir ese nombre le hacían difícil pronunciarlo.

-¿Y eso que es?

 El recién llegado se incorporó indignado

-¿Qué eso que es? ¿¿Qué eso que es?? ¡¡Hijo mio, te llamaría ignorante, pero envidio tu ignorancia!!
-¿Pero qué es?
-Es un lugar terrible… Todo cuanto te diga es poco… Es un castillo, entre montañas tan altas que el sol apenas lo ilumina durante el día. Sus muros morados son infranqueables y están llenos de espinas dónde yacen por siempre los que intentaron escapar…
-¿Quién tiene un sitio así como casa?
-¡Los yaoistas por supuesto! ¡Es su cámara de tortura número uno!
-¿Y tu como la conoces?
-Porque yo… Conseguí escapar de allí…

 El aire volvió a gemir entre la uralita

-¿Qué? ¿En serio?
-¡Sí! Se dice que quien ve los muros del Yaoi Castle desde dentro nunca vuelve a verlos desde fuera, pero yo conseguí huir…

 El recién llegado se sumió en recuerdos, entre sus propios brazos como único consuelo

-Aún recuerdo la celda en la que estuve… Estaba colgada de un puente, como si fuera la jaula de un pájaro. Era imposible huir, si salías caías… -parecía que iba a llorar de un momento a otro- Y abajo había muchos pinchos…
-¿Y cómo huiste entonces?
-Las yaoistas se divertían con nosotros. Golpeaban la jaula con sus guadaña para asustarnos y nos sacaban de vez en cuando para… Cazar. Nos soltaban por el castillo para darnos caza cuando se aburrían. Es imposible huir de ellas.
-¿Pero eso que tiene que ver?- el soldado empezaba a cansarse de escuchar al superviviente y sus traumas, tal vez lo mejor sería llamar a las enfermeras para que se lo llevasen dentro y le dieran la sopa que le gustaría estar tomando él…
-¡A mí me sacaron, chico! ¡Pero yo sí que huí! ¡No sé como lo hice pero les di esquinazo! -se señaló el pecho como orgulloso- ¡Y conseguí escalar los muros del Yaoi Castle para salir de ellos!
-¿En serio?
-Fue tan duro… Llevo días corriendo, huyendo de allí. Cuanto más lejos mejor…
-Bueno, ya pasó… -le dio unas palmaditas en la espalda- Ahora entra en el refugio y descansa. Aquí estás a salvo…

 El susurro del acero desenvainándose contestó irónicamente el “a salvo”. Encapuchadas con guadañas salieron de la oscuridad, como si nunca hubiesen estado allí.

-¡Oh, me siguieron, me siguieron! ¡No se puede escapar de la caza! ¡¡No se puede!! ¿¿¿PORQUEEE???

 El rifle de aquel soldado no estaba mojado pero de nada le sirvió. Aquella noche llovió sobre su sangre. Y la de todo su refugio.

 Porque no se puede escapar de la cacería de una yaoista. No se puede.

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